El del mando a distancia y el de la manta de cartón IV.
EL HOMBRE O LA MÁQUINA.
EL PROGRESO es cambio, para bien o para mal, DEPENDE DEL USO QUE SE LE DE.
Cuando yo era un niño algo entrada la década de los 50, me gustaba mucho acudir a la fábrica que había en una esquina de la calle donde nací. Fábrica donde se elaboraban mármoles y piedras.
Recuerdo a bastantes hombres con sus máquinas manuales y/o herramientas. Carlos y otros compañeros, a turnos, se encargaban del aserrado de los bloques de mármol. Con la ayuda de otros compañeros, el cabrestante, la palanca y el corro, depositaban el bloque debajo de las hojas de aserrar para convertir el bloque macizo en tableros para su posterior despiece y elaboración. Virgilio y otros trabajadores más, cada uno con su máquina-disco troceaban los tableros a medidas según necesidad. Para transportar el tablero desde el almacén y colocarlo sobre la bancada de la máquina, tenían que emplearse dos trabajadores al menos durante unos momentos. Otro Carlos y otros trabajadores más, cada uno con su pulidora, sacaban el brillo a las piezas. También me llamaba mucho la atención el trabajo que realizaban Vicente y Joaquín. Casi siempre, con su regla, escuadra y lápiz, trazando letras en la tabla de piedra y terminado este proceso, cincel y martillo en mano tallaban estas para resaltar el texto. A cada cuatro o cinco golpes de martillo seguía un soplido de sus labios para apartar las esquirlas que previamente el cincel había cortado.
Mi madre trabajaba junto con otras 20 o 30 mujeres más, en el gremio del condimento.
Cuando pasé a joven, mi esposa (entonces mi novia) trabajaba en el mismo gremio con otras cerca de 80 mujeres más.
Mi padre, pequeño agricultor. De vez en cuando necesitaba los servicios de Félix que con su mula y aperos labraba la viña; al igual que mi padre, otros pequeños agricultores que no tenían mula… ídem de lo mismo.
En aquel entonces y en el gremio de la construcción, el albañil depositaba la arena y el cemento en el suelo. Una vez bien mezclados los ingredientes con su rastrillo, al montón le daba forma de DONUT, echaba el agua en el centro y amasaba. A continuación y con una caldereta de acero llena de la mezcla, de unos 12 a 15 Kg. era subida a la planta alta del edificio mediante una rueda sujeta a un mástil y una maroma, de la cual, el trabajador de abajo tiraba de esta, y en la planta alta otro trabajador recogía la mercancía a la vez que le enganchaba la caldereta anterior ya vacía, para volverla a llenar. De igual modo se subían los ladrillos… las vigas… y demás artilugios; aunque para esto, a veces y a ratos, se necesitaba más de un trabajador abajo para tirar de la maroma y más de un trabajador arriba para recoger la mercancía.
Yo comencé a trabajar justo al comienzo la década de los 60. En pocos años, sobrepasada la mitad de dicha década (cuando la demanda comenzó la carrerilla del crecimiento económico) la plantilla de personal llegamos a ser casi un centenar de empleados en aquella empresa.
Bastantes empresas llevaban a cabo todas estas labores. Labores que debían ser rentables a juzgar por la prosperidad alcanzada, no en vano surgió el eslogan de “Novelda: Ciudad de la Uva, del Mármol y del Azafrán”. Todo ello, sin mediar la máquina automática.
La necesidad de hacer más, en menos tiempo, originó la aceleración que comenté en la parte III. El trabajo que se realizaba en las condiciones precarias de los años cincuenta (comparadas con las de hoy día) ¿resultaba rentable? o era ruinoso. He de suponer que al menos, no era ruinoso, porque de lo contrario no habrían existido los empresarios ni se habría realizado trabajo alguno. Y… siendo así, ¿por qué no se empleó a más personal para acelerar la producción?. ¿Ambición… codicia… avaricia? o ignorancia de lo que podría sobrevenir.
La aceleración solo se podía llevar a cabo de dos maneras: empleando a más personal o inventando la máquina. ¡Se optó por la máquina!
La máquina que sustituyó al corro, la palanca y a los compañeros colaboradores.
La máquina, que una vez implantada en la empresa en que trabajaba mi esposa, relegó de un tirón a casi la mitad de la plantilla.
La máquina que con un solo hombre labraba las tierras de mi padre y las de otros en el mismo día, quedando Félix y otros con sus mulas, sin trabajo.
La máquina que era capaz de realizar la mezcla de arena y cemento en cantidades muy superiores a la que el trabajador podía en el mismo tiempo.
La máquina que con solo el empleado de arriba, es capaz de subir cantidades de masa, ladrillos, vigas y demás artilugios, imposibles para el/los que lo hacía/n a mano tirando de la maroma.
La máquina capaz de hacer la zanja de la cimentación, en muchísimo menos tiempo que el hombre equipado con pico, pala y azada.
La máquina que por no ser utilizada en la empresa en la que yo empecé mi vida laboral, quedamos en la calle el casi centenar de trabajadores ante la imposibilidad de hacer frente a la competencia de otras empresas que las implantaron y empleaban a menos trabajadores.
La máquina que desplazó al vendedor de tiques en ventanilla y al revisor-cobrador del autobús.
La máquina que eliminó al que regulaba el tráfico del tren en la estación.
La máquina que jubila al empleado de la banca antes de la fecha que toca.
La máquina que no se cansa, que no enferma, que no tiene derechos ni pagas ni vacaciones, que no habla ni se entretiene, que no se equivoca, que es capaz de trabajar hasta 24 horas al día sin parar.
La máquina que por ser más rentable que el hombre, al haber institucionalizado el trabajo como negocio relega a este, sin remedio, al derecho de subsidio de paro temporal y a la miseria posterior.
La maquina que enriquece a quien contrata sus servicios, pero a costa de quitarle al hombre la posibilidad de ganarse el pan.
La máquina que al mermar el trabajo, puede ser arrinconada sin necesidad de ERES, ni traumas sociales e indemnizaciones, a la espera de nuevas oportunidades.
La máquina que NO COMPRA ¡¡NI COMPRARÁ JAMÁS!! LO QUE PRODUCE, COMO LO HACÍA, LO HACE Y LO HARÁ EL HOMBRE si tiene trabajo para ganar dinero; porque la máquina, Señoras y Señores, jamás comprará el producto que fabrica porque ni come, ni vive, ni se entretiene ni se divierte.
La máquina que sin lugar a dudas alivia el esfuerzo, el estrés, la fatiga y las lesiones corporales del hombre, pero que también gracias a esta, el hombre aún sin estropearse físicamente, queda listo para ser enterrado, matado por el hambre como ocurre en el África profunda, si, como al matorral, alguien del resto de los que trabajan no les proporcionan (como en los comedores sociales) un plato de caliente y un pedazo de pan.
La máquina que por darle una utilización inadecuada, que unida al dichoso dinero y a la codicia del hombre por sus ansias de ganar más y esforzarse menos (sea TRABAJADOR, POLÍTICO, EMPRESARIO o FINANCIERO), inducen la catástrofe a la que se le denomina crisis. Catástrofe que sacude hoy a muchos países y que sacudirá a los que partiendo de la escasez (como puse por ejemplo España), alcanzarán el auge y la posterior caída como no cambie la mentalidad del hombre. Y… capacidad para ello tiene; es inteligente. Solo es cuestión de voluntad y emplear la inteligencia al servicio de la sociedad; cada uno, con arreglo a su capacidad.
EL PROGRESO… ¿es malo? ¡NO!; rotundamente no. Con fijarnos en el hospital nos basta. El progreso del hospital y de lo que alrededor de él hay, salva vidas y cura deformaciones que antes no lo hacía, y por eso, algunos quedaban tullidos y otros morían antes de tiempo.
El progreso en todos los aspectos, nos puede dar una calidad de vida que antiguamente no se tenía, y además, con menos tiempo de dedicación al trabajo y más dedicación a la familia y la sociedad, pero es preciso que el HOMBRE, ya que es INTELIGENTE, deje de ser en comportamiento, semejante al resto de los animales.
LO QUE NO ES BUENO, ES LA FORMA DE UTILIZAR EL PROGRESO.
Lo que causa el progreso no es de nadie en particular; viene de, la RAZÓN de SER de las cosas, que ya era antes que el ser humano. Viene, de lo que, aquel Dios de los principios del mundo definió y expondré más adelante. Viene, de aquello que estaba oculto hasta que la inteligencia del hombre fue descubriendo con el paso del tiempo, y de lo que queda por descubrir aún. Y entre todas aquellas cosas, estaba la inteligencia que forma parte del hombre. Esa capacidad para descubrir lo que está para todos y crear el bienestar de todos, gracias (entre otras cosas), a los ENANITOS mencionados en la primera parte, que se brindan a servir a todo el que apriete el botón aunque el mando sea de otro; porque los ENANITOS (LO QUE CAUSA EL PROGRESO) que los hay de muchas clases, no distinguen entre unos y otros.
Por desgracia para la humanidad, el dinero (que no hace nada como veremos en la parte siguiente) da poder a algunos pocos para decidir cuantos pueden o deben trabajar, quedando el resto de los humanos a su suerte, ¡¡PERO!! sin posibilidad de cultivarse la patata, como no tenga una casa de su propiedad con una habitación libre para ese menester, y… siempre y cuando lo permita la NORMATIVA SOCIAL por aquello de las actividades molestas, insalubres o peligrosas, porque como mencioné en la parte II, nadie puede utilizar el territorio que no es de su propiedad para su uso personal exclusivo aunque sea para gobernarse la alimentación que es lo ÚNICO QUE LE PUEDE SOSTENER CON VIDA.
No luchar la sociedad, para evitar que cualquier ser humano con ganas de trabajar se pueda quedar sin alimento, ¿podría ser semejante a un homicidio involuntario?
Fin de la parte IV.
Pues sí;;la máquina eliminado innumerables puestos de trabajo a lo largo de la historia. Pero el mundo es evolución, desde Adán y Eva, pues ya no vivimos como ellos, nómadas y depredadores o recolectores de lo que podamos encontrar.
Si la máquina ha dejado sin trabajo al que no tiene más preparación técnica, en la mayoría de los casos, también ha dado trabajo a la nueva industria que fabrica esas máquinas; al que las transporta>; repara; mantiene; vende… esas máquinas.
Luego como dice la experiencia: renovarse o morir, no hay más remedio y no valen nostalgias de que si la máquina es la culpable. Otra cosa con la que estoy de acuerdo con este autor es con lo del egoísmo humano; ese sí ha traído desgracias sin fin.
Sr. Uno que Escribe
No tengo por qué negar la parte de razón que Ud. tiene al decir que la máquina moderna da trabajo al que la transporta, al que la mantiene, etc.
A mí, personalmente, me gusta el diálogo entre personas porque de él, se aprende lo que no se sabe; precisamente si intercambiamos pareceres, encontraremos los dos, algo verdad en el asunto.
La máquina moderna en cuestión tiene su lado positivo, pero a su vez, el resultado de hacerla funcionar, conlleva algo negativo por culpa, quizás, de la avaricia del ser humano.
Allá por el año 1976 visité por primera vez la feria de Bilbao con el fin de ver cosas nuevas y estar al día en los avances industriales. Presencié con gran asombro una demostración fascinante: un torno de los llamados por entonces “torno de control numérico”.
Ni más ni menos, que en algo más de 12 minutos hizo una pieza de acero con mecanizados exteriores e interiores y además, por ambas caras. Los mecanizados no consistían solo en cilindrar y planificar, además, había roscas, conos, ranuras cilíndricas, ranuras tóricas y cajeras. Había casi de todo lo que se puede mecanizar en un torno. El tamaño de la pieza en bruto tendría un diámetro de 150 mm y algo menos de 200 mm de longitud. El tiempo que empleó en mecanizarla por completo fue algo más de 12 minutos.
Habíamos alrededor de la máquina, unas veinte personas. Una de ellas pasó inmediatamente al despacho del stand, supongo que para interesarse en la adquisición de semejante invento; ¡cosa natural!. Yo habría hecho lo mismo, si se hubiera dado el caso.
Verá.
Aun en el supuesto de que la pieza en cuestión, un profesional experto la pudiera fabricar en 6 horas con una máquina convencional (cosa que dudo), frente a la de la demo que se fabricó en menos de 13 minutos, es evidente que en el tiempo en que la máquina antigua fabrica una, la moderna habría fabricado algo más de 27, lo cual quiere decir que la moderna relega a 26 especialistas. Pero voy a ser un poco más benévolo; a la moderna le voy a estimar 15 minutos = + 15% y al experto, 5 horas = – 20%. La misma cuenta arroja que mientras el especialista fabrica una, la moderna fabrica 20 y por lo tanto, para la misma producción, se puede prescindir de 19 especialistas. Quédese con las cifras que le voy a dar.
Como para transportar la máquina moderna se crea un puesto de trabajo, el resultado es que en lugar de prescindir de 19 especialistas, solo prescinde 18 puestos de trabajo. Es decir, hemos creado un puesto de trabajo, a cambio de prescindir a 19 especialistas de otro estilo. ¡Pero solo si lleva una máquina en el camión!, porque si lleva dos, se prescindiría de 18 + 19 = 37 especialistas a cambio de un nuevo transportista.
Pero esto no acaba aquí.
Suponiendo que para construir una máquina antigua se necesiten 150 piezas y para la moderna sean necesarias el quíntuple de piezas (750), es evidente que se crean (en teoría) 5 veces más puestos de trabajo para fabricar la nueva. ¡Pero cuidado! Fabricar 20 máquinas antiguas a cambio de una moderna, implica la producción de 20 x 150 = 3000 piezas a cambio de 750. Imagínese la pérdida de puestos de trabajo por construir una de las máquinas modernas a pesar de llevar 5 veces más piezas.
Transportar las veinte máquinas antiguas, que por tamaño de la pieza suelen ser más grandes en longitud y por lo tanto, caben menos en un mismo tamaño de camión, aun en el supuesto de que el camión pueda llevar solo 2 modernas o solo 2 antiguas, resulta que para las modernas se necesita un transportista, y para transportar las antiguas 20 : 2 = 10 transportistas.
Y… no quiero entrar en el mantenimiento, pero está también relacionado en desventaja sobre el trabajador, porque no es lo mismo mantener una máquina que mantener 20 máquinas.
Es posible que se asombre por los números, pero, ¡sinceramente!, no estoy muy lejos de la realidad. ¡Pero si le parece!, soy capaz de aceptar bajar las cifras a la mitad y todavía siguen siendo negativas; D. Juan Roldán, que al igual que Ud. comentó la primera parte de este artículo y es fabricante de maquinaria, le podrá confirmar algo de lo que le explico, si este Sr. ha visitado alguna vez alguna de estas ferias, o ha visto funcionar estas máquinas modernas haciendo trabajos de envergadura.
No es la nostalgia por lo antiguo la que me conmueve Sr. Uno que Escribe, me metí de lleno en la modernidad y me granjeó bienestar. Es el sentimiento de tristeza que me crea el ver que vamos en el sentido contrario al que el progreso nos podría llevar. Y no es por mí y por los míos, que gracias a Dios nos va bien, es por aquellos que están en párvulos y por aquellos que están por concebir todavía, que van a encontrarse con una situación en la que o le echan morro al asunto (perdonen la expresión) o lo van a pasar muy mal por culpa nuestra.
Un afectuoso saludo