Art. de opinión de Luis Beresaluze Galbis

DIÁLOGO DE LAS SUSTANCIAS

El pan estaba nervioso sobre el altar. Consciente de en qué iba a consistir, luego de la transubstanciación. No era para menos….Trigal, amapolas, molino, amasado con agua y levadura, horno y luego, cuerpo del Señor.

El vino aguardaba su ocasión teológica, más tranquilo, en la vinajera. La futura sangre, mas sosegada que el cuerpo esperanzado.

“Estoy impaciente por alcanzar la categoría y naturaleza de cuerpo de Cristo”, alegó el pan”, pensando en su nueva y santa ontología. Y el vino le contestó: “También yo la de su sangre, pero no hay sangre manifiesta sin herida. Y el tiempo es una herida. Incurable, además. Déjalo discurrir. El tiempo también juega en este misterio y las prisas no son buenas ni para llegar al Señor. De nuestra combinación resulta Dios, a pocas horas de su humillante y dolorosa Pasión. Como lo anunció en aquella cena a los amigos, que repetirían sus sucesores, luego, *en conmemoración mía*. Dale tiempo al tiempo, que todo se consumará. Ni tú te harás duro ni yo me agriaré…”

El viejo sacerdote, con manos temblorosas, continuaba con su sosegado manejo de los textos y las cosas del altar. Con su demorada liturgia. Parecía que jugaba a las casitas con los libros, los pañitos, las patenas, las toallitas, el cáliz…Como si el altar fuera la encimera culinaria en que preparaba a Dios como alimento. Sabía lo que tenía entre manos. Y lo valoraba con parsimoniosa solemnidad. Era lo mas importante de la misa, luego de las lecturas, el Evangelio, la homilía, que cada vez le costaba mas preparar…Después del Padrenuestro y el Credo.

El pan y el vino esperaban, a un lado, mientras el anciano oficiante decía muy bajito las sagradas fórmulas…El protocolo altísimo de la Santa Eucaristía. Pronto serían Dios…

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7 COMENTARIOS

  1. Hoy, querido Luis, voy a comentar sólo tus exquisitas formas, la belleza de tus palabras. He tomado la sana costumbre de comentar tus excelentes artículos y no pienso abandonarla. Es más, las espero.

    Pan, vino, cuerpo y sangre de Cristo. No te lo voy a discutir, pero me cuesta creer en estos principios. Es palabra de Dios, de los Evangelios que nos dicen que las pronunció Cristo. No lo voy a cuestionar, pero no dejan de ser palabras escritas por hombres. No digo que no crea, pero tampoco puedo decir que crea. Es una continua paradoja.

    Conmprendo tu alegoría. Si yo fuera pan, y supiera, seguro, que me voy a convertir en cuerpo de Cristo, y si fuera vino y supiera, también, que me voy a convertir en sangre de Cristo, también estaría impaciente. Pero, una vez más, es una cuestión de fe.

    Los que gozan de tu envidiable fe, se sentirán muy satisfechos. Yo, también, pero de tus formas exquisitas, como escribí antes.

    Un abrazo, amigo.

  2. Tomad y comed…..Tomad y bebed………….

    Insólto diálogo imaginario el que nos ofrece Sr Galbis en el corazón mismo de la liturgia.El Pan y el Vino esperando el milagro de la transubstanciación,dogma de Fe enraizado en las palabras de Cristo en la última Cena. Carne y sangre de nuestra salvación.

    Para un acto tan solemne no hacen falta prisas. Dios se toma su tiempo, obra el milagro,dos sustancias convertidas como por arte de magia en una sola, cuerpo entero de Cristo que se entrega al cristiano como alimento del alma.

    El viejo sacerdote es un mero cooperador necesario en esta conversión eucarística ,el que provoca la chispa que ilumina el acto solemne a través de la oración. El hace participar a sus feligreses de la belleza intrínseca y sublime del momento manejando con pulcritud el atrezzo necesario,el evangelario, el mantel,el cáliz, la cruz,los candeleros y velas,las vinajeras ,el copón y las flores en el altar si las hubiere para recordarnos que Jesús se nos ofrece como alimento con su propio Cuerpo y Sangre en un dia festivo.
    Porque hoy es domingo y no estamos en el teatro de la magia y la ilusión, sino en Misa.

    Que nadie lo olvide.

  3. Luis, Jesús tenía tan sentido amor por los demás que no escatimó en entregarse todo él en esa cena de despedida, su pan de vida, la poca que le quedaba, y la sangre que iba a derramar se la adelantó a los suyos como signo de fraternidad “Hacer esto en memoria mía” (Entregaros a los demás con toda vuestra fuerza, sin escatimar esfuerzos, hasta vuestro último aliento).

    Hasta el último instante
    dando lección de grandeza,
    de entrega a los demás
    ese fue el mensaje imperecedero
    que nos dio a toda la humanidad.

    El trigo se convierte en pan,
    la vid en vino se transforma,
    y esa fue la mezcla decidida
    para poder transmitirnos
    su deseo de concordia.

    ¿ Quien puede ofrecer más
    que entregar su propia vida,
    por sus ideales de amor y fraternidad?
    solo él, hijo de Dios,
    y faro de su bondad.

    Y la última demostración de su elevado amor la dio clavado en la cruz y pidiendo a su Padre que perdonara a los que le estaban matando. Y después de esta lección que nos dio, yo siempre me hago la misma pregunta ¿ Puede ser Dios castigador?, y siempre me contesta lo mismo, ¡ Si yo perdoné a los que me quitaron la vida,¿ a quien puedo castigar yo?

  4. Muchas felicidades Luis, por este emocionante artículo, teológicamente imnpecable.

  5. No,Juan G. Olivares, no es un cuento, lo parece. No es sino, una dosis más de la automedicación.

    Escribir bien es un don, pero como como todos los dones ha de tener un propósito, una tarea. A mi entender, en este caso, trocar la tarea de transmitir, para adornar en exceso un texto de esa guisa, puede hacer al final que hasta pueda resultar empalagoso un llantar (un relato en este caso) con sólo dos ingredientes.

    La retórica es un recurso, no un fin. Pero claro, para gustos…

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