Recientemente uno de nuestros representantes municipales dijo sentirse orgulloso de los más de cien años de historia de su partido. El PSOE fundado el 02/05/1879 en Madrid. En la actualidad no podemos ser responsables de acciones pasadas, lo que nos debe permitir examinar con rigor e incluso disentir de decisiones tomadas en el pasado. Sentir orgullo se considera exceso de estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos por los cuales las personas se creen superiores a los demás. Es un sentimiento de satisfacción hacia algo propio o cercano, esta definición nos la da RAE.
Cuando se dice sentir orgullo de los más de cien años de un partido ¿avalamos todo lo acontecido durante tanto tiempo? Tener una ideología no quiere decir tener la obligación de defender actuaciones con las que no estamos de acuerdo. Es impensable que se pueda sentir orgullo de los casos de corrupción que han acompañado al PSOE a lo largo de su historia. Definir la corrupción es muy sencillo, se puede decir que es la situación o circunstancia por la que existe abuso de poder. Cuando un político utiliza las instituciones públicas para abusar del poder, estamos hablando de corrupción, y aquí el PSOE tiene experiencia.
En política se cometen errores, que se deben asumir, no negar y 143 años, dan para cometer muchos. Si tuviéramos que enumerar los casos de corrupción del PSOE necesitaríamos entregas por fascículos. Solo vamos a mencionar uno, el caso ERE. Es el mayor caso de corrupción que se ha dado en nuestro país desde que somos Estado Democrático, tanto por el número de imputados como por el dinero malversado.
Los máximos dirigentes de Andalucía durante los últimos 40 años han sido sentenciados y condenados, estos personajes están en espera de indulto, la desvergüenza no tiene límite. ¿Alguien puede sentir orgullo de un pasado de corrupción? Parece ser que si, en palabras del expresidente Zapatero durante la campaña andaluza. Si dejamos el pasado y nos centramos en el presente, se observa el desconcierto de la sociedad.
Estamos gobernados por un ególatra carente de empatía, reina la anarquía, un día dicen una cosa y al siguiente lo contrario, desconcertante. Dirige la nación, el binomio social-comunista, una fusión volátil que en cualquier momento puede estallar, apoyado por proetarras, separatistas y nacionalistas. Este grupo tan dispar, forma el poder legislativo y ejecutivo, pasando del judicial. Modifican leyes que acaban por favorecer a violadores y asesinos, pretenden indultar y reducir penas a golpistas, nace la Ley de Memoria Democrática, dejando de lado la historia y vulnerando derechos fundamentales como la libertad de expresión.
Gobierno a golpe de decreto y legislación a la carta según necesidades de sus socios. Hay que tener mucho orgullo para digerir semejante pasado y
presente.