TONI EL PARDAL
El tío Toni “El Pardal”, tenia el deseo de volver a su querido pueblo para terminar en el su vida, reviviendo de nuevo aunque solo fuera observándolos, los trabajos que el hizo en sus años de agricultor. Y ni corto ni perezoso así se lo dijo a su hija María Teresa con la que vivía en Valencia. Dicho y hecho, en el mes Octubre Toni ya estaba en Novelda, en casa del mas joven de sus nietos Juan agricultor como el, y que llevaba las tierras de su abuelo.
Quería ver lo primero, como se queman los sarmientos y recordar con el olor que producen al hacerlo que llega hasta el pueblo; las paellas de arroz con conejo y caracoles que se cocían con ellos, y que a él le salían estupendas, deleitándose otra vez con este grato aroma vegetal tan nuestro, que nunca se le fue del olfato.
Su nieto se prometió a si mismo, que se desvelaría de atenciones con su querido abuelo, para que cumpliera su deseo,y lo alojo en su casa junto a su mujer María que también lo quería mucho, y su dos hijos pequeños Rubén y Magda, él se encargaría de llevarlo a la huerta.
Al volver Toni a sus añoradas viñas, lo primero que hizo fue chafar los terrones notando la tierra bajo sus pies, y después sentarse en su recio sillón de madera y anea, el mismo que había utilizado tantas y tantas veces para descansar de su durotrabajo.
Desde este lugar privilegiado al lado de la casa, que estaba en lo alto de la colina del Campet, empezó a hacer realidad su gran deseo, mirando una vez mas, con una amplia sonrisa de felicidad, como el agua corría empapando la tierra al regarse.
La siguiente ocasión que volvió a la huerta fue en abril, quería mirar muy atento como Juan su nieto, esparcía con la machina a las cepas, azufre e insecticidas para su fortalecimiento. Pero su momento mas feliz en la viña, fue cuando vio salir los pequeños granos de uva y formarse los racimos, ese día se levanto de su sillón y apoyándose en su garrote de toda la vida, se acercó a una parra pasando la mano delicadamente por ella, y arrancó uno de sus diminutos y duros granos, que se metió en la boca masticándolo, para notar quizás por ultima vez, su sabor agrio y fuerte, oliéndose las manos después impregnadas de olor a huerta.
A media mañana en la casa del pueblo,después de comerse un “plat de calent” con un vasito de vino de La Romana, dormía la siesta. Y al despertarse, a la luz de la ventana, leía aunque ya con dificultades, su novela favorita “EL Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” y en ocasiones recitaba en voz alta ante la sorpresa de los que no sabían su afición a declamar, párrafos o frases del libro; ¡Mis arreos son las armas, mi descanso el pelear!. Cuando sus biznietos Magda y Rubén salían del colegio por las tardes, se acercaban a él, besándole y pidiéndole que les contase cosas de su vida.
Se acostaba pronto y dormía como un bendito, quizá soñando lo que le iba a deparar de horas de satisfacción el estar al día siguiente en la viña. En esta ocasión iba a volver a ver, el trabajo que el tantas veces había hecho solo, el de poner los “sacos”, tomándose después con su nieto para calmar el calor, un nubolet de paloma con agua de aljibe y olives parties. Los domingos iba a la Glorieta, ha conversar con los pocos amigos que le quedaban. Así pasaba su tiempo tan valioso, Toni “El Pardal”.
Y llego la navidad y la tan esperada nochevieja, en la que después de haberse comido las doce uvas, de su huerta naturalmente, le dio un beso a todos los suyos, y apretando con sus manos las de su nieto Juan cerró los ojos, muriendo dulcemente, rodeado de su familia, después de haberle cantado todos juntos, el cumpleaños feliz. Pues el día uno de Enero era la fecha de su nacimiento cumpliendo ese año los noventa y cinco, y lo celebraba siempre a las doce de la noche, junto a la entrada del año nuevo.
Este artículo quiero que sea un homenaje a los agricultores de Novelda y de los pueblos de nuestro querido Valle del Vinalopó y los colindantes. Esforzados y titánicos agricultores que no siempre han visto recompensado su trabajocon las ganancias merecidas, y con los problemas del clima y falta de agua, que tanto han afectado a sus cosechas. Pero que sin embargo, muchos de ellos habrán sido felices cultivando sus tierras, como lo fue el Tío Toni.
Excelente esposición de la vida laboriosa noveldense.
¡Muy bonito y emotivo!
Muy entrañable y noveldero tu artículo, describes con sencillas palabras el amor a la tierra que vio nacer a TONI, y su especial cariño por la viña y el olor característico a Novelda, por lo menos a la Novelda de antes.
Un abrazo, Paco.