Art. de opinión del Presidente de la Diputación de Alicante, Toni Pérez
47 años de la Constitución Española
Vivimos tiempos de transformación acelerada en los que la realidad política, social, económica y tecnológica cambia con una rapidez inédita y sin apenas margen de adaptación. El futuro es más actual que nunca y en este contexto de agitación es necesario y urgente recordar el fundamento que sostiene nuestra convivencia: la Constitución Española de 1978.
Nuestra Carta Magna no representa únicamente un texto jurídico; es el pacto civil más importante que hemos construido como sociedad, un acuerdo que nos permitió superar décadas de división y abrir la puerta a un periodo de libertades y de progreso sin precedentes en nuestra historia reciente.
La fortaleza de la Constitución reside, precisamente, en su capacidad para orientar y encaminar nuestros pasos y permitir que sigamos la senda de la democracia. Porque gracias a ella hemos afianzado un sistema democrático sólido, hemos garantizado derechos y libertades esenciales y hemos dotado a nuestras instituciones de un marco claro para trabajar al servicio de la ciudadanía.
Casi cinco décadas después de su aprobación, y gracias al trabajo generoso y comprometido que llevaron a cabo los diputados encargados de redactar el texto, sus preceptos siguen teniendo la misma fuerza que antaño y el mismo peso en nuestra sociedad. Los constituyentes supieron anteponer el interés general a las diferencias ideológicas y ese ejemplo debería seguir guiando nuestra acción política actual, ya que nuestra norma suprema no pertenece a un partido, ni a un gobierno, ni a una mayoría circunstancial. Pertenece al conjunto de la sociedad.
Esa esfera de libertad en la que se sustenta la Constitución nos ofrece la oportunidad, asimismo, de cuestionar nuestras necesidades en un sistema democrático abierto y en constante evolución. Desde la España plural, diversa y europeísta que conformamos somos consciente de los retos globales que debemos enfrentar, desde la transición energética o la revolución digital hasta los desafíos económicos, pero estamos preparados para avanzar, siempre en un contexto de responsabilidad y lealtad hacia el marco jurídico que nos regula.
Sigamos, por tanto, defendiendo este proyecto común, reforcemos su vigencia, profundicemos en su capacidad de proteger derechos y mantengamos viva la cultura democrática que la hizo posible. La Constitución no es solo nuestro pasado; es, sobre todo, nuestro futuro, un futuro compartido en el que la acción municipalista de ayuntamientos, mancomunidades y diputaciones no solo supone la base de la democracia, sino también la máxima garante cotidiana de nuestra ley fundamental.
Porque el tejido municipal se erige como la administración más próxima a la ciudadanía, constituye el primer canal de participación social y decide de manera directa medidas que afectan al entorno de las personas, sin olvidar que asegura la cohesión territorial y apoya la estabilidad y la arquitectura constitucional.
Transitamos un periodo de vertebración de posicionamientos en el que la Constitución Española actúa como un marco común que evita que las discrepancias se transformen en abismos. La Carta Magna es nuestra brújula moral, un tratado de códigos que estabiliza nuestra democracia, dotándola de libertad, participación, igualdad y protección, al tiempo que nos recuerda que nuestro estado de derecho no se sostiene sobre impulsos, sino sobre acuerdos duraderos.
Hoy es un día para mostrar orgullo por todo el trayecto recorrido en un marco de convivencia pacífico y ordenado. Nuestra fortaleza pasa, indefectiblemente, por seguir alcanzando pactos, por seguir dialogando y por seguir acercando posturas en todas aquellas cuestiones que mejoren nuestra calidad de vida y nuestra coexistencia.









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