Artículo de opinión de Javier Abad, militante del PP en Novelda
Tras la victoria electoral del Partido Popular en las elecciones europeas, parece que el Gobierno empieza a recular en sus falsos augurios económicos pronunciados durante la campaña electoral. Si hace unas semanas tan sólo hablaban de los famosos “brotes verdes”, en los últimos días escuchamos a diferentes miembros del ejecutivo esgrimir, por cierto con la boca demasiado pequeña, que nuestra economía no se va a recuperar hasta finales del año próximo.
Habitualmente las declaraciones de los ministros son contradictorias con las manifestadas por el Presidente, y esta vez no es de otra manera, ya que en un acto de demagogia y falsedad disfrazada a la que nos tiene acostumbrados el Sr. Zapatero, nos sigue vendiendo los brotes verdes como si fueran el tan ansiado maná que Dios entregó a Moisés.
El PSOE lleva años vendiéndonos a todos los españoles que bajar los impuestos es una medida “muy socialista”. Pues bien, podemos deducir de tales afirmaciones del pasado que están llevando una política contradictoria con sus ideales. El Gobierno acaba de subir los impuestos, un acto a la desesperada con el fin de aumentar la recaudación en tabaco y gasolina ya que se está produciendo una brutal caída de los ingresos y se debe hacer frente a un elevado déficit que ya se sitúa en el 1.85% del PIB. Pero claro, esto también hay que matizarlo; el Gobierno en un penúltimo intento de decir al mismo tiempo una cosa y la contraria, que tan bien se le da, nos ha vuelto a sorprender. Mientras el Secretario de Estado de Economía dice que la subida de impuestos es debido a que hay que hacer frente a la caída de la recaudación y el elevado gasto público en el que está incurriendo el Gobierno, el Sr. Zapatero lo explica de manera que es una medida para reducir la contaminación del medio ambiente y también para que el tabaco no perjudique nuestra salud. Juzguen ustedes mismos las intenciones pero esta vez es bastante fácil saber el por qué.
Los ciudadanos españoles no se pueden permitir una subida de los impuestos que merma su capacidad económica en medio de una crisis de tales magnitudes, que en nuestro país se ha cebado ya con el 18% de la población activa y existen visos de que el desempleo seguirá creciendo. No es que el PP se alegre de los datos del paro, como algunos a la desesperada se atreven a afirmar, simplemente algunos haciendo un ejercicio de responsabilidad y tratando la situación con objetividad podrían asumir el estado de las cosas conforme se está desarrollando, empezar a tomar medidas y dejarse ya de camuflar la realidad con falsos discursos y acusaciones, que es verdaderamente lo que la ciudadanía exige.
Asistimos a una situación dramática, la de un Gobierno elegido hace poco más de un año en la urnas desgastado por sus constantes errores para sacarnos de la crisis y de otras tantas situaciones. Las urnas han hablado hace muy poco tiempo y aunque hay que analizar los resultados no en clave de elecciones generales pero sí europeas, lo que queda bastante claro es que el partido en el Gobierno ha sufrida una derrota inexcusable. El resultado es claro, como también es claro que no lo pueden eludir ya que si han perdido las elecciones será por alguna razón, y la razón es porque las cosas no se están haciendo bien.
El Gobierno debe dar un giro de 180º en materia económica, si no quiere que al final sean los ciudadanos los que paguen su falta de previsión, sus constantes errores y la ineficacia a largo plazo de la casi totalidad de sus medidas.
Al Gobierno le crecen los problemas día tras día, a su nefasta política económica hay que sumar el retraso y la incapacidad de tomar una decisión tan importante como la referida a nuestro modelo energético, plasmado los últimos días en la decisión sobre la permanencia o cierre de la central nuclear de Garoña, los abusos en el ejercicio de su cargo del Director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), quien debería haber sido cesado inmediatamente tras conocerse y haberse probado sus días de pesca con dinero de todos los españoles además de otras hazañas y tampoco debemos olvidarnos de la desastrosa gestión de la Sra. Ministra de Defensa en nuestra misión en el Líbano en el caso de la detención de los espías israelíes, con poca trascendencia en los medios quizás pero con una gran importancia en cuanto a nuestras relaciones internacionales se refiere.
A todos ellos cabría decirles muy claramente y con voz elevada que con las cosas de TODOS no se juega.