Octubre nos invita a detenernos, mirar hacia dentro y reflexionar. El ritmo del día a día nos arrastra y olvidamos lo esencial: cuidarnos. Este mes, en el que se conmemoran el Día Mundial de la Salud Mental (10 de octubre) y el Día Mundial contra el Cáncer de Mama (19 de octubre), nos recuerda que la salud no es solo la ausencia de enfermedad, sino el equilibrio entre cuerpo, mente y corazón, ya que lejos de ser fechas independientes comparten el mismo propósito… concienciarnos sobre la necesidad de atendernos tanto física como emocionalmente.
La salud mental constituye un pilar esencial en el bienestar de las personas. Aprender a reconocer nuestras emociones, pedir ayuda cuando la necesitamos y frenar el ritmo cuando el cuerpo y la mente lo reclaman, son pasos fundamentales para mantener el equilibrio. No se trata solo de evitar el sufrimiento psicológico, sino de fomentar una vida más plena, más consciente y más amable con nosotros mismos.
La prevención y la detección precoz del cáncer de mama siguen siendo claves para salvar vidas, pero también lo es el acompañamiento emocional durante el proceso. La fortaleza mental, el apoyo del entorno y la empatía social son aliados imprescindibles para afrontar la enfermedad con esperanza.
En este camino, las administraciones públicas deben desempeñar un papel fundamental. Su compromiso debe traducirse en más políticas de prevención, más programas de atención psicológica accesibles y más campañas de concienciación que promuevan hábitos saludables y el autocuidado. La salud, en su sentido más amplio, requiere más inversión, más recursos y, sobre todo, muchisima sensibilidad. Hablar de salud implica hacerlo en un sentido integral, donde el bienestar físico y emocional y la atención médica caminen de la mano.
Octubre, teñido de rosa, es un recordatorio de que cuidar, cada día, de nosotros mismos es un acto de responsabilidad. Revisarnos, escucharnos, acompañar y dejarnos acompañar son gestos que construyen una sociedad más sana y solidaria.
La mente y el cuerpo están conectados: lo que no expresamos se somatiza, lo que callamos pesa, y lo que sentimos puede doler más que cualquier herida visible, por eso cuidarse no es egoísmo, es un acto de amor. Por nosotros, por quienes nos quieren y por la vida que aún tenemos por delante.
Porque la verdadera salud se logra cuando aprendemos a cuidar el cuerpo y la mente.
Victoria Céspedes González












