LA ILUSIÓN
¿Los humanos vivimos de ilusiones?. Yo diría que gran parte de nuestra vida las tenemos en el pensamiento y nos lleva a ello, esa atracción casi inevitable de las personas hacía lo que creemos bueno, positivo, y pensamos que nos va ocurrir, por lo que sentimos una gran fascinación para conseguirlo.
Pero la posibilidad de que se hagan realidad es lejana; casi siempre se desvanece pronto, como el turbador aroma de una flor oculta, y viene el desencanto. Afortunadamente en ocasiones llegan a convertirse en realidad; las vemos, tocamos, vivimos y podemos disfrutar de verdad, al estar dentro de las mismas. Ya lo dijo el poeta: “La ilusión vale cuando la realidad la toma de la mano”.
Sin embargo quizá las mas autenticas aunque movidas por su imaginación, las tienen los niños durante el periodo de su infancia y parte de la juventud; el suyo es el mundo de la ilusión viven con ella en su pensamiento. Las tienen por aprender e intentar descifrar, comprender todos los días; ese saber, conocimiento y experiencia, que van adquiriendo. También al jugar, ver y probar nuevas sensaciones, tan importante para ellos; que desarrollan su fantasía y se divierten entre momentos de felicidad. Les ayuda a ello el gran poder para soñar que se tiene a esas edades. Lo desarrollan entre otras acciones al observar primero, imágenes de fantasías animadas llenas de colores y movimiento. Y más adelante leerles sus padres, o ver y leer ellos mismos, esos cuentos que se le quedan grabados en su mente de niños receptivos, al entrar en historias de animales: perros, caballos, pájaros… O aquellas de muchachas humildes; bellas y risueñas, que enamoran a príncipes. Peripecias de sus héroes, y aventureros intrépidos. También en las desdichas de niños desvalidos; o en la mezquindad y envidia de brujas y madastras malvadas. Fantasías en fin, que hacen suyas y son felices.
Desgraciadamente las ilusiones se van perdiendo; entre los encenegados, llenos de peligros y siempre difíciles de transitar, caminos de la vida. Se pierden sobre todo, las que están cargadas de idealismo e ingenuidad. Como el querer que las personas sean sinceras, digan siempre la verdad, y sobre todo no engañen con malicia y crueldad. O que se termine con la pobreza, las injusticias, las guerras…, tantas y tantas cosas positivas tan difíciles de lograr.
Pero en ocasiones; es bueno olvidarse de las ilusiones y vivir realidades, o sensaciones y vivencias sencillas, distintas: como me paso a mí al visitar Alohin, una aldea perdida entre montañas: Al entrar por un camino abrupto y casi infranqueable; recibí los efectos de una lluvia reciente. El agua corría veloz, entre los profundos surcos que dejaban en el fango las ruedas de los carros, y yo en mi dificultoso caminar, daba saltos para no mojarme los pies, siendo observado por los vecinos que asomaban sus caras sonrientes, a través de las puertas medio abiertas de sus casas. Al llegar a la plaza, me senté en un banco de piedra, y de pronto se me acerco una muchacha que dijo venir en nombre de los habitantes del lugar, a darme las gracias por los momentos de diversión que les había ofrecido al saltar entre los charcos. Tal candidez me emociono; si volveré algún día a Alohin; esperando darles y recibir de ellos; sensaciones sencillas, distintas, pero siempre con humor.
La ilusión es una de las motivaciones para seguir luchando y viviendo en esta vids Sr. Penalva, es como la gasolina que mueve el motor de nuestra existencia ,sin ella estamos vacios y sin futuro. La mayor ilusión de todas es la Justicia porque la vida no siempre es justa y necesitamos un báculo para la esperanza, uin bálsamo para el optimismo,una fuente de energía positiva que nos proyecte dia a día hacia nuestro destino que es abandonar este mundo pensando que iremos a otro mejor.Por eso se dice que de ilusión tambien se vive.
Su artículo me ha recordado las palabras del poeta y dramaturgo Calderón de la Barca- que es la vida? una ilusión, una sombra,una ficción y el mayor bien pequeño;que toda la vida es sueño y lois sueños sueños son-. Un cordial saludo amigo Penalva.
Amigo Paco, no conocía tus aficiones literarias. Más bien pensaba que eran flor de un día, pero veo, con satisfacción, que perduras en esa noble misión. Y te aplaudo el gusto.
Y el motivo de tu artículo, la ilusión, es, como bien dice Obrservatore, el motor de nuestra vida. La gasolina, como él dice. Sin ella, querido Paco, ¿qué nos queda?
Y yo, con toda la humildad del mundo, creo que las ilusiones nunca se acaban. Si acaso se transforman y que las ilusiones van íntimamente unidas a las realidades. Yo, te lo aseguro, no podría vivir sin ilusiones, viejas o renovadas, pero siempre con una ilusión que me motive en esta vida, que bastantes disgustos nos da.
Amigo Paco, recibe toda mi admiración por tu valentía y mi cariño, que sabes que lo tienes desde hace muchos años.
Menos mal Paco, que has «arrancat», vale la pena que lo hagas de vez en cuando.
Precisamente, escritos como el suyo, son los que nos hacen retomar la ilusión.
El trasfondo de sus palabras, denota nostalgia por lo perdido, pero también esperanza por recuperarlo, o al menos, fascinación al contemplar las pequeñas cosas más allá del fundamento visible.
Siempre se agradecen las muestras de sensibilidad que nos ayudan a ver la vida, desde un prisma, mucho más luminoso.
Gracias Sr. Penalva.
A mí también me ha gustado el sentido de este artículo, Francisco. Lo veo humano y verdadero.
La ilusión es el motor, qué duda cabe.
Lástima del que no la sienta, por irrealizable que fuera.
Gracias.