Me recibe en su domicilio y como a cualquier otra “vieja gloria” del deporte local, le agrada recordar su historia interna. Nuestro protagonista de hoy relata que nació en el año 1945 en la calle de San Roque y fue alumno de un colegio (el Hernán Cortés) que cambió posteriormente de nombre por el de Cervantes, cerca de la Glorieta y que hoy es un conservatorio de música. El interior del edificio no tenía patio en el que poder jugar al fútbol, su ilusión infantil, por lo que el lugar de esparcimiento junto a otros niños fue la replaceta de San Roque.
Allí, otro muchacho algo mayor le llamaba “Diguardo” y de ahí se deriva su sobrenombre, por el que se le ha conocido. Los chavales de los distintos barrios se retaban entre sí y organizaban una especie de torneo infantil. Si se conseguía el permiso, se trasladaban al patio del colegio Oratorio Festivo, donde era segura la disputa de “la final”. Eduardo se integró en un grupo de niños entre 10 y 12 años, vecinos de Las Casitas Nuevas, de la avenida de Elche.
A los 15 años (1960) lo integraron en el equipo Juvenil del Novelda CF y recuerda entre sus contemporáneos, entre otros a los hermanos Antonio y Paco Romero, a Máñez y un largo etcétera. Entre los equipos rivales de la provincia estaban Alicante, Orihuela, Villena, Elda… y les llevaban en un autobús pagado por la directiva. El míster, o entrenador, era un tal Ángel, quien también fue después árbitro y linier en Tercera División. Otro entrenador fue Manolo Rosera.
Lograron los del Novelda CF dos veces el ascenso a Tercera División y ya tenía entonces 19 a 20 años. Pero recién ascendidos se enfrentaron a equipos mucho más curtidos que ellos, y si antes en 1ª Regional eran “cabeza de león´”, en Tercera pasaron a ser “cola de ratón”. En esta Tercera División tuvieron como rivales entre otros al Deportivo Eldense, el Albacete, el Cartagena o el Alicante, filial del Hércules CF.
Recuerda dos casos en que hubo “tangana” multitudinaria: en Cehegín (Murcia) y en Tobarra (Albacete), por la agresividad de los espectadores locales. Otra anécdota similar acaeció aquí en el campo de La Magdalena, donde el visitante fue el Atlético Cartagena, ya que el delegado de campo agredió al árbitro y se suspendió el partido, siendo sancionado el equipo local. Más invasiones del público al campo las recuerda en Totana o en Torrepacheco y otras ciudades, porque los espectadores no asumían las decisiones arbitrales. Pobre árbitro si le alcanzaban… era el primero en echar a correr.
Estando integrado en el equipo local hubo de dejarlo para “hacer la mili” en Alcoy y entonces fichó por el Jijona CF donde jugó tres temporadas, hasta la 1968/69. En el equipo turronero coincidió con dos compañeros noveldenses: su propio hermano Daniel y otro, apodado “el Timpli”; se desplazaban en un taxi, pagado por el club. Guarda un grato recuerdo del presidente del Jijona CF, una buena persona al que recuerda “casi como su padre”.
En la última temporada con la camiseta del Jijona, casi al final de aquella Liga, les visitó el Alicante CF, al que vencieron por 1 – 0, siendo su autor nuestro protagonista de hoy, “Diguar”, además de jugador más destacado, lo que le supuso una oferta del conjunto de la capital, la cual aceptó. Se jugaba en el campo de la Viña en el barrio de La Florida. Le impactó este cambio al Alicante, pues había un ambiente “de Primera”: prensa, sauna, masaje, concentración, hoteles desde el sábado… Eso no lo había tenido antes en los anteriores equipos. Jugó tres temporadas con el Alicante CF hasta la 1972/73.
Jugaron dos veces la promoción de ascenso a doble partido. Un año ante el Mallorca CF con empate a tres goles en Alicante y derrota en la capital balear por 1 – 0; no pudo ser. Al año siguiente, repitieron la promoción contra el Mirandés, con victoria inicial en la capital de la Costa Blanca por 2 – 1 y una abultada derrota por 4 – 0 en su visita a la ciudad burgalesa. Les quedó la sospecha de que hubo provocación inicial de sus rivales burgaleses, pues durante la madrugada anterior regaron el campo abundantemente y aquello se convirtió en un barrizal, al que sus rivales estaban más acostumbrados.
Regresó al Novelda CF “para que no desapareciera” cuando él tenía 28 años y coincidió con Makoli, Alvarado… Continuaron jugando por pura y desinteresada afición, sin cobrar nada. Desde la adolescencia trabajó en la industria local del mármol, pues su sueldo era indispensable en el hogar paterno.
Su otro hermano, Sergio, fue portero en el conjunto Rayo Ibense, quien le llamó para que le hiciesen una prueba allí, donde fichó y jugó sus dos últimas temporadas, allá por los años 1974 y 1975.
Pasó por el altar junto a Josefina, quien trajo al mundo doble pareja: dos chicos y dos chicas. Los varones, Edu y Carlos también se decidieron por el deporte del balón. Actualmente tienen seis nietos y uno de ellos viajó al Reino Unido y se fotografió en sedes de equipos británicos junto a camisetas históricas como las del Manchester City y Manchester United y otras elásticas que oímos en encuentros de la Champions.
Volviendo a Eduardo “Diguar”, actualmente con 80 años, tiene una vida similar a la de cualquier jubilado: tiempo libre para recordar aquellos lejanos momentos de la juventud.




























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