Tribuna de Opinión de Francisco Penalva Aracil
Las guerras son; Muerte, destrucción, amargura y tristeza, violencia.., Ruina total.
Todo lo contrario al amor .que es paz, vida, felicidad. Y deseos muchos deseos, como el de querer estar con la persona que quieres el mayor tiempo posible; besarle, cogerle las manos, rozar con tus dedos la piel de su cara. Y emocionarte al verla sonreír por ello.
Ese acto tan bárbaro como es la guerra, nos causa algo tan paralizante y deprimente como es la impotencia, el no poder hacer nada para que terminen nosotros simples espectadores con los ojos horrorizados al verla en las pantallas de las televisiones.
Y todas esas dramáticas impresiones, cada uno las expresa como puede y sabe, yo lo hago escribiendo.
Tampoco tiene nada que ver con la primavera que ya se acerca. En ella podemos revivir múltiples sensaciones. Como observar los verdes de la naturaleza: El de los pinos que relucen al reflejar en ellos los rayos del sol. O aquel intenso de las hojas de las moreras, alimento de los gusanos de seda. Y el de las extrañas hojuelas de las mimosas de un verde de tono amarillento. También el de la higuera aun sin fruto, con sus pámpanos rugosos que al tocarlos, en su tacto revives sentimientos de juventud.
Pero el verde mas alegre es el de jazmín con sus diminutas hojas de las que sobresalen sus aromáticas florecillas blancas; aquellas que recogemos para que embriaguen con su aroma evocador nuestras casas. Observando a las abejas que recogen el polen de las flores, y segregan miel y cera que ilumina.
Mientras tanto, escuchar el revoloteo del los pájaros al iniciar su vuelo. Mirando a los caracoles lentos caminantes entre la leña húmeda tras la lluvia reciente, recorrer el monte entre olorosas matas de romero.
Quiero terminar el relato escribiendo sobre las mariposas ese lepidóptero que revolotea jardines soleados, con sus alas trasparentes, de bellos colores geométricos y sugestivos.