Toda una vida entre nosotros, Joanet el de la Noveldense (Edición impresa)

Soy nieto de Joanet, «el de la Noveldense»

(Galería de imágenes antiguas)

A título póstumo

Ahora que nos hacemos mayores, abuelo, me gustaría contarte lo que me enorgullecía ir por las casas de Novelda y, cuando los familiares de este u otro amigo me decían que quién era, les decía eso de: “Me llamo Juanjo, y soy nieto de Joanet, el de la Noveldense”.

Resultaba ser ésta una fórmula rápida e instantánea para localizar a los míos, que además me ahorraba muchas explicaciones y palabras. Una fórmula que, en cambio, ahora echo mucho en falta ya que, lejos del pueblo, uno siempre alude a su oficio para las debidas presentaciones. Sin embargo,-créeme abuelo-, aún hoy y siempre que puedo aprovecho la más mínima oportunidad para decir eso de: “soy nieto de Joanet, el de la Noveldense”.

Cuando pronunciaba las mágicas palabras, me tomaba ya casi como una normalidad, que la gente me relatara en ese momento todo tipo de anécdotas. La mayoría, cómo no, vinculadas a tu puesto como chófer y conductor de la mítica compañía de autobuses La Noveldense, que mantenía conectada la casi totalidad de municipios del Valle del Vinalopó con la provincia de Alicante y las principales capitales de España, con salidas a Madrid, Barcelona y Valencia.

Eran tiempos en los que el coche era más bien un lujo, por lo que imagino las miles de personas que te acompañarían en tus viajes. Lo tuyo era, por tanto, una fama muy particular, labrada con el cariño que sentían los pasajeros cuando un día tras otro se unían a tus recorridos en autobús.

Es cierto que no creaste cientos de puestos de trabajo en el pueblo, y que tampoco militaste en política ni tus aspiraciones pasaban por ser alcalde, empresario ni ningún personaje conocido, pero en nuestra última conversación –sobre la crisis, claro está- me contabas las veces que hacías la vista gorda para dejar pasar a muchos pasajeros que no podían costearse el billete de autobús cuando viajaban para ver a sus familiares enfermos en el hospital. Y pienso que, quizás, sean estos pequeños detalles los que pudieron alimentar tu relativa fama, que probablemente no llegará a formar parte de los libros de historia, pero sí de los corazones de cientos de personas.

Me he resistido siempre a entrevistarse, pese a que conocías mi interés y curiosidad sobre nuestra guerra incivil y la posterior dictadura. Y me he resistido porque no soportaba la idea de asumir el rol de un periodista que interroga a un señor mayor. Eres mi abuelo, y no pensaba consentir esa situación. Por eso, siempre dejé que tú llevaras la iniciativa, y solo cuándo y dónde te apeteciera, compartieras conmigo alguno de tus secretos.

Jamás olvidaré por tanto algunas de tus “historietas”, como cuando tropezaste con tu primer semáforo, en un viaje a Barcelona, y tuviste que detener el autobús para preguntarle a un guardia que qué significaba ese aparato con luces. Sobre la guerra, me describías el río de gente que se encaminaba a Alicante, buscando su salida al exilio con el Stanbrook, aunque tú no eras más que un niño que jugaba a recoger las maletas que quedaban desperdigadas por los senderos de tierra de La Romana. También me hablabas del hombre que hundió con un martillo el ojo de un santo en la iglesia y que, a su vuelta del frente, casualmente le hirieron con una bala en ese mismo ojo…

He compartido mis 29 años de vida contigo, y me parece un regalo maravilloso haber disfrutado y aprendido tanto de ti. Tanto, que en todo este tiempo hemos bromeado como si fuéramos amigos; hemos discutido como si fuéramos hermanos; me has aconsejado como si fueras un padre, y me has mimado como el abuelo que siempre has sido.

Ahora te imagino en el cielo junto a la abuela y junto a muchos de tus buenos amigos. Entre ellos, el señor Don Julián, el abuelito de Sergio, con el que te dedicabas a “xarrar” de todo el mundo y todas las cosas en la playa, en Santa Pola, bajo el refugio de una refrescante sombra.

En mis últimas palabras del pasado 18 de junio te grité, al otro lado de la ventana, un “¡Viva España!”, cuando me dirigía con un amigo para ver el partido de la Selección Española contra Croacia en la Eurocopa. Fue un guiño divertido que supiste captar, y te hizo arrancar una sonora carcajada, que reflejaba la felicidad que sentías. Era el sonido de una sonrisa que yo me llevo como un recuerdo tuyo inolvidable.

Me despido abuelo prometiéndote que mantendremos a raya a todos los madrileños que dominan la vecindad en Santa Pola, y gritaremos tan alto como podamos los goles de tu Barça, como si estuvieras a nuestro lado.

Querido abuelo: junto a las voces de mis hermanos, de Javi y de Pablo, del tio y mis padres, te decimos adiós, recordándote lo mucho que te queremos, y lo mucho que te echaremos de menos, y que jamás, nunca jamás, te olvidaremos.

Juanjo Payá Rico

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8 COMENTARIOS

  1. AMOR DE NIETO es el título para mi de este artículo. Amor que se corresponde con el que «el abuelo» siente por sus nietos.
    La música de «Amor de Madre» me ha acompañado en mi mente desde que he empezado a leerlo y releerlo.

  2. Enhorabuena, Juanjo, por este magnifico tributo a tu abuelo. Si miras en las fotos de Charly en blanco y negro, verás que en los 80 le hice una foto de tu abuelo Tonet barriendo el garaje de la Noveldense. Lo último que me podía imaginar entonces es que llegaría a conocer a su nieto. Me da un poco de miedo pensar que con tanto wasap, se pierda algo de esa buena comunicación entre nietos y abuelos.

  3. Muy entrañable tu carta a tu abuelo, estoy convencido que le habrá llegado tu sentimiento hacia él, porque no nos separamos definitivamente, siempre queda esa unión a través del amor que perdura en el tiempo.

    Estrené un 600, hace muchos años, y el día del estreno me fui a Alicante, y a la venida, pasando el Rebolledo se paró, y me quedé tirado en la carretera, nadie paraba, incluida gente de Novelda, divisé el coche de La Noveldense, y era tu abuelo, que al conocerme paró el coche y me subió.

    Esa era una de las muchas virtudes que tenía tu abuelo, cuando me veía, ya jubilado siempre nos saludábamos, y el cariñosamente me decía (Hola Marcha), apodo que tenía mi padre al que él conocía, por ser tanbien chofer, y haber estado de joven trabajando en La Noveldense.

    Un abrazo para todos vosotros.

  4. UN ABRAZO MUY FUERTE JUANJO, A TI Y TODA TU FAMILIA……
    CREO, QUE LOS ABUELOS SON LOS PRIMEROS SERES QUERIDOS QUE SIEMPRE RECORDAMOS CON VERDADERO CARIÑO, PUES SON EN NUESTRA INFANCIA QUIEN NOS LO DAN TODO…..Y LOS PRIMEROS QUE NOS DEJAN!!!!

    UN ABRAZO DESDE CASABLANCA, PRONTO NOS VEREMOS.

  5. Estimado Juanjo:
    Desde el mas allá o del mas acá,tu abuelo sera feliz al ver con que ternura y amor lo recordaste.
    Digno homenaje para un hombre que se supo ganar el carino y la estima de todos los que lo conocieron en vida y hoy nos lo trae al recuerdo un nieto que no lo olvida y un montón de relatos que nos vienen a la mente al ver el nombre de Joanet de la Noveldense aqui.

    Atila.

  6. Emotivo despido de un nieto a su abuelo,en este caso Joanet » el de la noveldense» como en otra ocasión Juanjo muy especial para mi,tu supiste ayudarme a recordar y puplicar las cartas de mi abuelo,sabes que te aprecio Juanjo por aquello y siembre te estaré agradecido,te doy mi mas sentido pesame por tu abuelo,seguro que se a encontrado con mi padre allí donde estén y estarán ablando de coches.

    Un abrazo para toda la familia.

    Jose Mª Castello.

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