La lista se está quedando vacía
Estoy en contra de esa persecución, asquerosa y repugnante, a los políticos por muy mangantes que sean. No se justifican los ataques al sistema democrático creyendo que la justicia y el «deber moral» están en manos de unos descamisados con altavoces y pegatinas varias. Claro que a mí me produce vomitera algunas cosas de algunos políticos. Pero creo que el sistema democrático tiene herramientas de control y cambio para mandarlos a la cárcel o a su casa. No estoy dispuesto a que me representen acampadas callejeras ni «pancarteros» con charamitas.
Parte de la zozobra que vivimos es achacable a un sistema electoral viciado que ha beneficiado a unos partidos mayoritarios que no están por el cambio. Les va bien esa estrategia de colocar a los amiguetes y que les deban favores. La falta de democracia interna, más bien son partidos caciquiles, han debilitado el sistema inmunológico democrático. Tenemos, pues, que volver a desarrollar esas condiciones que hagan posible que la participación y la representación sea más real y menos partidista.
Aquí en Alicante, por no ir muy lejos, el PP presentó una lista provincial a la candidatura autonómica que se está quedando vacía. La gente, el gentío popular, se puede preguntar a quién representan los últimos de la fila, habida cuenta que quienes están entrando a diputados autonómicos son los supuestos reservas de aquella lista de 2011. Ya trajo controversia esa lista. Que era una lista enfermiza del jefecillo Camps. Ese que ya no está. Que decidió que, como a la gente le da igual quien está en la lista, «meto a mis pelotas amigos». El titular de nuestro periódico entonces rezaba: «Cien candidatos del PP alicantino indignados por la lista autonómica». El Consell de entonces decía: «Las listas de Alicante cuentan con los mejores y son las más integradoras». Aquí no sé si, dos años después, reírme o no echar gota.
Los «mejores» han ido abandonado el carro. Algunos condenados, otros vía Madrid, otros dimitidos. Están en el puesto 26 de la lista. Tienen 40 con los reservas. Pero hacia arriba quedan algunos imputados: Sonia Castedo (puesto 1), Milagrosa Martínez (3), Luis Díaz Alperi (4), Angélica Such (8) y David Serra (10). Y algunos más que vendrán a la lista. Por abajo, para rellenar a los «mejores», que yo creo que ya no serán ni de Camps, Juan de Dios Navarro (28), que no sé si dejaría su actual puesto. Virginia Romero (29) que tampoco sé si dejará el Senado por Valencia. Juan Bautista Roselló (31) que igual prefiere Valencia a la Diputación de Alicante. Ana Kringe (35) que seguramente coja el sueldo de Valencia y entonces habrá más alcaldes en las Cortes Valencianas y en la Diputación de Alicante que nunca jamás.
En fin, que quieren que les diga. Que estos han prostituido el régimen electoral para amañarse sus cosillas. La democracia necesita reformarse para que este hedor no nos llegue más. Este reparto de la butifarra, en cargos de alcaldes que son diputados, y son senadores, y les falta ser alcahuetas, no es de recibo. No era esto, y por eso la gente se indigna. La representación del pueblo pasa porque sus representantes estén elegidos lo más directamente posible. No por el amigo Camps o sus herederos. Hay que ir a una elección más a lo británica, que imposibilite a los partidos poner a «los mejores» que les aseguro que no lo son. Son los adeptos o los que se acomodan.
No creo que se agote la lista del PP de Alicante a las Cortes Valencianas, pero daría morbo verlo. El problema de la democracia actual no son los partidos políticos, son estos partidos políticos que tienen estos tics autoritarios y caciquiles. La prepotencia en sus actos y la ignorancia con la que se despachan con los ciudadanos electores los aloja en esa desafección que todos padecemos. Hay solución. Que no nos engañen. Toda reforma de la ley electoral que posibilite mayor respeto a los electores será el fin del sistema de reparto de cuitas que se han estado produciendo en las grandes formaciones. La lista del PP sigue bajando «entre los mejores». Cuando lo mejor habría sido que muchos se hubieran ido a su casa y no hubiesen utilizado su cargo público para amamantarse de poder y de venganza. Todo tiene su fin. Incluso las listas de los listos.