El don de don Marino

Jesús Navarro Alberola

Hay personas que, irremediablemente, asociamos a un momento. A una vivencia. Otras, sin embargo, parece que siempre estuvieron ahí, acompañando nuestros pasos para evitar que nos cayéramos o tropezáramos. Este último caso es el de don Marino, alguien a quien todos recordamos así, con ese «don» delante que era el mejor precedente para un médico, como José Jordán, Francisco Penalva o José Jiménez, que marcó la vida y una época para miles de noveldenses. Don Marino se ha marchado al cielo de las buenas personas, un lugar donde los dones con que vivía y que transmitía serán luz y espejo para todos los que, desde aquí, seguiremos recordándole como mejor se puede recordar a alguien: sabiendo que vivió y trabajó para darse siempre a los demás.

Recuerdo a don Marino siendo yo muy pequeño. Llegaba a casa con su inseparable maletín negro, tan rígido que le servía hasta de butaca, y sacaba mi historial. Un historial inmenso, claro, porque como yo no quería ir al colegio siempre estaba enfermo o fingiéndolo. Intentaba calentar con los dedos el termómetro, pero don Marino siempre me pillaba. Un historial tan grande como una vida, porque abarcaba desde mi nacimiento hasta el presente. Y estuvo viéndome hasta que cumplí los treinta años. Si estaba de verdad enfermo, sacaba un bolígrafo de seis colores (a mí me parecía cosa de ciencia ficción) y anotaba cada cosa con un color: el diagnóstico en negro, la receta en verde… Si estaba algo peor tocaba ir a la consulta y, a veces, don Marino me llevaba a la sala de rayos X, donde, ataviado con una particular bata que lo hacía parecer un robot, lo observaba todo con los clarividentes ojos de su experiencia dilatada. Si tocaba esperar, por todas partes había juguetes hechos con cajas de medicamentos. Todo eso que veo ahora en vídeos de YouTube que me llegan al WhatsApp, con médicos que saben sacarle una sonrisa hasta el bebé más rabioso, ya lo hacía don Marino hace décadas. Era otro de sus dones. Otro de ellos, el mejor, es que era un buen médico. Salvó a mi hermana de morir, atragantada con una pepita que le llegó al pulmón. Hoy es una anécdota, una isla en medio de un océano de casos similares. Mis padres le estaban eternamente agradecidos por ello, pero ¿cuántas historias parecidas no habrá, salpicadas por el pueblo, escondidas en la memoria de sus protagonistas?

Don Marino trabajó hasta el último instante, siempre serio. Lo veía caminando por la calle, atento sin embargo al saludo del paciente que uno fue. Con la bondad en el rostro y la virtud de saber escuchar. La paciencia era su bandera. El amor a Isabel, su viuda, su compañera de vida, inconmensurable. Deja tres hijos, Ignacio, Alberto y Maribel, que seguro que de algún modo «sufrieron» el trabajo incansable de su padre. Otro de los dones de don Marino es que, de un modo u otro, formaba parte de todos nosotros. Su religiosidad sin límites también lo llevaba de casa en casa, a explicar lo que sabía y había estudiado de la Sábana Santa. Otro de sus dones era ese mismo: en su boca, hasta lo más complicado o arcano, cobraba vida y se hacía simple

Su familia puede estar orgullosa. Nosotros, también. Por eso es necesario, desde estas líneas lo pido a la nueva Corporación, que se valore el ponerle su nombre a una calle o un parque de Novelda. Porque don Marino estuvo, durante años, velando por los más pequeños, cuidando a nuestros hijos, nuestros hermanos. De alguna forma, Novelda queda en deuda con él. Sería la mejor forma de devolverle algo de la mucha gratitud y generosidad con que vivió y que nos transmitía. Sería la mejor forma de perpetuar sus dones, los dones de don Marino.

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9 COMENTARIOS

  1. El pediatra de mi familia…siempre atento y amable, nos cuidó a mis hermanos, a mi y también a mis hijos. Lo recuerdo hasta hace pocos años con su maletín y caminando con mucha agilidad. Un pediatra excepcional y muy querido en el pueblo.
    Mi más sentido pésame a su familia . Descanse en Paz Don Marino.

  2. D.E.P. se va una buena persona.

    «Apoyo que se valore el ponerle su nombre a una calle o un parque de Novelda.» Muchos componentes de la nueva Corporación municipal no han llegado a ser sus pacientes por la temprana edad de algunos de ellos; otros habrán sido pacientes.

    Un saludo.

  3. En mi familia, tres generaciones han pasado por sus manos, no es poco lo que digo, se puede decir que más de una vida. Siempre sabiendo casi al instante que les ocurría a los niños, para mí, el mejor pediatra que haya existido, toda una vida dedicada a lo que más le gustaba.
    Hace tan sólo dos veranos que dejó su profesión y una gran pena se apoderó de mí, pues mala señal era.
    Novelda pierde un gran pediatra y sobre todo una gran persona, se merece un reconocimiento para que perdure su nombre en nuestro pueblo.

  4. ¡¡Perfecto relato JESÚS¡¡ Un servidor e incluso mis propios hijos, pasaron por las sabias manos de D.MARINO fué y sigue siendo un ejemplo como Médico dedicado con todo cariño y entrega a sus pequeños pacientes.
    Una gran pérdida. D.E.P. un maestro en medicina y humanidad.

  5. También atendió este facultativo a mis hijos y a mi nieto. Fue un hombre bueno. D.E.P.6

  6. Fué mi pediatra y el de mis hijos,maletin en mano,cumplidor,médico vocacional,trabajador hasta el último momento y gran profeional.Es como un icono para los médicos de novelda y todo el pueblo,que siempre le estará muy agradecido por susu servicios. Soy partidaria de que le pongan una calle a su nombre,lo merece.DEP.

  7. Mi más sentido pésame a su familia, ha sido pediatra de tres generaciones de mi familia, y sacando de la gravedad a una hermana mía, y siempre estaremos en deuda con el, recuerdo que aparecía por sorpresa en casa sin avisar haber si teníamos a la niña en las condiciones que el nos había pausado, revisaba a la niña y nos daba otras indicaciones, hasta la próxima visita sorpresiva, así y con su sabiduría logró sacar adelante y lograra andar de nuevo la niña, siempre Le estaremos agradecidos, apostamos por el ha pesar de los médicos del hospital de Alicante que Le decian a mi madre que tenían que operar de la cabeza a mi hermana, y que todo que pasara mi madre tendría la responsabilidad, por haberla sacado del hospital y confiar en un médico de pueblo, bendito medico

  8. Don Marino, médico excepcional y aún mejor persona. Yo y mi madre siempre lo hemos recordado con mucho cariño por su dedicación y sabios consejos y sentimos mucho su pérdida. Merece ser recordado siempre y también apoyo la idea de que se le ponga su nombre a una calle o parque. Para nosotras siempre ha merecido con creces ese tratamiento de don, que ya ha quedado asociado a su nombre. Nuestro sentido pésame a la familia. Descanse en paz, don Marino.

  9. SI SEÑOR una calle para este pequeño gran hombre,, mi medico y el de muchos novelderos ,,,,, gran persona

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