Artículo de opinión de Eladio Aniorte, Presidente de ASAJA-Alicante – Jóvenes Agricultores
Ni tan siquiera la crisis sanitaria provocada por el COVID 19, que ha cambiado nuestra percepción de la vida en determinados aspectos, sirve para frenar las amenazas que siempre se ciernen sobre la agricultura, el agua y el sureste español. En efecto, estos pocos días de desescalada han servido para volver a escribir un capítulo más de imposición, deslealtad y juego sucio del Gobierno central con el problema del agua. No lo han dudado un segundo e intentan aprovechar el estado de «shock» general en el que estamos inmersos para reactivar la guerra del agua y poner en marcha, durante la vigencia del estado de alarma, una renovada estrategia alevosa con el objetivo de poner punto final y por la puerta de atrás al trasvase Tajo – Segura.
Esta pandemia debería habernos servido para aprender a situar algunos elementos que nos hacen mejores y priorizar en valores que son imprescindibles como sociedad y como país. Como por ejemplo, la necesidad de trabajar unidos por un bien común, el desarrollo de sectores productivos, la solidaridad entre regiones, la importancia de apoyar las diferentes actividades económicas, compromiso, avenencia, responsabilidad, diálogo y soluciones. Sin embargo, nada de esto parece importar al Ministerio para la Transición Ecológica, que sigue empeñado en paralizar la actividad agraria que desarrollamos en la zona del Levante al volver con las amenazas del agua.
En esta crisis sanitaria se ha revelado la producción de alimentos, la agricultura y la ganadería, como actividad esencial que participa y garantiza el abastecimiento de la cadena alimentaria. Tener un sector primario fuerte que garantice el suministro de carne, leche, huevos, fruta y verdura a la población, se ha reconocido como una necesidad esencial. En España, durante el estado de alarma, lo que ha ocurrido con los respiradores y los equipos de protección individual, (salir con desesperación al mercado internacional a comprarlos), no ha ocurrido con la producción de fruta y hortalizas en fresco. De hecho, desde Alemania han sido varios los medios de comunicación que se han puesto en contacto con ASAJA, preocupados por saber si íbamos a ser capaces de producir y exportar la suficiente cantidad de frutas y hortalizas para abastecerles o si iban a tener carencias.
Antes del confinamiento ya conocíamos las intenciones del Ministerio de Teresa Ribera de «secar» el Trasvase Tajo-Segura mediante la revisión y el aumento de los caudales ecológicos del Tajo y la redacción del nuevo plan de cuenca para el periodo 2021-2027. No contentos con esta iniciativa, la ministra anuncia dos nuevas medidas, por un lado, ha encargado un informe para volver a estudiar las reglas de explotación del acueducto Tajo-Segura con la voluntad de reordenar las asignaciones. Es decir, estudian recortar los aportes y disminuir la cantidad de agua que nos pertenece sin necesidad de modificar la legislación de Evaluación Ambiental que recoge el Memorándum. La segunda de sus intenciones también revela la inquina de la Sra. Ministra, que recupera la denominada «cláusula Narbona» al anunciar su objetivo de ir recortando el agua del Tajo para sustituirla por agua desalada y residual depurada. ¿Acaso desconoce que dejarnos sin agua es como matarnos? ¿Acaso no sabe de zonas en las que falta el agua, como en África, donde deben recorrerse más de 20 km para poder conseguir una poca y que este grave problema conlleva un terrible lastre para el desarrollo y el bienestar de las personas? Sin lugar a dudas, la capacitación que tiene que tener quien ostenta un cargo tan importante debería ser significativa.
El agua no genera el mismo beneficio en todas partes por igual. Por suerte o por desgracia, el clima y las horas de sol de las que disponemos hacen de nuestra zona un campo especialmente propicio para el desarrollo de la producción de frutas y hortalizas de calidad con un elevado valor comercial. No obstante, es muy difícil continuar en la actividad agraria con esta creciente incertidumbre hídrica que el Gobierno central se ha encargado de instalar y con una espada de Damocles sobre esta infraestructura que, de ejecutarse, supondría un atentado sin precedentes en la historia del Trasvase Tajo-Segura, que sostiene a más de 40.000 familias.
Mientras observamos como aumenta el paro en España, en las tierras a las que llega el agua del Tajo, como la Región de Murcia, se ha batido el récord del siglo en la creación de puestos de trabajo en el sector agrario, con 92.693 nuevas contrataciones en mayo. En Alicante también ha descendido el desempleo en 325 personas y destaca que el 40% de ellas ha encontrado un trabajo en el citado mes de dificultad gracias a la agricultura. Producir alimentos genera puestos de trabajo y un efecto multiplicador en otros sectores: transporte; comercio, tanto al por mayor, como al por menor; alojamiento; restauración; investigación y desarrollo; maquinaria; combustible; construcción; industria química y productos fitosanitarios; energía eléctrica; depuración de agua; intermediación financiera, etc. ¿Qué necesidad hay en estos tiempos de crisis de hacer desaparecer la agricultura del sureste español? ¿No deberían nuestros políticos trabajar para recuperar la economía y el empleo? ¿De verdad piensan que pueden dejarnos sin agua sin que haya graves consecuencias?