Jesús Navarro Alberola
Hay un cuadro que se puede ver en el Congreso de los Diputados y que es el mejor símbolo de lo que fue la Transición. Su autor es el valenciano Juan Genovés y lleva por título «El abrazo». Pintado en 1976, representa el abrazo del pueblo, sin importan cuáles fueran las ideas o los rencores pasados de cada uno, todos mirando hacia un futuro de esperanza.
Hoy, cuando cabalgamos sobre aquel futuro con las prisas de nuestro presente incierto, se hace difícil creer que a finales de los años 80 pudiera llegarse a un consenso tal que se apartaran incluso todas las ideologías y todos los egoísmos para poner sobre la mesa el futuro y el progreso de nuestro país. Pero, como dice la famosa frase, no todo está perdido. Noticias recientes como la creación de una comisión mixta entre la Generalitat y la Diputación de Alicante en materia de infraestructuras viarias y movilidad sostenible nos sitúan ante un nuevo panorama, totalmente diferente al que hemos sufrido durante los últimos años, en el que el debate y el diálogo se han perdido, sustituidos por un constante enfrentamiento, que, para más inri, ha saltado del Congreso a las redes sociales. Antes solo veíamos pelearse a los políticos por la tele y, en ocasiones, a través de artículos de prensa. Ahora, encima, toca sufrirlos a diario por Twitter.
Por suerte, existen personas como Carlos Mazón y Arcadi España, artífices de esa noticia que comentaba más arriba. Dos políticos que son dos amigos, uno del PP y otro del PSOE. El Presidente de la Diputación y el Conseller de Política Territorial y Obras Públicas. Dos políticos que, a pesar de su juventud, tienen el mismo espíritu de aquellos políticos de la Transición.
Carlos es un líder de cuna. Ya en el colegio era el delegado de curso, el que daba la cara por sus compañeros. Su carrera política se vio interrumpida para ser director de la Cámara de Comercio, donde aprendió del mundo empresarial a forjarse en el diálogo, en esa escucha del otro tan importante. Dotado de una humanidad y solidaridad excelentes, está dirigiendo sus políticas hacia territorios más sociales, propios de partidos de izquierda. Carlos es listo e inteligente al mismo tiempo, rápido de pensamiento, uno de esos políticos que sabe mirar a los ojos y que desnuda el alma con cada conversación, una de esas personas que convence en cada gesto. Yo siempre le digo que, por su culpa, algún día votaré al PP.
Arcadi es igual. Los dos buscan el éxito de su partido por encima del beneficio personal o ese ir escalando puestos de poder que a veces se ve en otros políticos. Ambos persiguen el éxito de una gestión que favorezca a la sociedad. Son, en definitiva, lo que debería ser un político en estado puro: alguien que, por el bienestar del pueblo, no tiene reparos en abrazarse o pactar con el «enemigo político».
A Arcadi lo conocí de forma más personal, en un viaje a China y Japón. Entones era jefe de gabinete de Ximo Puig y me pareció una gran persona, humilde, siempre en un segundo plano, sin afán de protagonismo, pero que, por su sencillez, es innegable que lo tiene.
Su amistad se ve en la fotografía que acompaña este artículo. Ese abrazo no puede ser fingido, sino que es la bandera de la honradez en la que militan, una pureza imposible de debilitarse. Ver esa imagen me da garantías de un futuro mejor, me da esperanzas. Y me sitúa ante la complicada tesitura de que, ojalá, los dos disputen algún día la presidencia de la Generalitat, lo cual sería toda una suerte para el pueblo valenciano. Porque sería como en uno de esos partidos de fútbol o de tenis en el que las dos partes son las tuyas y te da igual quién gane. Los dos son buenos. Bien mirado, lo mejor sería un gobierno de coalición entre Carlos y Arcadi, aunque solo fuera para facilitarme la elección de la papeleta.
El abrazo entre Arcadi España y Carlos Mazón representa el compañerismo y esa actitud de amistad por encima de las posibles discrepancias. Emociona. Porque me retrotrae a aquellos años de la Transición en los que una España nueva y fuerte empezaba a dar sus primeros pasos. Es un abrazo necesario, más aún en estos días en los que parece que esas dos Españas históricas y tristes de las que nos hablaba Machado parecen querer dividirse en más Españas. En una época en que se echa en falta la emoción de la concordia y el respeto, imágenes como la de Arcadi y Carlos representan la única salida. Es el abrazo de todos, el primer paso para un futuro mejor para nuestra Comunidad y para toda España.