El lunes día 19 se habría dado el pistoletazo de salida a nuestras fiestas patronales y de Moros y Cristianos del 2021. Todavía me cuesta creer que va a ser el segundo verano consecutivo sin poder celebrarlas, sin conmemorar nuestra historia.
Añoro poder bajar de nuevo, en romería desde su santuario, a nuestra Santa María Magdalena. Verla pasar en brazos de su pueblo, cantarle y acompañarla hasta la parroquia de San Pedro.
Echo de menos desfilar del brazo de mis amigas y al levantar la vista ver a mi cabo de escuadra, Clara, emocionada y orgullosa, conduciéndonos calle abajo. La nostalgia de las procesiones y ofrendas con nuestra casulla y botas, con las prisas y carreras por llegar a tiempo.
Quiero volver el primer lunes de agosto, junto a mi madre, a recoger las aleluyas, a muy temprana hora, y despedirme con lágrimas de nuestra patrona hasta el siguiente año. Es ahora cuando necesitamos más que nunca, los abrazos, los brindis y las interminables risas en las verbenas, bailando al mismo compás y vibrando al ritmo de las orquestas. Novelda siempre ha saboreado sus fiestas con entusiasmo.
Cada mes de julio hemos renacido con nuestra historia, haciendo presente el pasado con motivo de orgullo y alegría.
La comunidad festera es cada vez mayor y gozamos participando, en gran número familias enteras, que llevan a disfrutar conjuntamente a distintas generaciones de manera plena. Las fiestas son las huellas de nuestra historia porque ellas son el reflejo de nuestra identidad cultural, que además ejercen de catalizador de nuestros sentimientos y autenticidad.
Exhibimos nuestras raíces y tradiciones, somos un corazón orgulloso de lo que nos representa, en resumen … de nuestra esencia.
Estamos ligados a nuestra cultura y con la celebración conmemoramos la expresión de valores y sentimientos que forman parte de nuestra genuina identidad. Nos evaden de la rutina, de lo cotidianidad y tras este duro último año y medio, se requiere de manera imperativa romper cronológicamente y volver al ocio, la celebración, los desfiles, las romerías, la música y los bailes.
Con ello evocamos el pasado con la fuerza del presente y nos sentimos identificados e integrados en nuestro pueblo. En resumen y utilizando las palabras de mi amiga Nieves “aunque la fiesta no siga, nuestro corazón sigue latiendo por ella”.
Volveremos pronto y con más fuerza si cabe, porque como bien decía André-Georges Malraux “La tradición no se hereda, se conquista” y nosotros, los noveldenses, conquistaremos con fuerza de nuevo nuestras calles celebrando, como bien sabemos hacer, nuestras fiestas.