A favor, en contra, o todo lo contrario
mucho se está debatiendo en la sociedad española sobre la nueva Ley del aborto. Por un lado, manifiestos a favor, y apoyos de personas influyentes a esos manifiestos, por otro, manifiestos en contra, también con sus correspondientes apoyos de personas muy principales.
Posiblemente, no sea el momento de plantear este tipo de debate que parece no demandaba la ciudadanía española, posiblemente los problemas de las personas se sitúen en estos momentos en otras cuestiones más perentorias, posiblemente las ministras de Sanidad y de Igualdad, tendrán otros asuntos más importantes a los que dedicarse que a modificar una Ley consensuada y que dejaba conformes a unos y a otros, posiblemente la actual Ley del aborto ya cumple con claridad el derecho de la mujer a abortar en los tres supuestos razonablemente admisibles y a salvaguardar el derecho a la vida. Posiblemente en la reforma de esta Ley, se cumple el dicho de “dime lo que está bien, que voy a ver si lo lío un poco”.
La actual Ley, permite abortar a las mujeres en los supuestos de que corra peligro su vida o la salud física o psíquica de la embarazada, cuando el embarazo proviene de una violación, y cuando el feto corre peligro de nacer con graves taras físicas o psíquicas. Estos supuestos oficiales, en la práctica real, sirven de pretexto para permitir abortar voluntariamente a todas las mujeres que así lo quisieran. Causas estas que terminaron por aceptar tanto los que están a favor como los que están en contra. Y ahora que las aguas estaban calmadas, que sentido tiene volver a enfrentar a la sociedad por una Ley, que aunque termine aprobándose con los apoyos mínimos, no será una buena Ley porque no nace desde el consenso más amplio.
“Nosotras parimos, nosotras decidimos”, este slogan lo hemos oído multitud de veces en manifestaciones a favor del aborto, pero aquí hay un invitado de piedra, que parece no tener derecho a opinar, el padre de la criatura. Un embarazo es cosa de dos. Si el embarazo es buscado, hay dos personas responsables que se preocuparán de que el mismo llegue a buen fin, decidiendo en cada momento lo mejor para el feto y la embarazada. Pero si el embarazo no es buscado, igualmente hay dos personas responsables del mismo, que tienen por igual el derecho a decidir con responsabilidad si continúan a delante con él o lo interrumpen.
Pero donde esta Ley verdaderamente ha levantado ampollas ha sido en la parte que autoriza a una chica o niña o adolescente, de 16 años a poder abortar sin el permiso de sus padres, y ahora es cuando todas las personas que están a favor del aborto libre tienen que preguntarse, ¿me gustaría que mi hija con 16 años abortara sin que lo sepamos sus padres?, ¿está una niña o chica o adolescente, con 16 años, lo suficientemente preparada para tomar esa decisión tan importante? ¿Podría ser que muchas adolescentes o niñas o chicas de 16 años abortasen por miedo a sus padres? ¿Nos gustaría a nosotros como padres poder aconsejar y estar al lado de nuestra hija a la hora de un embarazo no deseado y de un posible aborto?, y muchas preguntas más que al final nos harían recapacitar sobre la ampliación de la actual Ley.
Parece poco razonable, que a una menor de edad, que para hacerse el carnet de la biblioteca Municipal necesita el permiso de sus padres, que para viajar, necesita el permiso de sus padres, que para emanciparse, necesita el permiso de sus padres, y que para tantas y tantas cosas necesita, no el permiso de sus padres, que también, sino “el consejo y la protección de sus padres”, que alguien plantee una Ley que permite abortar a una menor de edad sin el permiso ni conocimiento de sus padres.
Una sociedad moderna, avanzada y progresista, no tiene que poner el acento en interrumpir el embarazo sin tutelas como solución a un problema donde lo importante está en prevenir, y en este sentido reproducimos el punto 6 del Manifiesto a favor del aborto en España, “demandamos una adecuada estrategia de prevención de embarazos no deseados y de educación e información en salud sexual y reproductiva: Dirigida a toda la población, pero especialmente para la población más joven. Consideramos necesario un mejor acceso a los métodos anticonceptivos que incluya la financiación de estos métodos, igual que otros productos farmacéuticos incluidos dentro del sistema sanitario público. También exigimos el desarrollo de una estrategia de educación e información en materia de salud sexual y reproductiva, especialmente a través de medidas que impulsen la educación afectiva sexual dentro de la educación primaria y secundaria”.