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#Reportaje | Cuando cada paso hacia Santiago cuenta una historia distinta

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Reportaje con Paco Serra y don Eduardo Lorenzo

El Camino de Santiago ha sido, durante siglos, uno de los grandes ejes de peregrinación de Europa. Desde que, en el siglo IX, se descubriera la tumba del apóstol en Compostela, miles de personas de todos los rincones del mundo han tomado la decisión de emprender este viaje.

Un camino que no es uno solo, sino una red de rutas que atraviesan pueblos, ciudades y montañas, y que cada año recibe a cientos de miles de peregrinos. Un fenómeno que sigue vivo, que se reinventa, pero que mantiene su esencia: caminar, descubrir y encontrarse con uno mismo.

En Novelda, ciudad por la que transita el Camino del Sureste, esta tradición tiene una presencia discreta pero constante. Aquí, junto al río Vinalopó o en las calles del centro histórico, todavía se cruzan peregrinos que avanzan en silencio, mochila al hombro, guiados por las flechas amarillas que marcan la dirección hacia Santiago.

Para conocer más a fondo esta realidad, hablamos con dos voces muy distintas pero complementarias: Paco Serra, presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago del Sureste, y don Eduardo Lorenzo, párroco de la iglesia de San Pedro. Sus testimonios nos permiten acercarnos tanto a la parte práctica como a la dimensión espiritual de esta ruta milenaria.

Paco nos recibe junto al cauce del río Vinalopó, en un tramo que forma parte del Camino. Su pasión se nota desde la primera frase. “Lo primero es concienciarse en querer hacerlo. El Camino no es una excursión de fin de semana, son semanas enteras de esfuerzo. Desde Novelda hasta Santiago hablamos de unos cuarenta días caminando”, explica con rotundidad. Para él, lo fundamental es la preparación, entrenar con las botas que se llevarán, habituarse a la mochila llena —que nunca debería superar el diez por ciento del peso corporal— y aprender a organizar las etapas. “Más de ocho kilos en la mochila es un error, porque acabas sufriendo. El Camino te enseña que necesitas muy poco, solo lo imprescindible”.

En esa lista de imprescindibles menciona siempre la protección solar, un sombrero de tela de ala ancha que se pueda mojar para refrescarse, un par de camisetas técnicas y, sobre todo, el cuidado de los pies. “El Camino lo hacen los pies. Una rozadura puede arruinarte la experiencia. Yo siempre recomiendo usar una buena crema hidratante y reparadora. Los pies hay que cuidarlos cada día”.

Pero hablar con Paco es también viajar a través de los distintos itinerarios históricos. Con paciencia enumera los más conocidos: el Primitivo, el Francés con sus dos variantes, el Inglés desde los puertos de A Coruña y Ferrol, la Vía de la Plata desde Sevilla, el Portugués con sus ramales, el del Norte por la cornisa cantábrica… y después una larga lista de rutas modernas y alternativas como el Camino del Levante, que arranca en Valencia, o el del Sureste, que parte de Alicante y atraviesa Novelda. “El Camino empieza en la puerta de tu casa”, repite, convencido de que la esencia siempre ha sido esa, que cada peregrino arranque desde donde vive.

De cada camino habla con respeto, pero también con realismo. El Francés, reconoce, se ha convertido en una auténtica ‘autopista de peregrinos’, con más de mil caminantes diarios en temporada alta. Los últimos cien kilómetros, que son los mínimos para obtener la Compostela, están saturados: “Hay días en los que entran en Santiago más de cuatro mil personas. Eso le quita intimidad al peregrino que busca silencio, aunque también permite que muchos empiecen. Yo siempre digo que cada cual vive su Camino, y no hay dos iguales”.

Lo que de verdad emociona a Paco son las historias personales. Recuerda la de una joven madrileña paralítica de cintura para abajo que, con ayuda de seis amigos, completó los últimos cien kilómetros. “La llevaban arropada, pero no con lástima, sino con naturalidad. Ella andaba con hierros y un arnés, y parecía increíble la fuerza que tenía. Eso es el Camino, apoyo, amistad y superación”. Otra historia que cuenta con orgullo es la de un maestro noveldense que perdió su credencial, ese cuaderno donde los peregrinos acumulan los sellos de cada etapa, y decidió rehacer todo el recorrido solo para recuperarla. “Muchos piensan que son solo sellos, pero es mucho más, es el testimonio de cada paso, de cada día. Es la memoria del Camino”.

La Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Novelda, que Paco Serra preside, mantiene viva esta tradición en la ciudad. Se encargan de señalizar las rutas, de mantener el albergue con seis literas para quienes pasan por aquí y de asesorar a los que deciden lanzarse. “El peregrino no exige, agradece. Esa es la diferencia con el turista. El Camino es compartir, ayudar y dejarte ayudar”, afirma.

Dejamos atrás el río y nos trasladamos a la iglesia de San Pedro, en el centro de Novelda. Allí nos recibe don Eduardo Lorenzo, que nos introduce en la dimensión espiritual del Camino. En nuestro templo no tenemos una imagen del apóstol Santiago, pero sí una talla de la Virgen del Pilar, y es precisamente a través de ella como el párroco nos conecta con la tradición jacobea. “Según la tradición, Santiago llegó desanimado a Zaragoza. No lograba transmitir el Evangelio y pensaba en regresar. Fue entonces cuando la Virgen, todavía viva, se le apareció sobre un pilar para animarle a continuar. Esa es la raíz de la devoción a la Virgen del Pilar, que en España es tan fuerte”, explica.

Para don Eduardo, el Camino es una metáfora de la vida. “Hay cuestas arriba, bajadas, días soleados, momentos de sequedad y de abundancia. Todo eso refleja nuestro propio camino interior. Peregrinar no es solo recorrer kilómetros, es también recorrer el corazón”. En sus palabras se nota la convicción de que, aunque la peregrinación nace como un acto cristiano, su valor trasciende lo religioso. “Hay creyentes y no creyentes, jóvenes y mayores, personas que buscan fe y otras que buscan silencio. Todos, de una forma u otra, encuentran algo más que lo material. El Camino ofrece un punto común, el encuentro con uno mismo”.

El sacerdote detalla también el sentido de los símbolos. La concha del peregrino, por ejemplo, que todos llevan colgada, representa la convergencia de los caminos hacia Compostela. “Cada línea de la vieira es un camino distinto, pero todos llegan al mismo punto, igual que los seres humanos, con nuestras diferencias, convergemos en lo esencial”. O el botafumeiro de la catedral de Santiago, ese enorme incensario que impresiona a quienes lo contemplan en vuelo. “Su humo sube hacia arriba, como nuestras oraciones que se elevan a Dios. Y además, en la Edad Media, servía para purificar el ambiente tras la llegada de los peregrinos. Es símbolo espiritual, pero también práctico, como tantas otras cosas del Camino”.

La conversación en San Pedro nos recuerda que la dimensión espiritual del Camino sigue viva. Don Eduardo insiste en que se trata de una experiencia universal, válida para cualquier persona. “El Camino es un recordatorio de que estamos vivos. Y cuando uno se pone en marcha, aprende a mirar hacia dentro, a reconciliarse consigo mismo. Eso es lo más importante”.

En Novelda, esta tradición está ligada al paso del Camino del Sureste y al trabajo constante de su Asociación, pero también a la memoria colectiva que conecta con siglos de historia. Las flechas amarillas pintadas en muros y piedras, los testimonios de los peregrinos que pasan, las charlas en las parroquias o en los colegios mantienen viva una tradición que, a pesar de los cambios, sigue atrayendo. Quizás por eso, después de tantos siglos, el Camino continúa siendo un fenómeno cultural y espiritual de primer orden, capaz de unir a quienes buscan fe, a quienes buscan aventura o a quienes simplemente buscan caminar.

Como bien resume Paco, “cada peregrino hace su propio Camino, no hay dos iguales”. Y como concluye don Eduardo, “lo esencial es que, paso a paso, el Camino te ayuda a encontrarte a ti mismo”. Novelda, a su manera, forma parte de esta gran ruta europea y abre una ventana a quienes quieran descubrirla más de cerca.

Después de escuchar a Paco y a don Eduardo resulta inevitable sentir la llamada de este itinerario milenario. El Camino de Santiago es, al mismo tiempo, historia, esfuerzo, tradición y encuentro interior. Desde Novelda también se abre esa puerta, a través de las sendas del Camino del Sureste, para quienes quieran dar el primer paso. Quizás por eso, tras tantos siglos, sigue vivo y atrayendo a quienes buscan algo más que un destino, una experiencia que transforma.

Y, quién sabe, tal vez este sea el empujón que algunos necesitan para ponerse en marcha y descubrir, paso a paso, su propio Camino.

Te invitamos a ver el reportaje completo, con anécdotas, consejos y todo tipo de información acerca del Camino de Santiago.

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