MI NAVIDAD
El Belén y el Árbol. Los Reyes Magos y Papá Noel. Tradiciones encontradas, en la celebración de lo mismo, ambas cristianas. Como no podía ser menos. Pero con el factor tiempo interferido. Precisando y confundiendo. Y en Navidad, todo debe estar muy claro. Ocurre que Dios se nos hace Hombre. Alevín de Hombre. Niño.
A mí no me cae mal san Nicolás, Santa Klaus, Papa Noel, con el tiempo. Este santo, nacido en Anatolia, en la Turquía actual, en el siglo IV. Por si fuera poco, patrón alicantino, dando nombre a nuestra concatedral, esa especie de nave industrial de la fe, austera factoría, sobria, desnuda, pobre de solemnidad. Lo menos que se despacha en catedrales españolas, desde las que tanto lujo de piedra pone gótico al cielo y barroquísimo de oro y arte sacro el interior. Pero me gustan la proporción y el orden. Los Reyes magos operan en el espacio de la navidad cristiana desde el año primero de nuestra era. Papá Noel data de 1642. Es casi un “parvenu”. Se sube a un coche en marcha. Los Reyes son bíblicos, neotestamentarios. San Nicolás, solo histórico y prácticamente legendario. Relacionado con la actividad festiva de los Reyes, yo lo llamaría el Mago del atajo. No estuvo en Belén, No regaló nada al Niño recién nacido. Se ha encontrado el camino allanado por otros. Y lo usa, buscando trochas.
Llega tarde pero se toma una ventaja de casi dos semanas. Lo que va desde el día 25 de Diciembre hasta el 6 de Enero. Como si los reyes magos auténticos llegaran un año después. Es decir, aunque sea por unos días, al año siguiente. Eso, no parece bien.
Prácticamente, actúa como un Rey aprovechado y suplantador. Cuando fue un santo encantador. Las leyendas, a veces, no reparan en nada.
Me imagino que a Gaspar, Melchor y Baltasar no les hará mucha gracia acceder, con sus cosas y aparataje, a los hogares en que ya tuvo lugar la ilusionada magia de la Navidad, encontrándose con unos niños que ya tienen satisfecho su cupo de sorpresa y milagro. Me parece legítimo. Es como si alguien nos adelantase el nacimiento de Cristo al doce de Diciembre, por ejemplo. O al 22, para coincidir con la Lotería. Siempre sería una alegría y un prodigio. Pero incorporaría una trampa.
Y conste que habla del asunto el padre de un hijo llamado Juan Luis Francisco Natividad, que vino al mundo en 1961, el mismo día y al mismo tiempo que Jesús. Aquel 25 de Diciembre en que Charo y la Virgen María, parían parejo. La Madre del Rey de Reyes, en un pobre pesebre. La de Nono, que así lo llamamos, familiarmente, en el Sanatorio de Loreto, en el barrio madrileño de Cuatro Caminos, donde la reina doña Sofía dio a luz al príncipe Felipe y a las dos infantas. En una clínica aparentemente destinada a la llegada al mundo de dinastas, como diría el maestro Azorín. Una especie de anti-Escorial paritorio. Lo cito a efectos de curiosidad anecdótica. Charo pare en el mismo día que la reina del Cielo y en el mismo lugar que la futura reina de nuestra tierra, entonces todavía princesa. Era una clínica discreta, nada lujosa, que nos correspondió como clientes de una sociedad de seguro médico llamada “La Fuencisla” o porque allí trabajaba nuestro ginecólogo. Los reyes, me imagino, por razones de proximidad o algún tipo de mejor seguridad. Que nadie se rasgue las vestiduras…Me ilusiona la concidencia con Jesús. Lo otro es una mera casualidad histórica sin mas relieve que el que tiene. Ninguno. Alardear de ello sería diota.
Cada año, el 25 de Diciembre, este hijo, camarada natal de Jesús, que en la presente Navidad cumple cincuenta años, recibe sus regalos de cumpleaños. Se los damos la familia y los amigos. No un Santa Klaus turco, devenido, luego Papa Noel norteño y casi polar.
Volviendo a lo que estábamos, razonablemente, sin chauvinismos piadosos que tendrían ilegítimo origen, sobre todo en fechas tan tiernas y cordiales, a mi me gustan mas los camellos que los renos y me resulta mas congruente el puntual y masivo gran regalo universal, con muchos pajes y servidores y entre tres jefes de operaciones, que el realizado por uno solo y sin apenas medios. Y no digamos ya el tradicional, modestísimo y entrañable belén que el mini abeto lleno de chirimbolos, lazos y lucecitas. Mis árboles son la palmera, el almendro, el algarrobo, la encina y, sobre todo, el santo olivo, tan absolutamente cristiano. El abeto me queda un tanto septentrional y casi cerca del polo.
Papá Noel, admitámoslo, es un viejecito tierno y simpático. Y hasta un poco cursi, vestido con esos ropajes rojos y blancos casi propios de un circo. Pero resulta un poco aprovechado, ventajista y desplazador.¡Cuanto mayor respeto y solemnidad los merecidos por los Reyes auténticos, traídos por una estrella! No por el marketing y el cine.
Si yo fuera Rey Mago, me quejaría el Vaticano de Dios, el de arriba de todo. Si Noel quiere traer cosas a los niños, que lo haga, en hora buena, pero sumado a nuestros trabajos y esfuerzos, esperándose hasta nuestra fecha que es aquella en que nació Jesús, hará pronto 2012 años. Eso sería juego limpio. Colaboración, incluso. Buena fe. Y los niños solo se sorprenderían lo justo. Que ya es bastante. Sin desconciertos invitadores, por una vía mas, a la sospechosa autoría paternal.
Frena los renos, Noel. No corras tanto. Acomódate a los camellos y el desierto. Jesús no tenía, en Belén, ningún árbol. Solo a sus padres y una mula y un buey. Y un montón de pastores deslumbrados por una gran estrella maravillosa.
Con todo mi respeto para quien piense de otro modo. La ilusión de nuestros niños es lo que importa. Sin trucos ni anticipaciones. Disculpen, si me equivoco. Y, con un abrazo grande, muy feliz Navidad a todos.
La globalización lo está mezclando todo, dentro de poco Santa klaus vendrá en camello y Los Reyes Magos en tres renos, pero tendrán un problema añadido, y es que los camellos moviéndose en el Polo con todo lleno de hielo, no los veo, y los renos por el desierto tampoco me cabe en la mollera, ahora bien, en una de esas reuniones maratonianas de los primeros ministros de la Unión Europea, que sacan de la manga acuerdos de ultimísimo momento, seguro tienen la solución, porque además les coge bien situados, están a medio camino entre el desierto y el Polo Norte. Aunque estoy pensando que la diplomacia en esto pinta poco, esto sale del corazón, del alma de los pueblos, de la consolidación de culturas ancestrales, (unas mas ancestrales que otras) y de la ilusión de los niños y de los mayores, ¿Porque quien no se alegra de la alegría de esos enanos encantadores? ¡Pues eso! seamos condescendientes con las tradiciones, y puesto que la globalización nos está mezclando todo, pongamos orden en “El desorden” y pongamos el árbol de navidad y debajo de él, el pesebre, y cuando le escribamos a los Reyes Magos, advertirles, que cuando entren por el balcón y vean a Papá Noel encaramado, que lo saluden con cordialidad y solo le pregunten si los pequeños están durmiendo.
Feliz Navidad.
Me decanto por los Magos de Oriente. Como la Escritura no habla de reyes, los Magos son compatibles con monárquicos y republicanos. Papá Noel siempre me ha parecido un viejo barbudo y grotesco.
Me decanto por los Reyes Magos Sr Galbis, aunque como muchos padres tengo que repartir el presupuesto entre ese gordito representante comercial de la boina roja y campanilla que se cuela por la chimenea sin permiso cada Navidad, y los monárquicos y multiraciales ecologistas del camello que nos visitan el 6 de Enero.
No hace falta recurrir al Evangelio de San Mateo para defender a nuestros Reyes Magos.La ilusión de los más pequeños lo dice todo, y para ellos da igual el trineo nórdico que los camellos de Oriente, lo importante son los regalos . Si son tres mejor que uno, y si son cuatro pues mucho mejor.
Hay quien dice que la ilusión no existe cuando se basa en una mentira ,pero yo no lo creo así. Sólo hay que volver atrás y recordar los recuerdos felices de nuestra propia infancia cuando nosotros mismos esperábamos nuestra recompensa navideña, y saber que al menos por un tiempo podremos seguir inculcando a nuestros hijos la imaginación y la fantasía. Sin ellas no existiría por ejemplo ni el Arte ni la Literatura .
Todos hemos sido niños alguna vez y todos quisiéramos ser Reyes por una noche y llevar al menos un juguete a todos los niños del mundo.
Inssito en que aún siendo por tradición más partidario de los Reyes Magos en el fondo me da igual quien traiga la felicidad. Lo importante es que llegue y permanezca con nosotros el mayor tiempo posible. Feliz Navidad
Estoy convencido que su reflexión histórica acerca de qué fue primero, estará muy bien documentada, no me cabe duda. En cuaquier caso es una excelente excusa para poner de manifiesto, una vez más, su excelente redacción. Pero , en mi opinión, no hace sino corroborar la conclusión a la que llego indefectiblemente cada vez que la religión entra en juego.
No hemos entendido después de tantos años, que lo importante de las religiones es su mensaje, el que se debería poner en práctica a diario y en cada pequeña acción o detalle.
No, nostros preferimos quedarnos en disquisiciones del tipo comparativo:
-Cual es la más antigua, la mejor, la más auténtica, la que más adeptos tiene…
Y todo lo que tiene que ver con ello, convertirlo en celebración o tradición, en lugar de asumirlo como «modus operandi» y filosofía diaria con naturalidad.
La religión es algo personal, y más allá de llevarla siempre en la boca, los demás deben saber cual profesamos, por nuestro modo de actuar. Felicidad para todos, todo el año.
Cuando yo era pequeño, en los 60, no había oído hablar del gordo. Me parece que fue la Coca-Cola la que nos lo metió directa, subrepticia y subliminalmente, amén de las gringadas que la televisión y el cine, como lo de Halloween. Si Holywood hubiera nacido en España ahora habría Reyes Magos hasta en el Polo Norte. A Martín Luther. King le habría gustado más lo de los tres reyes. ¿Te imaginas a Baltasar con una Coca-cola?
Feliz Navidad a todos y feliz cumpleaños a Nono.