El pedrisco caído el pasado mes de mayo disminuye notablemente la producción de uva embolsada para esta campaña.
Tras los devastadores efectos causados por las inclemencias meteorológicas en el Valle del Vinalopó durante el pasado mes de mayo, los productores de uva de mesa inician la próxima semana el proceso de embolsado, cubriendo todos aquellos racimos que cumplan con los criterios de calidad y selección con un bolso de papel especial que los protegerá hasta que estén listos para ser recolectados.
En total esté año se colocarán cerca de 80 millones de bolsos repartidos en las 1.000 hectáreas que quedaron sin dañar y otras tantas en las que se pudo salvar parte de la producción.
El buen cuajado de la últimas semanas hace prever que, pese a que la producción de este año será mucho menor que años anteriores, la calidad será buena, tal y como explica el presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen, José Bernabeu.
La técnica del embolsado, además de ser un proceso único en el mundo y totalmente artesanal, es básico para la adecuada maduración de la uva, ya que le proporciona unas características singulares, entre las que destacan el sabor, el color y una piel más fina que el resto, gracias a la protección que el bolso ejerce sobre cada uno de los granos ante los diferentes agentes externos.
Propiedades de la Uva embolsada del Vinalopó
La uva embolsada del Vinalopó (tanto en su variedad Aledo como Ideal) es una importante fuente de fibra, hidratos de carbono y antioxidantes para el organismo. Concretamente, es la única uva de mesa estudiada, que contiene gran cantidad de Resveratrol (potente anticancerígeno capaz de ayudar a prevenir el desarrollo de tumores) en su piel y pepitas. Además, su consumo contribuye a equilibrar los niveles de colesterol, por lo que desempeña un papel importante en la prevención de enfermedades cardiovasculares.
En septiembre comenzará la recolección de los primeros racimos de la variedad de uva Ideal. La campaña de recolección se prolonga hasta Navidad, cuando se consume la uva Aledo, que es la tradicional del día de Nochevieja.
Artículo de opinión de Claudio Rizo Aldeguer
EL RESULTADO ES LO QUE VALE
Ya estamos en semifinales. Toda la vida tratando de doblegar el complejo de cuartos, y ya está hecho. Con sufrimiento. Más del esperado. Pero hecho. Los peces gordos están fuera de la lidia. Francia, Inglaterra, Italia, Argentina o Brasil, ven el desarrollo del Mundial por pantallas Leds, dejándonos -a todos- extrañados, y esperanzados, por su pronta eliminación. Alemania es la “última grande” que aún sigue en liza. Y ya le dimos candela hace dos años, al tiempo que enviábamos a todo el orbe balompédico la señal de que una nueva filosofía de fútbol, de suerte casi artística, había sido fraguada en un país por el que nadie apostaba. Veremos si hay repetición de la jugada. En todo caso, era impensable hace un mes aprestarse uno a ver las semifinales del Mundial sudafricano sin que ninguna de estas selecciones ocuparan asiento en las apuestas que tan de moda están en la Red. Pareciera que el fútbol hubiera mudado su curso, su historia… su eterno desenlace en favor de los de siempre. Es lo que tiene la mezcolanza de esta globalización, a veces, cabrona, otras, bendita: los genes futbolísticos, capacidades innatas que siempre hemos atribuido a determinados lugares y a ciertos jugadores que en ellos nacen, diría que han viajado en las maletas de sus estrellas a otros destinos, haciendo germinar nuevas e imprevista formas balompédicas. No de otro modo se entiende que España venga exhibiendo, desde hace un par de años, trazas sólo algunos peldaños por debajo del último Brasil que tanto nos enamoró: el del Naranjito; que Paraguay haya llegado por primera vez a cuartos, que Italia se haya salido en la primera curva o que a Argentina se la recuerde, más que por las genialidades de otras épocas, por los exabruptos del zascandil del “pelusa”.
A España se la mira de reojo; a veces con indisimulado respeto, otras, con falsa envidia, pues, de largo, practica el fútbol más moderno del momento. Y cuando digo moderno, digo bonito, elegante, instintivo… de un toque-toque desquiciante que hoy es patrimonio de unos bajitos vestidos de rojo que terminan por marear –y desencajar- al más sobrio de la fiesta. Nunca hemos tenido una Selección tan equipada como esta. Es una generación de las que surgen cada cien años. Si ocurre. Casillas, Piqué, Pujol, Xavi, Iniesta, Torres o Villa, no se dan de continuo, no es normal que coincidan en el tiempo, ni por supuesto en un mismo equipo.
Puede que mis palabras parezcan exageradas, pero seguro que es porque jamás hemos ganado un Mundial. Ni rozarlo. Pues hacerte con ese trofeo es lo que te convierte, de gran jugador, de gran equipo, en leyenda intocable. Como le ocurrió a Maradona, con su genialidad ante los ingleses en el mundial de México. Ese era su momento, y lo aprovechó. Messi repitió ese gol veinte años después, pero fue ante el Getafe, en la Copa del Rey. Que no es lo mismo. O incluso el mismísimo Zidane diría no sería tan mito –siéndolo de sobra-, si en lugar de haber dibujado en el aire la más bella acción estética que se recuerda en una final europea, lo hubiera hecho ante el Zaragoza en la cuarta jornada de Liga.
El juego de España, pues, de toque clarividente, casi de puro colegio, puede quedar en eso, en bonito simplemente, si Alemania nos casca el miércoles. Para trascender, para escribir en oro determinadas páginas, no hay otro camino que la victoria. Pero no vale cualquier victoria. Sino una con solera. Con el suficiente empaque como para dejar temblando a tres cuartos de planeta. Y en el momento justo. Sin eso, no hay toque-toque que quede impreso en papel. ¿Apuestan?
Ya estamos en semifinales. Toda la vida tratando de doblegar el complejo de cuartos, y ya está hecho. Con sufrimiento. Más del esperado. Pero hecho. Los peces gordos están fuera de la lidia. Francia, Inglaterra, Italia, Argentina o Brasil, ven el desarrollo del Mundial por pantallas Leds, dejándonos -a todos- extrañados, y esperanzados, por su pronta eliminación. Alemania es la “última grande” que aún sigue en liza. Y ya le dimos candela hace dos años, al tiempo que enviábamos a todo el orbe balompédico la señal de que una nueva filosofía de fútbol, de suerte casi artística, había sido fraguada en un país por el que nadie apostaba. Veremos si hay repetición de la jugada. En todo caso, era impensable hace un mes aprestarse uno a ver las semifinales del Mundial sudafricano sin que ninguna de estas selecciones ocuparan asiento en las apuestas que tan de moda están en la Red. Pareciera que el fútbol hubiera mudado su curso, su historia… su eterno desenlace en favor de los de siempre. Es lo que tiene la mezcolanza de esta globalización, a veces, cabrona, otras, bendita: los genes futbolísticos, capacidades innatas que siempre hemos atribuido a determinados lugares y a ciertos jugadores que en ellos nacen, diría que han viajado en las maletas de sus estrellas a otros destinos, haciendo germinar nuevas e imprevista formas balompédicas. No de otro modo se entiende que España venga exhibiendo, desde hace un par de años, trazas sólo algunos peldaños por debajo del último Brasil que tanto nos enamoró: el del Naranjito; que Paraguay haya llegado por primera vez a cuartos, que Italia se haya salido en la primera curva o que a Argentina se la recuerde, más que por las genialidades de otras épocas, por los exabruptos del zascandil del “pelusa”.
A España se la mira de reojo; a veces con indisimulado respeto, otras, con falsa envidia, pues, de largo, practica el fútbol más moderno del momento. Y cuando digo moderno, digo bonito, elegante, instintivo… de un toque-toque desquiciante que hoy es patrimonio de unos bajitos vestidos de rojo que terminan por marear –y desencajar- al más sobrio de la fiesta. Nunca hemos tenido una Selección tan equipada como esta. Es una generación de las que surgen cada cien años. Si ocurre. Casillas, Piqué, Pujol, Xavi, Iniesta, Torres o Villa, no se dan de continuo, no es normal que coincidan en el tiempo, ni por supuesto en un mismo equipo.
Puede que mis palabras parezcan exageradas, pero seguro que es porque jamás hemos ganado un Mundial. Ni rozarlo. Pues hacerte con ese trofeo es lo que te convierte, de gran jugador, de gran equipo, en leyenda intocable. Como le ocurrió a Maradona, con su genialidad ante los ingleses en el mundial de México. Ese era su momento, y lo aprovechó. Messi repitió ese gol veinte años después, pero fue ante el Getafe, en la Copa del Rey. Que no es lo mismo. O incluso el mismísimo Zidane diría no sería tan mito –siéndolo de sobra-, si en lugar de haber dibujado en el aire la más bella acción estética que se recuerda en una final europea, lo hubiera hecho ante el Zaragoza en la cuarta jornada de Liga.
El juego de España, pues, de toque clarividente, casi de puro colegio, puede quedar en eso, en bonito simplemente, si Alemania nos casca el miércoles. Para trascender, para escribir en oro determinadas páginas, no hay otro camino que la victoria. Pero no vale cualquier victoria. Sino una con solera. Con el suficiente empaque como para dejar temblando a tres cuartos de planeta. Y en el momento justo. Sin eso, no hay toque-toque que quede impreso en papel. ¿Apuestan?
El Novelda-Carmencita presenta el XXIV Cross Subida al Santuario
Este cross se ha convertido en una cita obligada ya de las muchas de las fiestas patronales de Novelda. El sábado anterior al de la subida de la Santa, 31 de julio, las calles de Novelda y el camino hasta el santuario se llenarán de los atletas dispuestos a cumplir un año más con esta cita deportiva. (ESTA NOTICIA CONTIENE VÍDEO)
La Sala de Juntas del Ayuntamiento fue el escenario elegido para presentar esta nueva edición del Cross Subida al Santuario que está a punto de cumplir el cuarto de siglo. Fulgencio Munera, nuevo presidente del Club Atlético Novelda-Carmencita, explicaba que se prevé la participación de unas 1.300 personas de Novelda y de muchos sitios del país. 11.800 metros en total con la meta volante situada en el mismo Santuario de Sta. Mª Magdalena. Para Munera, lo principal de esta jornada será el “buen ambiente” que se respira siempre en este cross organizado por su club.
Por su parte, el alcalde, Mariano Beltrá, aprovechó para dar la bienvenida como presidente a Fulgencio Munera y para agradecer a su antecesor, Corpus Sánchez, su dedicación al atletismo en la ciudad. En cuanto al cross, comentaba que es “un auténtico placer visual observar a los miles de corredores en el momento de la salida”, invitando al pueblo de Novelda a que esté presente en este acto.
Para más información pueden acudir a Deportes Corpus, llamar al teléfono 96 560 45 01 o visitar la página web del club: www.canovelda.es
VÍDEO
La Sala de Juntas del Ayuntamiento fue el escenario elegido para presentar esta nueva edición del Cross Subida al Santuario que está a punto de cumplir el cuarto de siglo. Fulgencio Munera, nuevo presidente del Club Atlético Novelda-Carmencita, explicaba que se prevé la participación de unas 1.300 personas de Novelda y de muchos sitios del país. 11.800 metros en total con la meta volante situada en el mismo Santuario de Sta. Mª Magdalena. Para Munera, lo principal de esta jornada será el “buen ambiente” que se respira siempre en este cross organizado por su club.
Por su parte, el alcalde, Mariano Beltrá, aprovechó para dar la bienvenida como presidente a Fulgencio Munera y para agradecer a su antecesor, Corpus Sánchez, su dedicación al atletismo en la ciudad. En cuanto al cross, comentaba que es “un auténtico placer visual observar a los miles de corredores en el momento de la salida”, invitando al pueblo de Novelda a que esté presente en este acto.
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Artículo de Lorenzo Pastor en la revista del Sagrado Corazón
Lorenzo, con su artículo titulado «El Pas del Barri», rememora la Semana Santa y el paso de la «Cofradía del Ecce Homo del Barrio Sagrado Corazón». Fotografía de Javier García Azorín.
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Artículo de Pedro Luis López en la revista del Sagrado Corazón
Pedro Luis escribe un artículo titulado «La Fábrica de Gel» con fotografías de Vicente Albero.
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Art. de opinión de Jesús Navarro Alberola
Actuar sin anunciar
Siempre se ha dicho que la mejor publicidad es el boca a boca, aquella que consigue el máximo beneficio con la menor inversión. El iPad es el caso extremo: a base de crear la necesidad en foros de Internet y prensa, se han vendido miles de ejemplares de un producto que nadie sabe muy bien en qué puede solucionar la existencia de su propietario. Lo mejor es que un producto venda gracias a su utilidad o a sus bondades, aun cuando se ha invertido poco o nada en su publicidad. De esa forma, el producto vende por él mismo, porque es el mejor. Fue lo que le pasó a «La sombra del viento», el éxito literario de Carlos Ruiz Zafón: fue finalista del Premio de Fernando Lara en 2001, pero ya nadie se acuerda de la obra que ganó ese año, y todo gracias al boca a boca. Si se hubiera anunciado esa novela a bombo y platillo, lo más seguro es que se hubiera generado una gran expectativa que quizá después no se hubiese satisfecho.
Lo mismo ocurre en política. Hace pocos días vi por la televisión local que ocho concejales, de partidos variados y diferentes, acudían a inaugurar, encorbatados y orgullosos, la compra de una máquina excavadora para el pueblo. Podría haber sido un parque u otra cosa, y lo mismo valdría para cualquier otro lugar del mundo. El hecho en sí de la inauguración es lo que no tiene sentido, ya que el ciudadano de a pie es quien se va a dar cuenta de que ese nuevo vehículo es útil o de que el parque ha sido reformado. Y va a agradecer eso mismo, y no la inauguración en sí. Es como si los tres socios de nuestra empresa, «Carmencita», fuéramos vestidos de traje y ante los medios de comunicación cada vez que un camión contenedor sale lleno de nuestros productos. No. Lo que la gente quiere es poder comprarlos en el supermercado, al igual que quiere disfrutar de ese parque y pasear por esa calle. Si se pierde tiempo inaugurando cosas, seguro que ese tiempo no se utiliza actuando y solucionando problemas. Y la época en que vivimos es para aquellos que actúan, para aquellos que dejan los anuncios de sus futuros éxitos para que corran en el boca a boca de las personas que los aprecien y valoren. En esta época de crisis no valen escaparates, solo trabajar más y mejor.
Rodríguez Zapatero anunció que la crisis sería corta y pasajera, lo que a la larga ha complicado la situación económica de España y, lo que es más grave, el estado anímico de todos los españoles. Luego anunció que aplicaría unas medidas en vez de aplicarlas al momento. Todo eso generó una confianza previa que, poco a poco, fue mermando. Y con cuatro millones y medio de parados tenemos que dejarnos de anuncios y empezar a actuar contundentemente. En el lado contrario, Mariano Rajoy anuncia ya dos años antes, aupado por encuestas trufadas de crisis, su segura victoria; en lugar de empujar el carro de España, pone piedras en el camino para que le allanen el mismo y llegar a la presidencia. Los ciudadanos y su voto, que son los protagonistas, toman nota. Tanto el Gobierno como la oposición deberían de trabajar en equipo para la salida de la crisis y dejar los anuncios y la publicidad partidista para otro momento.
En nuestra vida diaria también hay que actuar. En este mundo global de la inmediatez triunfa el que actúa. Después se podrán limar los posibles errores y corregir algunos fallos. Sin embargo, el hecho de demostrar esa capacidad innata y única de decisión rápida (que hoy tanto se echa en falta) permite a los que nos rodean confiar en nosotros. Por el contrario, la indecisión genera desconfianza. La pasividad también. El actuar a tiempo, y sobre todo cuando los medios de comunicación no están delante para sacarnos a todos bien peinados y aseados, es la señal del buen gobernante. Y esta crisis necesita de esos buenos gobernantes-silenciosos para seguir caminando hacia el futuro.
Siempre se ha dicho que la mejor publicidad es el boca a boca, aquella que consigue el máximo beneficio con la menor inversión. El iPad es el caso extremo: a base de crear la necesidad en foros de Internet y prensa, se han vendido miles de ejemplares de un producto que nadie sabe muy bien en qué puede solucionar la existencia de su propietario. Lo mejor es que un producto venda gracias a su utilidad o a sus bondades, aun cuando se ha invertido poco o nada en su publicidad. De esa forma, el producto vende por él mismo, porque es el mejor. Fue lo que le pasó a «La sombra del viento», el éxito literario de Carlos Ruiz Zafón: fue finalista del Premio de Fernando Lara en 2001, pero ya nadie se acuerda de la obra que ganó ese año, y todo gracias al boca a boca. Si se hubiera anunciado esa novela a bombo y platillo, lo más seguro es que se hubiera generado una gran expectativa que quizá después no se hubiese satisfecho.
Lo mismo ocurre en política. Hace pocos días vi por la televisión local que ocho concejales, de partidos variados y diferentes, acudían a inaugurar, encorbatados y orgullosos, la compra de una máquina excavadora para el pueblo. Podría haber sido un parque u otra cosa, y lo mismo valdría para cualquier otro lugar del mundo. El hecho en sí de la inauguración es lo que no tiene sentido, ya que el ciudadano de a pie es quien se va a dar cuenta de que ese nuevo vehículo es útil o de que el parque ha sido reformado. Y va a agradecer eso mismo, y no la inauguración en sí. Es como si los tres socios de nuestra empresa, «Carmencita», fuéramos vestidos de traje y ante los medios de comunicación cada vez que un camión contenedor sale lleno de nuestros productos. No. Lo que la gente quiere es poder comprarlos en el supermercado, al igual que quiere disfrutar de ese parque y pasear por esa calle. Si se pierde tiempo inaugurando cosas, seguro que ese tiempo no se utiliza actuando y solucionando problemas. Y la época en que vivimos es para aquellos que actúan, para aquellos que dejan los anuncios de sus futuros éxitos para que corran en el boca a boca de las personas que los aprecien y valoren. En esta época de crisis no valen escaparates, solo trabajar más y mejor.
Rodríguez Zapatero anunció que la crisis sería corta y pasajera, lo que a la larga ha complicado la situación económica de España y, lo que es más grave, el estado anímico de todos los españoles. Luego anunció que aplicaría unas medidas en vez de aplicarlas al momento. Todo eso generó una confianza previa que, poco a poco, fue mermando. Y con cuatro millones y medio de parados tenemos que dejarnos de anuncios y empezar a actuar contundentemente. En el lado contrario, Mariano Rajoy anuncia ya dos años antes, aupado por encuestas trufadas de crisis, su segura victoria; en lugar de empujar el carro de España, pone piedras en el camino para que le allanen el mismo y llegar a la presidencia. Los ciudadanos y su voto, que son los protagonistas, toman nota. Tanto el Gobierno como la oposición deberían de trabajar en equipo para la salida de la crisis y dejar los anuncios y la publicidad partidista para otro momento.
En nuestra vida diaria también hay que actuar. En este mundo global de la inmediatez triunfa el que actúa. Después se podrán limar los posibles errores y corregir algunos fallos. Sin embargo, el hecho de demostrar esa capacidad innata y única de decisión rápida (que hoy tanto se echa en falta) permite a los que nos rodean confiar en nosotros. Por el contrario, la indecisión genera desconfianza. La pasividad también. El actuar a tiempo, y sobre todo cuando los medios de comunicación no están delante para sacarnos a todos bien peinados y aseados, es la señal del buen gobernante. Y esta crisis necesita de esos buenos gobernantes-silenciosos para seguir caminando hacia el futuro.