Mucho se ha escrito ya sobre la pandemia que estamos viviendo, pero los mensajes que circulan se pueden dividir básicamente en dos tipos: de catástrofe o de esperanza.
Por un lado tenemos las informaciones sobre el contagio, los infectados o lo que algunos entienden como una mala gestión de la situación, y todo ello nos provoca un estado de incertidumbre y ansiedad, que en determinadas personas con tendencia a la obsesión puede derivar en pánico.
Y por otra parte encontramos los mensajes de aquellos que superan el virus, las reacciones espontáneas de apoyo a sanitarios, fuerzas de seguridad y demás personas que cuidan de nosotros, y cómo no, los divertidos mensajes de humor que tanto caracterizan a nuestra sociedad. Todo esto alivia la tensión tanto física como psicológica y nos dirige hacia un estado de mayor serenidad.
Parémonos un segundo a pensar. Os invito a detenernos para reflexionar sobre un hecho incontestable. Todo lo anterior forma parte de la realidad, todo es verdad y está sucediendo en este momento: situaciones penosas y preocupantes, pero también momentos altamente gratificantes. ¿Con qué te quedas? Esa es la cuestión, dónde eliges instalarte.
No se trata de mirar a otra parte y hacer caso omiso de las recomendaciones en un derroche de irresponsabilidad, ni mucho menos. Debemos tomarnos en serio las medidas de protección, estar debidamente informados, aunque no sobreinformados, quedarnos en casa, atender a nuestro estado de salud y mantener la higiene adecuada que recomiendan las autoridades sanitarias.
Pero una vez hecho esto, que nos puede llevar unos pocos minutos al día, podemos dirigir nuestra atención a la parte más amable de la realidad, manteniendo conductas que alienten nuestro estado anímico. Integrar nuevas rutinas de trabajo, ocio y de relaciones sociales en nuestro día a día, aprovechando el momento y manteniendo contacto con nuestras familias y amigos, mejor si puede ser de forma visual con videollamadas. Aprovechar este tiempo para disfrutar actividades que habitualmente no podemos llevar a cabo porque estamos ocupados. Practicar algo de ejercicio físico, que reduce los síntomas de la depresión y la ansiedad, y además aumenta la sensación de bienestar.
El futuro es incierto, sin duda, pero podemos pensar únicamente en la ruina económica y la devastación sanitaria, o ampliar nuestra mirada y valorar que el ser humano siempre se ha caracterizado por su respuesta excepcional ante situaciones de adversidad, reinventándose y saliendo más reforzado de los momentos más difíciles, multiplicando su conocimiento y mejorando los procedimientos. Y este momento histórico no tiene por qué ser diferente.
Unámonos en la creencia de que todo acabará, y obtendremos el regalo de haber aprendido a aprovechar más el momento, de disfrutar del tiempo con nuestros seres queridos, de valorar lo que tenemos, puesto que esta experiencia ha puesto de manifiesto que en un instante todo puede cambiar. Pensemos que lo bueno que saquemos de esto, aún está por descubrir.
Rosa Mary Rizo Martínez
Psicóloga clínica