Cada 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo LGTBI+ invitándonos a reflexionar, a mirar de frente una realidad que, por más visible que parezca, sigue necesitando ser defendida: la igualdad, la libertad y la dignidad de todas las personas, sin importar a quién amen o cómo se identifiquen. No es una fiesta, ni una bandera multicolor: es memoria, es reivindicación y es también un acto de resistencia colectiva. Porque, aunque hemos logrado avances importantes, todavía queda mucho camino por recorrer.
Hay que posicionarse, rechazar el odio con claridad y defender la dignidad de cada persona desde todos los ámbitos: el familiar, el educativo, el político y el social.
Anclados en un pasado que queremos olvidar, la única forma de curar esa herida histórica es transformarla en afirmación, en visibilidad, en vida.
La diversidad no es una amenaza, es una riqueza que nos hace más humanos. Cada persona, con su historia, su identidad y su forma de amar, suma a una sociedad más libre, más justa y más fuerte. No hay una única manera de vivir, de sentir o de construir una familia. Y eso no es una debilidad, es una oportunidad para construir comunidades más empáticas y comprensivas.
La igualdad se alcanzará cuando el respeto esté presente en el lenguaje, en los medios, en los colegios, en las redes sociales, en los espacios públicos y privados, cuando ya no se tenga miedo a la mirada del otro, al juicio, a la burla. Cuando una persona pueda ser quien es sin pensar que eso puede costarle el empleo, la salud mental o incluso la vida.
Necesitamos referentes, visibilidad, representación. Necesitamos que la infancia LGTBI crezca sabiendo que su existencia es válida, que no está sola, que amar no debe doler.
Educar en el respeto es educar en el amor. Lo que no se nombra no existe y lo que no se defiende, se pierde. Por eso es tan importante seguir alzando la voz, incluso cuando parece que todo está ganado. Porque no lo está.
Este 28 de junio, celebremos en nuestras calles, en nuestras casas, en nuestras palabras. Que no haya rincón donde no llegue el mensaje de igualdad. Por quienes lucharon antes, por quienes aún no pueden, por quienes vendrán. Porque todos merecemos vivir con libertad.
Porque ningún derecho se conquista para siempre si no se defiende cada día con orgullo, con firmeza y con amor.
Vivir con miedo no debe ser una opción.
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