Me acuerdo
(Publicado en el Betània de 2011)
Tomando el testigo de Jesús Navarro Navarro en su artículo del Betania 2010 y, dado que por los pocos años que nos separan somos de la misma generación, (coincidimos en la misma tuna en 1966) voy a ampliar con mis recuerdos esa memoria de las emociones frágiles que a mí tanto me entusiasman y me ayudan a no perder el referente de lo que somos. Espero que otros, quizás, se sumen a esta memoria de lo trivial e entrañable en sucesivas publicaciones. Ojalá que estas frágiles mariposas de la memoria queden impresas para librarlas del olvido.
Los recuerdos son como latidos que todavía resuenan en el corazón. Esto que os cuento tiene poco de cuerdo y mucho de “re”: de volver a latir. Todos tenemos nuestro Amarcord, nuestro “ama-recuerdos” que tienen tanto de cine y vanidad. Recuerdo Cine Club Fellini y sus debates. Amarcord que es como este artículo si fuera una película.
Recuerdo los palcos del cine Guerrero con los chicles que se pegaban en el pantalón, un superman japonés y King Kong, la entrada que valía 14 pesetas y los marcos con fotos de La Familia Monster; en especial, uno en el que el padre, con su característica cabeza plana, el pelo pegado y los bornes en el cuello, hinchaba la rueda del coche (sin sacarla del coche) con la boca, como si se tratara de un simple globo.
Recuerdo el Club Dehon, donde una vez vino mi madre a buscare a las 11 de la noche porque me quedé a la segunda sesión para ver Peter Pan dos veces; hambre de fantasía y color: algunos todavía no teníamos tele en casa y la del vecino era en blanco y negro como todas. Les puedo asegurar que ver esta película, en pantalla grande, en los años 60 era muy emocionante, quizás más que un viaje a Disney hoy en día.
Recuerdo a Rita Pavone, a Locomotoro, Los Bravos, Marisol, Embrujada…
Recuerdo la Tómbola de la Glorieta y las chapas de botella del bar Manolo, Eduardo y Pepe.
Recuerdo que un día vimos la televisión en color, montada en la Glorieta como si fuera una atracción del futuro.
Recuerdo que en patio del colegio machacábamos trocitos de ladrillo mezclados con saliva y con la pasta resultante pegábamos dos trozos de mármol, los silbatos con huesos del albaricoque y como nos cogíamos de los hombros para apuntarnos a juegos de indios y vaqueros o a policías y ladrones.
Recuerdo a la una, mi mula; a las dos, la coz; a las tres, la “culadita” de San Andrés; a las cuatro, las garras de mi Gato; a las cinco, salto y brinco; a las seis, haced lo que queréis; a las siete, cachete; a las ocho, Pinocho; a las nueve, salta el nene; a las diez, sálvese quien pueda. Recuerdo primera, pies, envión y guá o a teco bola; los inventos de TBO y Josechu el Vasco.
Recuerdo mi record de tres moscas de un zarpazo, durante una siesta de verano. Mi primo ostentaba uno de cuatro. Nunca lo superé. Recuerdo el pan, aceite y sal, y el pan y tomate en el recreo de los Padres, y cuando asfaltaron el patio.
Recuerdo una caminata hasta la Cárcel de José Antonio en Alicante, la piscina de la OJE, el bar de Octavio y las acampadas el Castillo. Un premio de fotografía. Y, sobretodo, Morarira; allí los extranjeros parecían de otro mundo. Probablemente nosotros también.
Me acuerdo de los primeros chicles de clorofila y Operación Dragón de Bruce Lee.
Me acuerdo de Canet Rock y Calella Rock. ¡Cómo olvidar Dream On de Aerosmith! O la Olé y la Venus.
Me acuerdo de mi cámara Brownie Fiesta y la foto de Doloretes, y de la de Isidro Seller con mi padre: La primera vez que pulsé el disparador de una cámara en aquel patio que ahora es El Pasaje. Recuerdo a Isidro explicándome el manejo de la cámara y animándome a hacer aquel disparo.
Me acuerdo cuando pasé de los Padres al instituto y me cambié a inglés por recomendación de mi profesora de francés y cómo se llenaban las calles a la salida del instituto.
Me acuerdo de una camisa llena de smilies que parecían de lunares, los pantalones a cuadros, los zapatos de plataforma rojos y negros de charol, los Slade y Suzie Quatro.
Me acuerdo de mi colección de objetos encontrados y un día que fui con mi padre caminando rambla arriba hasta el nacimiento (no llegamos, pero daba igual) o subiendo la Mola.
Me acuerdo de las fiestas de los 60, de mi padre con los amigos de la fábrica de la Goma y un tocadiscos en el que sonaba La Chica Ye-Yé, los Brincos, Los 4 de la Torre o Frank Sinatra…
Recuerdo Come and Feel the noice de Slade que sonaba contundente en unos coches de choque que instalaban en el descampado en el que ahora está la Farmacia Consuegra y la Dulce Burguer.
Recuerdo a Pinito de Loro en el Circo Price.
Recuerdo el olor a pimientos asados, a pan y a toñas. Y el de los porches.
Recuerdo a Isidro Seller enseñándome a pasar la película de la Brownie Fiesta y animándome a hacer mi primera foto.
Recuerdo un día que me encontré 5 duros y me compré un libro en la tienda de Isidro. ¡Cómo me gustaba entrar allí! Era mejor que las tiendas mágicas de las películas.
Recuerdo a Caballero con su elocuente mímica y su ensaimada con vino el bar de la OJE y las acampadas en los columpios que a mí me parecían algo muy trasgresor.
Recuerdo como jugábamos a Policías y ladrones el la Cruz de los Caídos, el bar Tarí y las partidas en máquina de las bolas; un duro dos partidas y los till por querer mover o golpear la máquina.
Recuerdo que en el Barceló estaban proyectando La Naranja Mecánica cuando se dio el golpe de estado; la verdad es que me apoderé de de el recuerdo de otra persona: mi amigo Juan, que no sé si por entonces ya estaba con Tere.
Recuerdo que estaba estudiando Latín en 1º de filología cuando escuché en la radio que habían matado a John Lennon.
Recuerdo un encierro en el instituto y una exposición de fotos en Amics de la Cultura.
Un concierto de Costa Blanca, Miguel Ríos y Barón Rojo en el campo del Novelda.
Recuerdo el Interferencias, El Como Quieras, El Llunarama, El Tabarca y Las Font.
Recuerdo mi primera ampliadora de blanco y negro y la primera vez que vi aparecer una foto en el revelador: un revelador augurio de lo que se avecinaba.
Recuerdo las palomas de la Glorieta, las chapas de los bares Manolo Eduardo y Pepe y La Tómbola Benéfica.
Recuerdo las fotos del Día de Ramos en la Glorieta y su luz cegadora.
Recuerdo el gran rato de pasábamos mirando los cristales de los “carritos” en la Glorieta. Algunos coleccionábamos hasta las envolturas de los chicles.
Recuerdo una especie de “traca” (así la llamábamos) que rascábamos en la pared (no había tantas fachadas de mármol entonces) y que de noche frotábamos con saliva en el brazo y de modo que nuestra piel se veía fosforescente.
Recuerdo los polos de peseta y los tebeos en las aceras.
Recuerdo la nada de las tardes de verano. Esa calurosa nada que daba miedo y
La Casa Monster.
Recuerdo un televisor Anglo, mejor que la realidad, con dos canales que se cambiaban apretando un botón y que al apagarse se quedaba un punto brillante y enigmático en el centro durante un rato para asombro de todos los niños. Películas antiguas, media hora de dibujos al día, Locomotoro, Valentina, el Tío Aquiles y el Capitán Tan. Un rombo, dos rombos y el himno nacional antes de ir a dormir. En las tardes de verano, después del Telediario, Embrujada, Tierra de Gigantes, Perdidos en el espacio, Flipper…
Recuerdo al hombre que vendía regalicia en la puerta del colegio, decía: “Coge”, y había una fugaz esperanza de que fuera lo más largo posible cuando cortaba con una navaja de filo verdoso-amarillo.
Recuerdo el hilo atado a un botón (La Guerra de los Botones) y el gato que jugaba e intentaba atraparlo. Mi gato era negro como el Gato Félix el único, único Gato.
Ahora recuerdo que le tengo que poner fin a este sinfín de añoranzas fugaces y escurridizas como los peces de la Acequia Mayor.
Un abrazo amigo. Lo leí en su día y lo he vuelto a leer ahora – fantástico Charly
Caramba !Cuántos hermosos recuerdos has despertado en mi mente.¿Tú eres muy joven? ¿Cómo es posible que hayas vivido todo lo que cuentas? Leyéndo el relato, me retrotraigo a mi niñez cuando buscaba chapas en los alrrededores de los bares, aún recuerdo los típicos olores, siempre el mismo, nunca he sabido a qué cosa, o quizá sí, como una mezcla de humo de tabaco y » copetes de paloma». Y ya, en mi adolescencia,los amigos reunidos cada vez en una casa, cuando nuestros mayores se marchaban al cine los domingos . Apartábamos los muebles a un lado del salón instalábamos el Picú-tocadiscos, y… a bailar al compás de las canciones de Rita Pavone, los Brincos ,Concha velasco, con la chica yeyé, Karina. Qué tiempos más bonitos. Qué poca maldad había.
Me ha hecho feliz el ratito dedicado a leer este relato. Muchas gracias por ello.
Yo trabajé en aceitunas la explanada cuendo era muy, muy. muy jovencita que el dueño era Segundo Cazorla. Que recuerdos tan lindos
la última foto es una pasada yo conocía esa tienda
Y aquel aparato de música de Los Baños donde ponías una moneda de no me acuerdo cuánto y se oía : «Rosana, Rosana, te llevo muy dentro del alma, sueño contigo despierto y he perdido la calma…»
Ahí vá: http://www.youtube.com/watch?v=O_sTpxQzIfQ
O aquella otra que decia «Manda rosas a Sandra que se va de la ciudad…
Para el que la quiera volver a escuchar
http://www.youtube.com/watch?v=iIux347588U
Muchas gracias por los comentarios.
En respuesta a A.M.M., nací en el 61 y no he contado todo lo que he vivido y recuerdo(menos mal, de la que nos hemos librado). Recuerdo mucho más. Cosas como cuando se inundaron Los Baños y mi casa se llenó de agua color café con leche, “la ruixadora», el olor del bar de Los Baños, su fresca oscuridad y su barra siempre llena de palomas y canarios. Los bañadores estilo bermuda. La tuna de los Padres. Los carritos y las palomas de la Glorieta. Las capas estilo portada del LP Hepl de los Beatles…
Vosotros lectores, seguro que podéis aportar más recuerdos en cuyos escenarios nos encontramos compartiendo memorias.
Un abrazo a todos.
no nos olvidemos de algo esencial en los 70 – los pantalones de campana y algo de mi de Camilo Sexto
http://www.youtube.com/watch?v=tYQAK-nMVNs
el olor al agua salada de la piscina de las chicas, las tardes en la discoteca Olé y Venus, la subida de la santa ligada a un caluroso día en la playa, la mona y el inoportuno remojón en la piscina aún sin limpiar, la voz del chambilero a la hora de la siesta ofreciento sus refrescantes helados, el olor a buen perfume en las verbernas del casino, la noveldense con su foto de Alicante en el respaldo de cada asiento, El tío Costa poniendo orden a la juventud en los jardines del casino, etc, etc, un abrazo Charly