LA CÉLULA
La vida fue, en principio, una idea genial de la materia, el orgánico invento de la célula; artificio, razón y fundamento de todo lo que vive en el planeta.
Cundo yo me enamoro, ese montón de células que soy, lo hace de otro universo celular, en tanto clama el orden de la especie, como dice Quevedo, utilizando “venas que humor a tanto fuego han dado”; un orden que funciona desde tres mil millones, largos, de años, como también nos dijo el cojitranco. Prodigioso Francisco y de Villegas, “sin perder el respeto a ley severa”.
Lo hace como los propios de la flor, ese “efecto llamada” que ahora dicen. Todo en la vida es célula celosa de dividirse, prosperar, ser otras, su celular historia trascendiendo, llevándola hasta el borde de todo lo creado, procedente de aquel polvo estelar, “polvo serás mas polvo enamorado”, volviendo mas al *jodido estevado*.
Entre épocas de hielo, inhabitables, asteroides que chocan y destruyen porcentajes cuantiosos de la vida, volcanes insufribles, catastróficos, inundaciones y desastres varios, (“diluvio universal”, valga el ejemplo, sacado de los Libros), que acabaron, a veces, con aquella, en porcentajes casi centenarios, ahí ha estado la célula, aferrada a la mínima esperanza de seguir siendo vida y procurarla.
Y todas, su conjunto innumerable, hijas de la primera, la que trajo este infinito existencial y vario, monofilético hasta el absoluto, sobreviviendo a todos los reajustes de este planeta joven que aun perfila su postura en el orbe, haciendo, todavía acomodamientos, como un bebé en su marco, convirtiendo el impulso de la vida en una sed de Dios; la vida, ese amor universal que ama funcionando.
Resistiendo a los cambios, que son “la única cosa inmutable”, que dijo Schopenhauer.
Todo ha venido de aquella inicial, célula origen, creación y milagro.
Que en la expresión fundamental y viva de la mínima vida imaginable, haya sus límites y protecciones, sus garantías de estabilidad, su orden interior, cálido y muelle, sus equilibrios químicos felices, por el mejor trabajo sustancial de su juego de enzimas, es un prodigio sobrenatural, un estado de gracia, celular, celular, celestial, casi sinónimos.
Come, respira y genera basuras esa pequeña entidad de la vida, con membrana grasienta al exterior, muy resistente al agua, una segunda frontera intermedia, llamada citoplasma y otra interior, la autora, el mecanismo de su actividad toda, el habitáculo de su ADN encerrado en su núcleo.
Somos, el ser humano, cada uno de nosotros, animal olvidado, unos ochenta billones de ellas, cumpliendo cada una su misión.
Y por debajo de estos homenajes a la célula increíble, no citar sería injusto la tarea de su motor auténtico vital, de su organizador fundamental, la proteína, su energía dinámica, titular absoluta, en rendimiento, de lo que aquella firma, la obrera infatigable de la colmena.
La proteína no es mas que una cadena de ciertos elementos, aminoácidos, capaces de un sin fin de enlaces químicos relacionados todos con la vida, con bipolaridad molecular, (magnetismo otra vez), que la vida es eléctrica.
¿Quién metió todo ese orden en la célula? Dice el sabio que el tiempo y el azar; el caldo primigenio, radiaciones, el agua y el calor…Es muy osado echarle un pulso a Dios. Él siempre trae ventaja.
Pienso que situar en el planeta aquella célula primera, de la que viene la biología entera, que hoy ocupa la Tierra, exige algo creativo y creador, previo a la evolución de lo creado; la evolución, siendo también, Creación.
Queda tendido entre la fe y la ciencia el puente de la duda; dudando no se niega ni se afirma; simplemente, circula el pensamiento entre una y otra orilla, ambas reales y complementarias. Yo creo en una ciencia que me ayude, dudando, a creer.
La creación es creencia y la creencia una idea del corazón; la Creación es amor…
Bendita seas, célula fundadora, fabrica de la vida universal. Dios te bendiga, célula primera, o pensando mejor, teologizando, Dios te bendiga, Dios; Tú eres la célula…
como es habitual usted siempre nos sorprende,a uos para bien, como es mi caso y a otros para mál, como es el caso de algún comentarista que he leído por ahí
«Pero entonces siempre surge en mí la horrenda duda de si las convicciones de la mente del hombre, que se ha desarrollado a partir de la mente de animales inferiores, tienen ningún valor o son en absoluto dignas de confianza. ¿Confiaría nadie en las convicciones de la mente de un mono, si es que hay convicciones algunas en una mente así?» —Charles Darwin, Carta a William Graham, 3 julio 1881.
Huyendo de la revelación bíblica, considerada un cuento infantil a menudo por desconocimiento, muchos se lanzan acríticamente en brazos de, ahora sí, una patraña supina que requiere un brutal acto de fe, solo que infinitamente más irracional: el evolucionismo, tan humanizante (el ser humano como resultado azaroso de un petardazo cósmico sin causa ni sentido), que tan buen juego le hace al capitalismo salvaje (base del darwinismo social, o la selección natural aplicada a la sociedad humana): nadie tiene derecho (?) ningno a quejarse por la deriva actual del mundo, simplemente el homo capitalista triufa en la selección natural, los demás al basurero de la historia evolutiva.
La evolución carece totalmente de verificación empírica, aunque ha sido dada por buena por un potente aparato propagandístico. NO ES UN HECHO CIENTÍFICO, sino un una hipótesis basada en presupuestos (creencias) metafísicos naturalistas y materialistas (ateos) que quiere explicar el orden del universo y la existencia de todas las formas de vida en la tierra a base de azar y tiempo; reduciéndolo a sus últimos términos: ‘El hidrógeno es un gas incoloro, inodoro e insípido que con el suficiente tiempo se transforma en personas’.
Y algunos creyentes subiéndose al carro de la patraña pseudocietífica para contemporizar… ¡¡El evolucionismo es incompatible con la fe creacionista, entre otras cosas porque justifica el mal, todo ese mal ‘necesario’ para el desarrollo de la supuesta ‘evolución’!!.
Sobre la información biológica que entreteje usted a lo largo del artículo, un par de precisiones: no son centrales a su discurso, pero ya que usted se ha tomado la molestia de incluir detalles de la biología celular que posiblemente sean insignificantes para la mayoría de los lectores, intentemos que esos detalles sean correctos y precisos: la célula antecesora común de todas las que hoy persisten no fue la que usted describe, con un núcleo contenedor de la información genética. Las células como las nuestras, con su núleo y sus complejidades, aparecieron mucho más tarde que las sencillas y primordiales bacterias, que no tienen núcleo, que dominaron solas mil millones de años de historia de la Tierra, que son hoy la forma de vida más abundante del planeta y que serán, muy probablemente, las que cierren el telón sobre esta biosfera.
Segunda precisión: no se puede asumir, sin más, que no hubo vida hasta que hubo células: entre las meras moléculas y las células cabe (y tenemos indicios suficientes para suponerlo) un mundo vivo de moléculas autocatalíticas y autorreplicantes.
Pasaré por alto las imprecisiones en la descripción de las proteínas y su función, aunque no consigo entender qué necesidad tiene de entrar en un terreno tan resbaladizo, declarando cosas inciertas como la del supuesto «magnetismo» proteico. Mera literatura, supongo.
No tuvo usted bastante con hacer mangas y capirotes de la física moderna para aderezar su autocomplaciente discurso psico-teológico: ahora amenaza con traer a la biología a escena. Pero ¿qué necesidad? La ciencia no necesita de ustedes, creyentes, ¿porqué ustedes necesitan seguir toqueteando el discurso científico? La ciencia tiene su ámbito, la filosofía el suyo y la religión, otro: el de la fe. Quédense ustedes en la fe, que nadie les va a (ni les puede) disputar ni corregir. No hace falta un dios, ni varios, para entender el origen de la vida, como no lo ha hecho para entender su diversificación (mal que les pese a los defensores del «Diseño Inteligente»). Es cierto que no tenemos todos los datos, pero el problema es sólo ese.
Invocar a Dios siempre que se encuentra una dificultad, o un proceso natural desconocido por el momento, es una práctica de nefastos resultados para el discurso religioso, pues cuando se encuentran las explicaciones (y con el tiempo, el esfuerzo y la mejora tecnológica, se van encontrando) el discurso religioso se viene abajo con estrépito, aunque solo para recomponerse luego y retroceder unos pasos más allá, hacia la frontera aun no conquistada. Ese Dios que se invoca para ‘rellenar’ los huecos -temporales- del conocimiento científico tiene fecha de caducidad y es un Dios en permanente retroceso y huida. En fin, es su problema.
Al final, Plácido, se destapa usted haciendo gala de toda la irracionalidad que conlleva una fe como la suya. Penoso. Abraza usted el discurso anticientífico de la más oscura tradición religiosa y se une a sus hermanos fundamentalistas cristianos y musulmanes.
Negar las evidencias y caricaturizar las más sólidas teorías científicas en aras a preservar su cerrado universo no va a hacer desaparecer la realidad. ¿Aboga usted también por modificar el currículo académico de escuelas e institutos para que se deje de enseñar la evolución en las clases de biología?
¡Y hay quien creía que en Europa estabamos a salvo de estas irracionalidades!
La célula fue el Principio y el Principio fue Dios, luego Tu eres la célula. Lógica aplastante para un hombre de Fe como usted Sr Galbis, ardiente defensor de la teoría creacionista.
Su texto muestra una vez más su absoluta incapacidad para plantearse una explicación racional del origen de la vida que no tenga que ver con Dios.Y dice además que la duda le ayuda a creer, pero en realidad usted no duda en absoluto, sino que cree a pie juntillas que esa primitiva célula es producto de una acción sobrenatural. un acto no fortuito ni carente de un propósito, la voluntad explícita del Creador.Una vuelta más al Génesis.
Pues muy bien,no voy a caer en la soberbia que tuvo aquel astronauta que después de dar una vuelta alrededor de la Tierra dijo a su regreso que no había visto a Dios en el Cielo, pero si quisiera recordarle Sr Galbis que a veces las preguntas más sencillas exigen respuestas muy complicadas.
El origen de la vida es uno de los grandes enigmas de la ciencia actual. Sin entrar a desarrollar teorías sobre el origen no biológico (endogénesis) o extraterrestre (exogénesis), lo que si es cierto es que la mayoría de los científicos actuales mantienen la idea de que el origen de la vida no estuvo envuelta en ninguna acción sobrenatural, sino que su aparición es inherente a las propiedades de la materia bajo las condiciones ambientales de la Tierra primigenia.
En definitiva, que la vida se abre paso a través de un proceso evolutivo natural a lo largo de millones años. Esa primera célula no surge por azar o accidente ni gracias tampoco a la mano invisible de Dios.
La vida es el resultado de infinitas posibilidades de evolución de la célula. Algo tan diminutivo que nos ha hecho inteligentes,con capacidad de pensar .Somos células pensantes, inteligentes y autónomas con capacidad para interelacionarnos con nuestros semejantes,para seguir evolucionando en busca de respuestas. Y las respuestas están ahí fuera, en la inmensidad del Cosmos donde probablemente esté el origen de la vida. Por eso seguimos buscando en su interior nuevas formas de vida. A lo mejor todos somos marcianos sin saberlo.
Si usted Sr Galbis reduce esa búsqueda a su Dios personal creador de la vida, pregúntese entonces por un momento porqué tardó tantos millones de años en crear al único ser vivo en la Tierra que cree en El. Un cordial saludo.
En el último ¿Y por que? ¿ Y después ? en ese extremo está Dios, o El Creador o el Padre Universal o la Energía Suprema, cada cual con el suyo, pero al final el mismo para todos, (Espíritu Superior o Padre Eterno).
Cuando dejamos de existir se acabó, según algunos, y otros creemos que se sigue en otros planos evolucionando hacia otra existencia de más progreso celestial, o Universal, o como se le quiera llamar. Todo el Universo está evolucionando permanentemente, y nosotros los humanos no, nosotros parece que somos harina de otro costal, y ahora parece que se empieza a saber que la nada del universo también es “Cosa”, porque “Cosa” también es la nada, esta está formada por materia.
Entiendo, que muchas personas, incluso científicos necesitan tocar para creer, pero hay un plano de nuestra vida, por lo menos para mi y muchos más, incluidos científicos, que creemos que hay otros planos en el Cielo, Universo o como queráis llamarle, en el que después del fallecimiento, nuestra energía, nuestra alma, nuestro espíritu, sigue por otros caminos de más evolución, como le pasa a toda la creación, por tanto nosotros no somos una pica en Flandes, sino que somos parte de ese Universo y que evolucionamos con él, ¡Faltaría más!, y en el centro de todo, como ya he referido antes, está el núcleo central de energía, Dios o el Padre Eterno o El Creador, pues el nombre es lo de menos, aunque para mi es Dios.
Los que nos llamamos mayores somos todos muy inteligentes y parece dominamos todas las técnicas del saber, y los niños son unos infantiles que no saben discernir algunos acontecimientos, a los que nosotros les damos importancia, y a ellos solo hay que contarles cuentos, pero ahora nuestros nietos y antes nuestros hijos muchas veces nos han dejado sin saber donde meternos con algunas preguntas que nos han hecho, y que nos han dejado contra la pared, ¿Por qué los hombres se matan en las guerras?, en ese momento intentas sacar adelante la respuesta pero malamente, porque sabes de antemano que la contestación no es la adecuada para convencerlos, y respondes; ¡Porque los hombres son egoístas y cuando quieren lo que tienen otros, quieren quitárselo a la fuerza, y los otros no se dejan!, y siguen con las preguntas, ¿Y por que son egoístas?, y así hasta el infinito. Todas las preguntas de esos “Locos bajitos” entrañables, siempre me han puesto contra la pared con esas preguntas que te llevan al final al precipicio de la razón, pues ya no sabes que contestar y así pasa con la creación, empiezas por el principio y cuando llegas a la nada resulta que la nada también es materia y así hasta el infinito, y ahí está Dios en ese infinito, o núcleo central de todo lo creado.
Un abrazo, Luis.
Al final parece ser que no hubo descuartizamiento del hombre para dar la costilla a la mujer… vaya, resulta que en el fondo es usted Darwinista.
Me voy a remitir a una frase. «Cuando la iglesia y la ciencia se enfrentan en algo adivinad quien ha agachado siempre la cabeza».
Dios es lo desconocido, porque lo conocido ya no se teme. A más avance de la ciencia más retroceso de dios.
Entonces, «creó una célula a su imagen y semejanza», ¿o eso tampoco?
Perdón. La frase sólo es válida si no contamos con el asesinato violento de una de las partes. También estaría bien que ejercitaran ustedes sus dotes adivinatorias para saber que parte mata a la otra siempre.
No acabo de ver la necesidad que tienen algunos de enfrentar ciencia con creencia. Y menos a los que pretenden, bajo presuntas explicaciones que van contra los principios de la ciencia empírica y demostrable, denostar y desacreditar aspectos demostrados e indudables de la ciencia. Me ahorro, además, los comentarios del señor Ferrandiz sobre la evolución, ya que no tienen mejor respuesta que el silencio.
Las creencias son propias, personales, interiores, inexplicables, indemostrables. Son y no tienen fundamento empírico. La ciencia se basa en argumentos demostrables, en experimentos verificables y que se pueden repetir.
No hay que confundir al personal: las creencias no pueden anular la validez de la ciencia. Son compatibles, al menos para mí, cuando se saben conjugar y declinar correctamente, no como algunos pretenden. Para los no creyentes pueden ser excluyentes, pero ese no es mi problema porque los respeto y respeto sus argumentos científicos.
Política y religión. Dos doctrinas que cada una de ellas y de forma independiente, en lugar de unir al ser humano, lo separan.
En primer lugar, decir que no estoy en contra de nadie. Que mi opinión, no es juicio contra alguno de los comentaristas. Solamente, es mi opinión
Sr. Ferrándiz:
Extraigo del diccionario la definición de la palabra evolucionar.
Dice así:
“Dicho de un organismo o de otra cosa: desenvolverse, desarrollarse, pasando de un estado a otro.”
Pongo un ejemplo.
Los vehículos automóviles de antes no son como los de ahora, aunque en común tienen: ruedas… volante… freno… motor… asientos y muchas cosas más. Los automóviles de antes no controlaban, por ejemplo, la frenada; los de ahora si. ¡Es más!, ya empiezan a salir los que aparcan solos. ¡¡Fíjese!!, aparcan solos. Y eso que son elementos materiales.
Supongo que Ud. se sentirá más seguro en el automóvil moderno que en el antiguo.
La diferencia entre ambos la ha propiciado la evolución.
Luego… si aceptamos que la evolución implica un cambio, ¿por qué no aceptar que el hombre de hoy sea la evolución de aquel mono?.
¿Acaso los animales inferiores no protegen a los suyos como lo hace el hombre?. Algunos animales protegerán más o mejor y otros lo harán menos o peor.
No veo ninguna contradicción en la evolución del mono hacia el hombre; posiblemente por que no soy especialista en el tema. Pero hay algo que tengo muy claro, y es que creo en mi Dios (que está muy cerca del suyo, si es que el suyo, es el que dibujan en las pinturas de la iglesia) y en el hombre, a pesar de que en este grupo los hay muy malos y pervertidos.
Trato de ponerme en el lugar de Dios, y me digo: voy ha crear al hombre. Pero… no lo voy hacer robot, por que sino, es algo imperfecto. Lo crearé a mi imagen y semejanza; por que lo suyo es que sea libre, que sea inteligente, y que pueda discernir sobre el bien y el mal.
Y para que lo anterior se cumpliera, supongo que Ud. estará conmigo en que Dios tuvo que crear al diablo para que le tentara.
Si lo cree así, aceptará que desde ese momento, el mal, lo ha creado Dios y no solo lo hace el hombre. O… ¿acaso el diablo se creó a si mismo?
Sinceramente; no creo en un Dios así, y tampoco veo que la evolución sea la responsable de los males que el hombre causa, al planeta tierra y todo lo que habita en ella.
El principio del libro del Génesis es como el encabezamiento de grandes libros como el Quijote o la Divina Comedia. Son algo que me «engancha» porque me interesa.
Yo no sé si el Sr. Beresaluze reduce la búsqueda científica su Dios personal. Lo que sí experimenté es que al leer Berechit bará Elohim, (Al principio creó Dios), se trataba de algo que no podía dejar de lado.
Por otra parte las teorías de la explosión inicial de la energía, las leyes de la entropía creciente o de la evolución, no son incompatibles con un Dios Creador. Baste con decir que también Dios es el autor de esas leyes.
¿Porqué tanto empeño en concebir un dios CREADOR?¿Podríamos intuír la existencia de un dios simplemente OBSERVADOR (como además parece que ocurre)?Un dios atento,o no,a la evolución-involución de la materia cósmica.De toda ella,la que percibimos y la que no percibimos.Un dios que no se entretiene en juicios de valor.¿Para qué?.No se necesita una sustantivación del bién y del mal a escala universal.Sí como resalta el padre Pellín con respecto a lla naturaleza humana de Dios «esla»,entonces abarca ya estos dos extremos y no se diferencian el uno del otro sino construyendo una teoria teológica de la relatividad quizás a todas luces innecesaria en Andrómeda.Si hoy en día la investigación afirma que lo muy pequeño,el «quantum»,es independiente e incluso desafía las leyes de lo muy grande» dígase la «célula»¿no podría ser por una vez lo humano independiente de lo divino con el beneplácito de dios nuestro señor?.CREO QUE EL HOMBRE IMAGINA Y MODIFICA A DIOS
COMO LA PARTICULA CUANTICA CREA Y MODIFICA LA MATERIA QUE LA CONTIENE.
Un saludo.
ES
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Sr.Manuel sellés,precisamente en el gran ejemplo que ha puesto utd. sobre la «evolución»del automóvil.
¿ no le parece a utd. que detrás de ese automóvil evolucionado hay una mente racional (humano) que há diseñado,creado y evolucionado ése automóvil ? o la base inicial apareció por reproducción de espóras,además de ser diseñado y desarrollado sobre materias primas ya preexistentes.
El hecho de «confiar»en que todo lo que nos rodea,con su precisión,exactitud,compatibilidad,equilibrio,CON SUS LEYES FÍSICAS,SU ORDEN,etc…tendría menos posibilidades de que fuera de forma casual,azarosa,que si cogiésemos todas las palabras del diccionario separadas y mezcladas,las tirasemos desde un árbol y al caer al suelo quedásen ordenadas alfabéticamente,desde la A a la Z.
¡¡ Admirable la fé en la evolución natural azarosa !!
Saludos.
Santiago: no hay fe de ningún tipo en el fenómeno evolutivo. Ni la fe, ni las creencias desempeñan un papel en ello: aquellos que sólo saben mirar la realidad a través de las anteojeras de sus credos quieren reducir a su propia condición de meros creyentes a los científicos, para cubrirse las espaldas, pero su recurso es siempre darle palos a un espantapájaros que ellos se han inventado, no a la ciencia.
Antetodo, tendría que saber de qué esta hablando cuando menta la evolución biológica, y no es así, a la vista de sus críticas (por llamarlas de algún modo) o de las de Plácido (ídem). La evolución biológica sólo es azarosa en alguno de los elementos que la conforman (el origen de la variabilidad genética, concretamente) pero no hay azar en el proceso selectivo, por lo que se puede obtener algo que en absoluto es azaroso al final del proceso. No hace falta fe, insisto, sólo conocimiento de lo que se está estudiando y no una deformación malintencionada del proceso, que es lo que están acostumbrados a hacer los creacionistas con el tema.
El rechazo de la ciencia que mantienen los creacionistas es, además, indicativo de una debilidad en su fe que me resulta curiosa: los creacionistas son incapaces de concebir un Dios todopoderoso capaz de haber creado un universo capaz de ‘desarrollarse’ por sí mismo, incluida la evolución química y biológica en él. ¿Porqué no lo consideran capaz de ello si lo consideran autor de las leyes de la física, de la materia? En cambio, postulan un Dios que se dedica a intervenir cada tanto haciendo correcciones e innovaciones y modificaciones en su creación, como si fuera un estudiante tanteando un modelo experimental … ¡Vamos! En que baja estima tienen a su Dios …