Artículo de opinión de María García Navarro
Como ciudadana de Novelda, me gusta pensar que vivo en una ciudad próspera, una ciudad que está creciendo a un ritmo vertiginoso y que está ganando en importancia.
Como animalista, involucrada en la labor de ayudar a las colonias de gatos callejeros, me siento muy orgullosa de vivir en un lugar donde la mayoría de la gente respeta, valora y apoya nuestra labor. El cuidado y el respeto, en este caso, de nuestros compañeros felinos, es un reflejo de la sociedad que queremos conseguir, y es precisamente esa la razón por la que todos los días somos muchos los que luchamos para aportar nuestro granito de arena. Ya hace 10 años que se fundó CES Novelda, 10 años en los que nuestro equipo de voluntarias ha trabajado muy duro diariamente, de forma totalmente altruista y en los que hemos conseguido visibilizar, normalizar y mejorar las colonias felinas de nuestro municipio.
Con respecto al tema de la presencia de animales en nuestras calles, si analizamos a la sociedad en los últimos años, hemos podido observar el aumento de familias donde uno, o varios miembros de ellas, tienen cuatro patas. Estos, a los que llamamos «perrihijos» también son miembros de nuestra comunidad, conviven con nosotros, pasean por nuestras calles, interactúan con nosotros y disfrutan corriendo y jugando en los parques habilitados para ellos, pero claro, no todo el mundo lo ve así.
Recientemente se nos ha informado a las asociaciones animalistas, de una problemática surgida concretamente en un área de esparcimiento canino, donde al parecer, los perros molestan porque «ladran». Como solución preventiva, la primera medida fue imponer un horario de cierre. Parece que no funcionó como se esperaba y sigue habiendo quejas, por tanto, la siguiente propuesta es su cierre total. Y no sólo eso, también sugieren el cambio de ubicación de la colonia de gatos allí presente desde hace muchos años. Puede que alguien se pregunte… ¿por qué? Hay voces que afirman que una de las causas de los ladridos es, precisamente, la presencia de gatos.
Podría comenzar dedicando varias líneas a explicar por qué no es sencillo trasladar una colonia de gatos, los problemas que conlleva ese cambio que, por la naturaleza territorial de estos, supondría, en la mayoría de los casos, un desenlace fatal para ellos. Sin embargo, no es esa mi intención en este momento.
Si analizamos este caso en profundidad, lo realmente preocupante es si cada vez «nos molesta más todo». Por suerte o por desgracia, es imposible vivir en un mundo donde todo sea perfecto e idílico; los pájaros cantan, la lluvia moja, las personas hablan, los niños lloran y los perros… ladran, aunque haya gente que no lo entienda.
El trato hacia los animales es un reflejo de la sociedad que nos rodea, de una sociedad civilizada y responsable. Como he comentado a principio de estas líneas, quiero pensar que Novelda avanza en la dirección correcta, pero reivindicaciones como esta nos preocupan y hacen que lo pongamos en duda. Lo que hace especial a una población como la nuestra es, además de otras muchas cosas, el trabajo para el crecimiento de la empatía y el esfuerzo de todos por vivir en armonía. Normalizar la convivencia con animales no es sólo un sueño, sino una necesidad, dado el mundo que nos rodea.
Nosotras seguiremos soñando con ese mundo ideal, luchando porque los animales de 4 patas, esos que dan su amor incondicional sin pedir nada a cambio, también vivan en un lugar donde sean tenidos en cuenta, donde sean queridos, donde no sean abandonados ni maltratados y donde «no molesten». Llegar a conseguir ese ideal sí que debería movilizarnos en masa y mantenernos en la lucha, sin decaer, hasta que demostremos ser la familia y los vecinos que ellos se merecen.