El nuevo mercado central de Novelda. Artículo de opinión de Manuel Guill

Construir sobre lo construido no es una elección, sino un condicionante en ciudades pequeñas. Principalmente en aquellas que no cuentan con un crecimiento poblacional que justifique cualquier extensión territorial para crecer. Intervenir en el viejo corazón de una ciudad ha sido siempre motivo de un continuo debate, basado en distintas posiciones sociales y arquitectónicas que generan reflexión y discusión sobre los valores de la ciudad antigua, con la finalidad de decidir sobre su validez actual, su renovación o su conservación, transformando sus tejidos urbanos. Un debate, una controversia a resolver desde la democracia.

Es evidente que dicho cambio está vinculado a la sociedad y su evolución. Y  al deseo de lo que queremos ser como comunidad urbana.

La ciudad y su corazón antiguo son el reflejo de quienes la habitaron y hoy la habitan, por lo tanto, la perpetua renovación de sus tejidos es inherente a la evolución urbana de las ciudades vivas. La sustitución cédula a cédula, casa a casa, de estos tejidos urbanos, se ha producido siempre y ha sido el antídoto para evitar la esclerosis de la ciudad, algo letal para su supervivencia.

A pesar de todo ello, existen ciertos espacios históricos que forman parte de la ciudad antigua que mantienen un carácter simbólico de apropiación ciudadana, que le llamamos “lugar”, entendido como el espacio más personal del ser humano, es decir como su hogar.

¿Qué es un lugar? La capacidad de interpretar las nuevas necesidades sociales y plasmarlas en el tejido urbano es lo que nos ha permitido que los espacios aprehendidos por los ciudadanos mantengan su carácter de espacio vivo. Para su transformación es necesario hacer una profunda reflexión de la evolución real de la ciudad y de cómo se relacionan las formas y tejidos preexistentes con las dinámicas de su evolución demográfica.

Si nos planteamos el análisis de la inserción de un elemento nuevo, discordante con la escala urbana existente descubrimos que, siendo la arquitectura un componente importante de la ciudad, no es menos importante su relación con el medio que lo rodea y, a diferencia de la solución urbana que puede tener variantes –sin menospreciar las relaciones existentes entre el dialogo arquitectura/ciudad- estas, deben ser las precisas para la transformación social de un tejido urbano, un espacio público o un edificio diseñado para otras funciones en otro tiempo, con otra escala.

El casco antiguo de la ciudad es una superposición de capas, de épocas y monumentos históricos distintos, capaces de constituir la base de su futuro.  La inserción de nuevos elementos debe valorar la convivencia de lo viejo y lo nuevo, sin incrementar ni consolidar los problemas que se pretenden resolver.

Estos nuevos proyectos contemporáneos, que no distinguen una discoteca de una iglesia, y que crean una nueva capa sobre la ciudad histórica, deben ser claramente identificables y compatibles con la proporción urbana de su entorno, con la finalidad de encajar en él y fusionarse – sin producir estridencias tipológicas- sabiendo, de antemano, que el valor de la ciudad antigua no reside en su inalterable forma, pero tampoco, en  destruir la relación de escala entre su emplazamiento en la ciudad, su ambiente urbano y su historia.

La reflexión final es evidente: ¿De quién es la ciudad? ¿Quién tiene el derecho a ella y a su vida urbana? ¿En manos de quién está su diseño?…

“La buena arquitectura no es un espectáculo sino un servicio, un derecho ciudadano”

Novelda febrero 2025

Manuel Guill Gran

Arquitecto y Urbanista.

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