24) Joaquín Pellín Segura (futbolista)
¿Recuerdan que en la biografía nº 9, de otro futbolista famoso (Pina), comentaba que “El Rochet” vendía periódicos en Novelda, voceando: “Ha salido Meta, con Pellín y Pineta”?. Bien, pues hoy le toca el turno a Pellín, un futbolista alto de estatura, centrocampista de los de antes y que, según me relata su hijo, “metía bastantes goles de cabeza, pues en futbol aéreo, apenas tenía rivales”.
Nació en Novelda en el año 1.919 en la calle que atraviesa el pueblo, por delante del Casino y hacía el papel de carretera; en la que precisamente también yo habito actualmente. Sé que tras la Guerra Civil se llamaba de José Antonio y ha recuperado el nombre que tuvo cuando nació nuestro protagonista y vuelve a denominarse de Emilio Castelar, un antiguo Presidente (Septbre 1.873 a Enero 1.874) de la Primera República Española, entre los reinados de Amadeo de Saboya y de Alfonso XII. Precisamente la casa en que nació Joaquín la habitan actualmente dos sobrinos, hijos de su hermana Magdalena, también maestra, Raimundo y Javier Gómez Pellín, sacerdote, frente a la farmacia Salanova. En la misma acera de la farmacia, en la casa de su hermano Hilario vive ahora su sobrina María y al lado, en la casa de su hermana Mercedes vive hoy su sobrina, también Mercedes y maestra jubilada. Como vemos, tres de los Pellín se instalaron en unos pocos metros de la misma calle.
Los padres de nuestro protagonista, Antonio y Josefa tuvieron seis descendientes (dos varones y cuatro féminas) y Joaquín fue el menor. Siempre le apasionó el fútbol, entonces no había TV ni casi radio para elegir otros deportes; o futbol o… prácticamente, nada más. Su hijo también me cuenta que le gustaba asimismo la colombicultura; casi a escondidas de su padre Antonio, tenía un palomar en la parte alta de la casa y sus hermanas eran cómplices en esconder los palomos que traía, o los cambiaba con otros aficionados a la colombicultura.
En la adolescencia, antes de cumplir los 17 años, estalló la Guerra Civil y sin quererlo, se vio obligado a alistarse y como conducía aceptablemente, le colocaron de chofer en un camión de origen ruso. Al acabar la contienda, antes de los 20 años de edad, un día aparcó el camión frente al Ayuntamiento, pues nadie se hacía cargo; dejó el contacto puesto y… se fue a casa. Pero, como tantos soldados de la zona republicana, le hicieron cumplir posteriormente el servicio militar, en Paterna (Valencia). Allí comenzó a jugar con licencia federativa en el Catarroja CF y le ubicaron de centrocampista, una posición que conservó durante toda su trayectoria deportiva. En los permisos, ayudaba a su hermano Hilario en una bodega.
Hubo de tener algo de clase innata para que el Hércules CF le fichase y debutó como blanquiazul en la temporada 1940/41, junto a su paisano Pina. Eran “uña y carne”. Acudieron juntos a firmar el contrato y al salir, Pellín rebosaba alegría, pues le decía a su colega que habían conseguido convencer a los del Hércules; lo contrario que Pina, quien salió no muy contento, pues de entrada, estarían ambos a prueba y sin cobrar. Destacaba no sólo por su estatura, sino también por su zancada, técnica, dominio del balón y su sentido de la responsabilidad. A pesar de su tendencia a ser centrocampista, a veces le pusieron como delantero centro e interior, para acomodarse definitivamente como medio centro. Se le daba bien el lanzamiento de penaltis y los golpes francos (datos copiados de los recortes de prensa de la época).
Años después, al unirse provisionalmente las directivas y formar un solo equipo, Pellín pasó al Alicante CF; también actuó con el Elche CF, donde cobró su ficha más alta, 15.000 pesetas “de las de entonces” y una cantidad mensual. Jugó también en el Deportivo Eldense y por fin, en su etapa final, vino a jugar con el equipo de su ciudad natal, el Novelda CF, que por aquella época, conservaba el nombre de Unión Frutera. En una foto, leo la alineación del equipo marmolero: Juanito; Marco; Pellín; Luisito; Navarrito; Tito; Rafa; Pérez; Saoro; Faelo I; Gisbert y Paco. Varios de estos jugadores actuaron en equipos punteros de la provincia, tales como el Hércules, el Alicante y el Elche. Precisamente su cuñado Ángel Navarro Jover era el presidente de la Unión Frutera; ambos estaban casados con dos hermanas. Otro equipo que existía en Novelda, entonces, fue la Unión Deportiva, con los que correteó tras el balón, de chiquillo en los años 20 y 30.
En uno de los partidos en que viajó, actuó en San Fernando de Henares (Madrid) y le propusieron fichar por el Atlético de Aviación (el actual Atlético de Madrid), pero prefirió estar cerca de casa. En el Catarroja CF tuvo a un compañero, Igoa, que fue internacional posteriormente. Y con el Hércules CF jugó dos temporadas, antes de ser integrado al Alicante CF por cuatro temporadas, pues ambos clubes se unieron por algún tiempo. En el Elche CF estuvo otras dos temporadas (1946/47 y 1947/48). Quedaron campeones del grupo séptimo en Tercera División y jugaron la liguilla de ascenso con el Huelva, Gerona y Melilla, pero no lo consiguieron.
Al Deportivo Eldense se llevó una lesión de menisco, que traía de su estancia en el Elche CF y ya tenía las facultades algo mermadas. Se rehízo y vino al Novelda CF actuando como delantero y como entrenador, simultáneamente. Su doble papel en nuestro equipo lo alternaba con sus primeras clases como maestro nacional, como se decía entonces. De su etapa como entrenador del Ilicitano, en Segunda División, recuerda que se enfrentaron al Hércules por la permanencia, a doble partido. En Elche, vencieron los locales por tres a uno y en Alicante, perdieron por uno a cero. Logró la permanencia el Ilicitano y se quedó triste por ser su rival el Hércules CF, su antiguo equipo de más solera, pero sólo uno podía permanecer y el Hércules, aquel año descendió.
Su novia y posterior esposa fue Encarna Gómez y tuvieron una niña, que falleció a los siete años de edad. También llenó la alegría del hogar el hijo, Joaquín, ya con 49 años y quien me ha proporcionado estos datos para escribir sobre su padre. Consiguió el título de entrenador regional en Valencia y el de entrenador nacional, en Burgos; en ambas ocasiones, consiguió la nota más alta de sus promociones.
De su etapa como entrenador del Ilicitano CF, Joaquín, hijo, me cuenta que el domingo que debía tomar la Primera Comunión coincidía con un partido en que el Ilicitano tenía que desplazarse para enfrentarse al Rayo Vallecano y le dio a elegir; acompañarle y verlo, o tomar junto al resto de niños la Primera Comunión; eligió el viaje que, por cierto, aquel partido se saldó con la victoria del equipo visitante y comulgó solo posteriormente, en Novelda. Su primo Vicente debutó aquel día como sacerdote y su padre invitó a la plantilla de futbolistas y al gobernador civil de Alicante. Llegó a actuar como ojeador del Valencia CF, buscando “diamantes en bruto” entre los jóvenes. También fue uno de los fundadores del Club de Petanca Betania, e impulsó la construcción del Centro Deportivo Cucuch.
Dejó definitivamente el futbol como entrenador del Novelda CF, por una enfermedad estomacal que sufría desde tiempo atrás y había que labrarse un porvenir. Estudió previamente Magisterio y en las oposiciones para Maestro Nacional, consiguió el primer puesto de su promoción.
El Novelda CF no disponía entonces de un preparador o entrenador con título oficial, lo cual no era legal a la vista de la Federación. Joaquín prestó su carnet y “apañaron” para que el que desarrollaba este puesto, pudiese actuar y el Novelda CF cumpliría así con el reglamento. Conservaba la amistad con Alfredo Di Stéfano (por cierto, el argentino dejó una señal en el rostro de Pina, luchando por un balón y Pina dijo que eran “cosas del juego”) y con el presidente del Real Madrid, don Santiago Bernabeu quien le invitó a su chalet en Santapola; me cuenta Joaquín hijo, que ambos fueron a visitarle en alguna ocasión a la ciudad salinera.
Como maestro, ejerció en esta ciudad y comenzó en el Oratorio Festivo; su esposa preparaba leche para los alumnos en el recreo. También ejerció durante poco tiempo en Aspe y en Alicante. Se trasladó al Gómez Navarro y posteriormente, al Cervantes. Al Gómez Navarro llevaba a su hijo de la mano, antes de cumplir la edad mínima entonces para ser párvulo (4 años) y lo dejaba en el patio, donde jugaba con otros niños algo mayores que él. Y al Cervantes también llevaba a su hijo, ya como párvulo. En este último colegio, el Cervantes, fue director y en la actualidad, tiene una calle con su nombre (aún no inaugurada) junto al nuevo edificio de La Illa (Educación Permanente de Adultos), en la zona de Els Garroferets.
Siguió ejerciendo de maestro, hasta que “le retiraron”, pues no quería abandonar las clases ni dejar a sus alumnos. Incluso después, dio clases particulares. También jugaba al ajedrez, ya detallado en la biografía nº 18 del maestro ajedrecista, don Francisco Pérez López. Joaquín fue uno de sus rivales más destacados. Incluso enseñó a mucha gente de Novelda a mover las piezas del ajedrez.
En casa veía todos los partidos que emitían por la pequeña pantalla y no se encasillaba en seguidor de éste o aquél equipo, sino del fútbol en general y su esposa le dejaba por imposible, me cuenta el hijo. Por último, falleció en el año 1.996, antes de cumplir los 77 años de edad. Sin duda, dejó un grato recuerdo como futbolista y como maestro; los aficionados al balompié de entonces, le recuerdan. Precisamente, uno de sus alumnos, Juan Ramón, gerente de Ciclomanía, recuerda con cariño a su profesor en el Cervantes y me dice que “fue un gran maestro. Dibujaba el mapa de España en el patio y nos preguntaba (así fue conmigo, por ejemplo) qué provincias atravesaría para ir desde Lugo hasta Albacete y al avanzar, yo detallaba el nombre de estas provincias. O también, que a veces le visitaba otro señor ajedrecista y dibujábamos en el patio un tablero con los 64 cuadros. Los propios alumnos éramos el ajedrez viviente, pues nos colocábamos en la cabeza bolsas de papel recortadas y pintadas, imitando a las piezas en aquellas partidas rápidas (máximo, 15 minutos; lo que duraba el recreo”) y sus alumnos en los colegios, guardan un cariñoso recuerdo para su maestro, don Joaquín Pellín Segura.
P.D.- La próxima biografía será la de Miguel Ángel Toledo García, “Candela” (ciclista). Si conoces algún/a deportista para biografiar, incluso de persona fallecida, telefonéame. (Vicente tf. móvil 633 25 25 00) Gracias.
Mi padre me contaba que entrenó al equipo del Novelda y yo fui alumno de él. Le recuerdo con afecto. Gran persona.
Toda mi vida guardaré en mis recuerdos a D. Joaquin, fué mi primer maestro y gracias a él pude estudiar el Bachillerato de mi época, en los años 60, me presentó en un examen en Alicante para obtener una beca.
Como futbolista no lo conocí, pero como maestro el mejor que he tenido y como persona era todavía mejor. Me ha dado mucha alegria ver este comentario y las fotos, que me han hecho volver a recordarlo.
Bonito recuerdo me trae la foto de los antiguos futbolistas, cuando reinauguraron el Campo de La Magdalena. Pero no conocí a Pellín como futbolista, aunque seguro que fue muy bueno. Un rezo para él y los de su generación.
Gracias por vuestros comentarios. Voy sacando la conclusión que los deportistas ya desaparecidos suelen convocar menos comentarios que los actuales, pues a las personas que los conocieron, en general les cuesta más aportar su opinión que a los jóvenes, quienes prefieren a los deportistas actuales. Pero me he propuesto incluir toda clase de deportes sin incidir demasiado contínuos entre futbolistas, atletas y ciclistas, que son los más numerosos en mi lista de entrevistas futuras. Habrá que salir a buscar algo nuevo en esto del deporte. Un saludo para todos y gracias por vuestro apoyo.
Es indudable que Joaquin es pariente por su parecido con el que fuera mi tío y padrino Paco Pellin, nacido en Novelda y fallecido en Buenos Aires.
Qué bueno sería ratificar este dato. Muchas Gracias.
Felicidades Vicente por este espléndido artículo sobre un gran deportista, buen maestro y mejor persona. Tan sólo añadir que en su etapa en el Colegio Cervantes, transformaba una de sus aulas en improvisada academia de mecanografía con una batería de «Hispano-Olivetti» que aporreábamos muchos jóvenes (asdfg/ñlkjh – asdfg/ñlkjh…….) hasta alcanzar las 300 pulsaciones por minuto y que a la mayoría nos permitió obtener nuestro primer empleo. Gracias Don Joaquín.