La Vigilia Pascual es la celebración litúrgica que conmemora la Resurrección de Jesús y tiene lugar en la madrugada del Sábado Santo al Domingo de Resurrección.
La Vigilia Pascual es un ritual que incluye los símbolos de la luz y el agua, dado que en la antigüedad los neófitos recibían el bautismo en este acto.
El sacerdote Francisco Rayos comenzó la vigilia con la iglesia de San Pedro completamente a oscuras, encendiéndose y bendiciéndose un fuego en el atrio, en la Plaza de la Aurora. De ese fuego se encendió el Cirio Pascual, una enorme vela que simboliza a Cristo Resucitado. Acto seguido los fieles encendieron sus velas de la llama del Cirio. El cura se detuvo en tres ocasiones para cantar "Luz de Cristo".
Llegados al altar, Rayos colocó el Cirio Pacual y lo marcó con el incienso tres veces. San Pedro se quedó a media luz, y acto seguido se entonó el Pregón pascual, antiguo himno alusivo a la noche de Pascua que proclama la gloria de la Resurrección de Cristo.
Continuó con la Liturgia de la Palabra, en la que seminaristas y fieles, pronunciaron relatos del Antiguo Testamento alusivos al plan salvífico de Dios, intercalados con salmos y cánticos del Antiguo Testamento. En este caso, la Vigilia estuvo acompañada del órgano como instrumento musical.
Tras esto el sacerdote inició la entonación del Gloria, que no se había cantado desde que empezó la Cuaresma, a excepción de la misa de la cena del Señor del Jueves Santo y el día de San José, junto con repique de las campanas de la torre de la iglesia y las campanillas. En este momento se encendieron las restantes luces de la iglesia y los monaguillos iluminaron los cirios del altar.
Tras la homilía, tuvo lugar la Liturgia Bautismal, en la cual se bautizó a una niña. Se bendijo el agua de la pila bautismal cantando las Letanías de los Santos. También, los fieles presentes renovaron sus promesas bautismales, y una vez llevada el agua bendecida a la pila bautismal, el cura roció con agua bendita a los allí presentes.
Finalmente, continuó la Liturgia Eucarística de la manera acostumbrada.
Al finalizar Francisco Rayos invitó a todos los fieles a tomar chocolate con toña que habían preparado en los soportales del ayuntamiento.
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