«El Infractor»
El firmamento de Quique Dacosta
Es más joven que yo, y más alto. Y esas dos cosas no van a cambiar. También lo tengo en mi lista de amigos, y eso tampoco va a cambiar. Porque uno deambula por la vida con la necesidad de socializar. De querer «arrejungantarse» con las personas que comparten un parecido espectro vital. Por eso somos animales sociales. Por eso en nuestra sociedad, la mesa y el mantel se han configurado como creadores de amistad.
El embajador fue el gran Paco Torreblanca. ¡Qué grande Paco siempre! Y ese contacto fue suficiente. A mí me pasa que cuando alguien que admiro, como a Paco, me presenta a otra persona, acaba admirándolo también. Es una especie de sinergia grupal. Como esas fichas de dominó que se alinean, una junta a otra, para organizar la partida. Porque la vida es una partida que siempre tenemos que estar dispuestos a jugar. El gran fracaso humano es dejarse llevar por la indiferencia. O dejarse llevar por la pereza, o la mediocridad. En la vida se triunfa porque se pelea, aunque no lo están poniendo cada vez más difícil.
Quique es a la provincia lo que el Barça a Cataluña. La referencia. El trabajo de la cantera y la estrategia del trabajo. La juventud triunfante y la humildad militante. Tiene ese halo de intelectual sencillo y complejo a la vez. Dice cosas coherentes y complejas, que yo a veces no entiendo. Pero eso es bueno. Porque a los primeros espadas, y él lo es, se les debe pedir que eleven el nivel de comprensión gastronómica. Porque sólo del estudio, de la vanguardia, se pueden alcanzar mejores niveles empujando a los que empiezan o están un escaloncito más abajo. Es mejor tener a los buenos, de entre los buenos, cerca de nosotros que mirar a lo lejos para encontrarlos.
El mundo de las estrellas Michelín acaba siendo un escaparate de reconocimiento y de vanidades. Pero es un escaparate. Y en esa referencia mundial las estrellas brillan social, económica y profesionalmente. Los suspiros y las lágrimas de los anhelantes siempre acaban mirando al firmamento. Este vez, y ya era hora, Quique miró al cielo y recogió las tres suyas. Pero supongo que sabrá que no son de él. Porque en esta mesa se habrán de sentar los miles de comensales que aplaudirán su ingenio. Al igual que las estrellas del firmamento, las tres de Quique son de todos y cada uno de los que le quieren. De todos y cada uno de los alicantinos que nos sentimos orgullosos de su quehacer.
Quique no ha llegado donde tenía que llegar. Simplemente subió al cielo para recoger su premio, pero la tierra es su destino. Esa tierra alicantina que le ayudó y le encumbró. De la tierra donde nacen las granadas, los nísperos, las alcachofas, los tomatesÉ La tierra sedienta de esa agua necesaria que haga brillar a nuestros agricultores, santo y seña de esta tierra.
Quique sabe que sus estrellas se reflejan en el mar de sus olas y de sus gambas. Porque el mar es lo más parecido a un firmamento de estrellas. Infinito y grandioso. Inabarcable. Alguna de las tres estrellas tiene sabor a mar. Salada y con bigotes. Si me apuras, una estrella es de la tierra, la otra del mar, y la última de tu familia. Porque la familia es el asidero en el que nos agarramos para no caernos de los sueños. No se hace empresa, ni proyecto vital, sin sueños. El que quiera llegar a recoger desde el cielo unas estrellas compartidas, siempre ha de soñar en ellas. Y ha de lanzar el barco a la aventura. Con la dureza de la tempestad marina llega la calma. Y si uno ha trabajo honradamente, con verdad y con ingenio, acaba desplegando la cometa de los sueños, que, como si fuese un «velcro» adhiere las estrellas.
Quique no necesita de este artículo laudatorio, pero yo sí. Porque la alegría con la que recibo su alegría me hace ser parte de su firmamento. El sabe la cantidad de estrellitas que hemos pegado botes con el anuncio de su éxito. Pero esto era «Crónica de un éxito anunciado». El firmamento siempre está en la tierra, pero Quique ya ha probado el cielo.
que bien cocina el puñetero yo he comido muchas veces en sus restaurantes y cocina como los ángeles. OTRO: que nostalgia me ha dado ver la foto de don Jesús Navarro cion esos dos mostruos de la cocina y la información