‘UN ENCUENTRO MUY NOVELDERO’. Artículo de opinión de Paco Penalva

Cuando llegan las Fiestas te encuentras con amigos de juventud que vuelven a Novelda a ver a la familia, y disfrutarlas con ellos. En estas pasadas, me encontré con Antonio “EL Bo”, le llamábamos así, porque era eso bonachón y algo inocente, siendo el blanco de las bromas pesadas.

En nuestra conversación tomándonos un agua limón para refrescarnos del intenso calor del mes de Julio, nos imaginemos aquellos chambis de mantecao y chocolate y los polos, que vendían por las  calles con sus carritos ambulantes el “Gordo” y el “Olivero”.

  Me contó emocionado, que aun tenía en el olfato el olor a tierra mojada después de pasar la “arruchaora” por las calles de tierra por las tardes; era penetrante, y cuando entraba en tu olfato te llenaba el pensamiento de sensaciones vividas. Un olor que el aspiraba junto a su familia a la puerta  de su casa, en el carrer Major de San Roc. Allí, cenaban junto con los vecinos, y después se contaban pasaetes, y algún chiste que otro.

El ultimo día de Fiestas, Antonio nos invito a mi mujer y a mí junto a su familia, a comernos un “Arros en conill y caragols”, en la huerta de sus prima Maleneta “La des Mistos”, en el Campet. Allí, estuvimos toda la mañana hablando a la sombra de un pino, mientras su prima hacia la paella.

Me sorprendió de este buen hombre, su enorme memoria, con detalles casi fotográficos de cosas y lugares típicos de nuestro pueblo, cuando eramos chiquillos.

Se acordaba como si lo estuviera viendo ahora, de la tienda de Grabielet; el comercio n.º 24 en la calle Pelayo, que aun esta hay, en un edificio muy viejo, con la puerta y las ventanas metálicas totalmente oxidadas. En su interior oscuro y lleno de rincones, se vendían, y el lo explicaba con todo detalle, las cosas mas variopintas: Jaulas para pájaros, espardenyes de espart, legumbres dentro de sacos de yute; arros, lentejas, habichuelas…, botijos y cantaros de barro, orinales, zotal, botones de todos los colores y tamaños. Ademas de companage, que te posaba enrolla en pape de estrasa, hilos de alambre, cuerdas, botes de pintura, sifons y gaseoses. En fin de todo.

   Entre risas por lo que me dijo sobre esta tienda tan conocida en Novelda en aquellos tiempos, le recordé que dentro de ella, aun habrán seguro, algunas de aquellas cosas que vendía Grabielet.

En su larga conversación me hablo También del kiosco/cajón de Tomas de color verde, en la replaceta de San Pascual. En él, vendía golosinas, tabaco, frutos secos, condones, petardos…, Y alquilaba novelas de Oeste de Marcial Lafuente Estefania, que él leía mientras atendía a la gente.

   Su ultimo recuerdo fue para la bodega del Jumillano en la Glorieta, que aun la tenia en su mente y olfato. Y me dijo algo muy propio de su carácter. Que en el edificio que hay ahora en el que una vez entro, donde estaba hace ya muchos años aquel local de bebidas, aun olía vino.

    En fin, vivencias y recuerdos muy personales de mi buen amigo Antonio, que sin lugar a dudas forman parte de la historia popular de nuestra querida Novelda.

                                             Firmado:  

                                                                P&A

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