BODEGAS HÉCTOR Y LA CANÇÓ DE LA MONA
La asociación de los comerciantes del centro está empeñada en apoyar el costumbrismo y las actividades culturales de Novelda. Incluso se han planteado impulsar algunas nuevas propuestas. En una loable declaración de intenciones la entidad no engaña a nadie; quiere reactivar la vida social e ilustrativa de la población con el fin de que la comercial les acompañe. Una vez más la iniciativa privada va por delante de la pública. Durante muchos años la inoperancia de bastantes gobernantes locales ha dejado que las calles de nuestra población fueran apagándose hasta quedar desiertas en ocasiones. Quizás es una situación que los tiempos modernos traen consigo. Lo que no está tan claro es la nula reacción para amortiguar sus efectos. Sin duda este asunto da para una tesis sociológica pero no es el objeto de mis palabras en este artículo. Lo es el agradecimiento a un hecho determinado que con motivo del concurso de la Cançó de la Mona realizaron los dueños de estos establecimientos. Se trata del homenaje que le brindaron al desaparecido comercio Bodegas Héctor, por su prolongado patrocinio de las conocidas coplas que año tras año adaptaba a una canción conocida el poeta noveldense Pascual García.
Mi padre solía decir que la tienda conocida en Lepanto, 8 (frente al mercado de abastos) no era propiamente una bodega; más bien se trataba de un establecimiento donde se dispensaban bebidas y conservas. Con el tiempo se llegó a parecer a lo que hoy en día son los comercios “delicatesen”, por la calidad de sus productos. Muchos no se acuerdan de que la verdadera bodega estuvo ubicada en la calle Colón y allí sí que se destilaban licores.
Aunque sería de justicia un capítulo más extenso y profundo sobre la incidencia en la sociedad local de éste y otros comercios durante la tercera parte del siglo XX, no quiero dejar pasar la oportunidad de hablar sobre el triángulo iconográfico de aquel establecimiento, situado en pleno epicentro de la vida mercantil en su momento. Me refiero a las tres imágenes que han quedado en la memoria de muchos “novelderos”: 1º la parra de uva que lucía de punta a punta en su fachada, 2º el triciclo con el que hacía el reparto a domicilio y 3º las octavillas con su propaganda en las que cada año Pascual “el Pintor” proponía su cançó de la mona. Espero que un Betania algún día pueda reflejar esta necesaria revisión de nuestro pasado tan torpemente olvidada.
Durante años Bodegas Héctor fue un punto de reunión para los personajes más variopintos. En esa tercera estampa es dónde quiero incidir. Durante años Bodegas Héctor fue un punto de reunión para los personajes más variopintos. Entre ellos no faltaron los trovadores populares, los poetas y los ciudadanos con inquietudes artísticas y culturales. Uno de ellos fue Pascual García que aseguraba a mi familia, y a quien quisiera escucharle, que escribía en valencià “mal atrapisat”. Durante más de una década sus adaptaciones letristas a las canciones de moda causaron furor. Y esa tendencia popular alcanzó su culmen con la canço de la mona. A los jóvenes les sorprenderá saber que todo el mundo se las aprendía y pasaba gran parte del lunes de pascua cantándolas en cuadrilla o en partíes de la mona, como se le denominaba entonces al grupo de amigos para esa fecha. Y ahí estaba Héctor Cantó Beltrá , que quizás movido por la vena poética de su padre, Francisco Cantó (Francón) sufragó durante más de quince años aquellas publicaciones que todo buen “noveldero” recogía del mostrador para preparar la interpretación.
Gracias a todos los comerciantes del centro por hacer este homenaje a una persona que llevó siempre a Novelda y a sus paisanos en su corazón. En ocasiones hay inquietudes que demuestran una sensibilidad y un cariño especial por nuestras tradiciones y ésta es sin duda un buen ejemplo de ellas.
Efectivamente, yo soy uno de aquellos clientes que frecuentábamos las «bodegas HECTOR» en aquellos recordados «con nostalgia» años de juventud, especialmente cuando llegaban las fechas de la «Mona» y «San iVicente» cuando algunos componentes de la «partía» íbamos hacer los encargos para tales fechas,especialmente cerveza el «Nebli» «Mirinda» y si el presupuesto llegaba (que no siempre) alguna «llandeta» de berberechos ; con poca cosa lo pasábamos en grande. Mas adelante ya casados y con la llegada de los hijos recordamos hacer los encargos para los bautizos de todo lo necesario, para ello nos dejábamos aconsejar y «HECTOR» nos proponía las conservas «ESCURIS» por su alta calidad. En nuestra memoria siempre estarán tanto Hector como su incondicional amigo que siempre estava para hechar una mano «Manolo»
Sí, el nostre passat s’oblida torpement, fins i tot es feia en valencià encara que mal atrapisat… en valencià!
¡¡ FELICIDADES POR TU ARTICULO TONI!!
Gracias por tu trabajo. Cuantos y buenos recuerdos nos traen la foto de la fachada. ¡¡ Que tiempos aquellos!! y que gran hombre HECTOR, sus clientes los trataba como amigos. Mucha calidad humana derrochaba.
Un abrazo amigo TONI.