Relato de la Asociación OASIS Salud Mental de Novelda realizado por un voluntario durante uno de los talleres semanales
«Caminábamos por un sendero solitario y polvoriento. Cuando de pronto, como una alucinación, vimos a lo lejos una casa rodeada de vegetación. Conforme nos acercábamos, observamos que en realidad el verde que había alrededor eran plantas de hortalizas: tomates, lechugas, y también melones. Cuando llegamos a aquel OASIS, salió a recibirnos Sebastián, el dueño de aquel lugar que nos invitó a pasar. La estancia era muy acogedora; con grandes cortinas en las ventanas que la resguardaban del sol.
Salieron a recibirnos también unas personas de mediana edad que nos dijeron que muchos de los que llegaban a aquella estancia tenían algún problema de salud mental. Sebastián resultó ser psiquiatra, y nos dijo que anteriormente ejercía en la ciudad pero sufría mucho estrés. Y en aquel OASIS había encontrado todo lo que necesitaba para recuperarse a sí mismo, ya que aquel silencio del desierto le daba concentración. También nos preguntó por qué habíamos venido aquí. Le dijimos que nos habíamos perdido. Nos vino de maravilla que el dueño de aquel lugar fuera un psiquiatra, pues sufríamos unos más que otros, alguna enfermedad psíquica.
Entonces, Sebastián, con buen afán nos dijo que podíamos hospedarnos en su casa. Y que le contáramos los síntomas de nuestra enfermedad y que trataría de aliviarnos. El hospedaje era perfecto; tres habitaciones amplias con literas. Finalmente nos quedamos allí, porque nos sentíamos en un sitio muy acogedor donde podríamos ser felices en contacto con la naturaleza».