Art. de opinión de Luis Beresaluze Galbis

CORRIJAMOS EL ORIGEN

Debemos practicar un cierto giro en el mapa, para situar los lugares originales de lo que entendemos como mundo occidental. No venimos de Grecia y Roma, en principio. Luego si, en el esfuerzo transformador posterior. Somos mediterráneos, de las tierras donde estuvo el Paraíso. Orientales. Próximo oriente u Oriente Medio. Ahí empezó todo. Por lo que hace a nuestra cultura, naturalmente. Luego hay otros continentes, pueblos, colores y civilizaciones. Milenarias e interesantísimas.

El primer alfabeto es de la ciudad protofenicia Ugarit. La escritura, eso que tanto nos interesa, empieza en Mesopotamia. La palabra escrita. Nuestra vida convertida en comunicación y constancia. Una forma de eternidad. Los acadios la hacen evolucionar silábicamente. Un trabajo terrible. Mas de tres mil símbolos. Ni los reyes sabían escribir. Y eran muy pocos los escribas, los dueños de la verdad constada. Y del modo de transferirla al tiempo. No sería nada cómodo semejante poder…

Debemos aclarar las ideas. No todos los árabes son iguales. Y todos los musulmanes no son árabes. En Siria hay además kurdos, beduinos, armenios. Tenemos, pues, un punto de origen sumerio. Somos antes mesipotamios, sirios, persas, judíos, que griegos y romanos. No todo lo árabe y musulmán sopla en los hornos atómicos del señor AMIMEDAIGUAL de Teherán. No se escribir su nombre correctamente pero es que, realmente, da igual. Pero suena así el peligroso enano desaseado, nuestro persa devaluado de ahora. Aquel a quien, según dice, su Alá le ordena destruir Israel… Así como sí, que todo el debate velo burka y la sinrazón de las Torres Gemelas, se subvenciona con dinero de una misma y única Arabia saudí, la peor Arabia pero la del mejor dinero. Son pocos, apenas tienen territorio, viven sobre el dinero y el mar, en islas de oro y alimentan, por hoy, todo fanatismo indeseable.

Hemos de aprender a Platón desde el Código de Hammurabi, en el que ya se contenían resonancias de las Partidas de nuestro Rey Sabio, el diez de la orden alfonsina. A pensar en Sócrates como un mesopotámico evolucionado y a Séneca como a un Cristo devenido filósofo, nacido para unificar en el amor a todos los hombres, hijos de Adán, que vivió allí, cerca del monte Ararat donde encalló, de bajada el Diluvio, el Arca de Noé. La arqueolología de la idea occidental, del reino de los hombres, está aquel sitio, en Siria, Damasco, en Iraq, en la vieja Mesopotamia, en Ur, de donde partiría Abraham, el padre de los judíos a buscarles una tierra propia, que aún no han terminado de consolidar.

Escribe estas cosas un hombre que vive en lo que fue un Alandalus integrado en aquel conjunto, a cuya Córdoba, capital a la sazón de su mundo geográfico, trajeron Averroes y Maimónides, las primeras nociones occidentales de Aristóteles. Un anticipo intelectual, importantísimo de aquellos andalusíes, españoles de entre los siglos VII y XV. Que se reconoce a gusto babilonio del siglo XXI, y asume a tanto gran rey, general y matemático, Nabucodonosor, Ciro, Darío el Grande y Asurbanipal. ¡Qué nombres!…Sobre tanta mugre actual, riquísima y menos rica y sobre todo, ignorante hasta el fanatismo. Hasta el talibanismo de la idea. El más horroroso crimen intelectual…

Si nos conociéramos mejor nos odiaríamos muchos menos. Solo odian la ignorancia y la diferencia. El conocimiento es amor.

Hemos venido a ser el Occidente del Medio Oriente. Todo un arco de vida y cultura que cursa por las dos orillas mediterráneas. Grecia es una increíble eclosión intelectual. El lugar donde la mente se hace luz. Y la geometría, flor. Roma, una máquina de efectividades realistas (Estado, ejército, derecho, burocracia, sobre la herramienta fabulosa del idioma inteligente, del latín, esa lengua herramienta de fabulosas posibilidades. Esa lengua razonable. Aun que el logos parecía griego…Italia, por fin, una apoteosis de arte y España, el empujón sobrehumano, añadido al de la Reconquista, que lo corre todo hacia el otro Oeste. Hasta entonces, todo el corrimiento, por tierra. Desde España, por mar, haciendo navegar la idea.

Éramos, en la raíz, Oriente, Oriente Medio. Aquella tierra teológica que Dios tomó por su Casal. Desierto, palmeras, cordero y palabra. Donde lo natural devenía sobrenatural.

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2 COMENTARIOS

  1. La recepción de Aristóteles mediante Averroes y Maimónides ¿alcanza su esplendor en el S. XII, en la Universidad de Paris donde enseña, junto a otros Maestros, Tomás de Aquino?

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