El transcurso de los días y el trabajo bien hecho en el I Taller de Cocina, organizado por la concejalía de Juventud y que tiene lugar estos días en el Hotel Palacios, no solamente se percibe a la hora de localizar los productos en la cocina, sino también en la soltura con que los alumnos se muestran ante la elaboración de las recetas, deshaciéndose del miedo que antes imperaba. Tras la dificultad de los pescados y las cremas, la preparación de las diferentes carnes demostró contar con una de las preferencias de los alumnos, que aprendieron a cocinarlo de mil maneras. La que más expectación despertó fue la “Pierna de cordero asada con costra de pistachos y menta”, en el que se aliaba un exquisito sabor de la carne al horno mezclado con la capa de frutos secos y especias. Además, otra de las sorpresas de la jornada fue el “Solomillo a la broche”, que se dividió en dos: una rodeada con bacon y, otra, mucho más costosa de confeccionar, que contaba con una capa de perejil, ajo, dátiles, pasas, tomillo, romero y almendras que, tras 10 minutos al horno, otorgó al solomillo de cerdo un choque y contraste de texturas muy interesantes. Los alumnos, asesorados y dirigidos por los profesores Alma Palacios y Manuel Zamorano en el Hotel Palacios, salieron muy satisfechos de su reto con las carnes
Al final de cada sesión, la profesora Alma Palacios pidió a los autores de las recetas que explicaran a sus compañeros cómo trabajaron los productos hasta su punto final. Y, tras cada explicación, el éxito de las carnes apenas dejó bocado en el plato. Para postre, en este caso, se confeccionó un delicioso rollo de dulce de crema y chocolate, que despareció en cuestión de minutos tras varias horas de trabajo.
Otras recetas fueron: “Albóndigas a la madrileña”, que cubiertas por una deliciosa salsa, también se esfumaron; “Broncheta de riñones (y bacon) a la provenzal”, acompañado por unos tomates con pan rallado, perejil y ajo picado al horno; “Conejo al ajillo”, un clásico que tampoco pasó desapercibido entre los cocineros-comensales; y “Pollo Polichinel”, que combinaba exquisitamente la ternera con la pechuga de pollo.