Artículo de opinión de Luis Miguel Martínez, Partido Popular
En política, es común ver cómo los problemas que una administración no resuelve son rápidamente achacados a la anterior. Se señala a los predecesores, culpándolos por malas decisiones, obras fallidas o proyectos no llevados a cabo. Sin embargo, cuando un gobierno promete que va a arreglar un problema heredado y luego no lo soluciona, no solo hereda la responsabilidad, sino también la culpa. Decir que se va a resolver algo y luego no cumplir es tan grave como haber cometido el error en primer lugar.
El compromiso político no es una declaración vacía. Al asumir el poder, la administración adquiere la responsabilidad de enfrentar los problemas, ya sea que los hayan causado ellos mismos o los hayan heredado.
Cuando una nueva administración se excusa constantemente en los errores del pasado, en lugar de enfocarse en cumplir sus promesas de volver a abrir el CSAD, muestra que no es capaz de asumir su parte de culpa. Al fin y al cabo, una vez que has asumido la promesa de solucionar el problema, no puedes seguir culpando a otros por lo que tú tampoco has hecho. Novelda no solo espera explicaciones, sino soluciones. Si el PSOE asume un reto y no lo enfrenta de manera efectiva, se convierte en cómplice del problema.
En ese sentido, cargar contra los errores del pasado sin hacer nada por corregirlos es una estrategia fallida. En lugar de quedar como víctimas de una mala gestión anterior, el PSOE pasa a formar parte del mismo fallo. Lo que realmente importa es si se «está trabajando» para solucionarlo, no si fue otro el que lo hizo mal primero.
Por eso, prometer una solución y no ejecutarla es tan perjudicial como haber generado el problema en primera instancia. Los problemas heredados no son excusa para la inacción. Al asumir las riendas, se asume la responsabilidad total del presente, y con ello la obligación de solucionar los problemas, sin importar su origen. Prometer y culpar a la administración anterior solo os va a funcionar un tiempo…
No se puede simplemente heredar los problemas y prometer cambios sin actuar. La inacción es un reflejo de incompetencia, y cuando las promesas no se cumplen, la línea entre el causante original y quien promete sin cumplir se desdibuja, dejando a ambos igualmente responsables ante el pueblo.