Artículo de Vicente Díez sobre deportistas noveldenses
El deporte tiene múltiples facetas y hoy pretendo mostrar algo inédito en estas biografías, cual es el vuelo con motor. Ya se publicó un artículo (nº 67 de fecha 27/10/2013) acerca del parapente, de Antonio Díaz Mas. Hoy conoceremos sobre el vuelo con motor a un apasionado de las alturas, imitador de las aves y que no lo deja, a pesar de los años.
Nuestro personaje de hoy nació (año 1955) en la Casa de la Margarita, junto al arenero al pie del Castillo, y por cercanía se considera haber crecido en el barrio de La Estación. Fue el tercero de los cinco hijos que tuvieron sus padres, Pepe y Candelaria. Su colegio de siempre estuvo en el que había en el barrio. Fuera del recinto en los ratos libres jugaban al fútbol y rompían algún cristal.
Al cumplir los 14 años, se incorporó al trabajo como aprendiz de mecánico, tanto para las industrias del mármol, la madera y otras; oficio que ha desempeñado como autónomo hasta jubilarse recientemente.
Se casó en 1981 con Mª Teresa y tienen dos hijas. Desde entonces, viven en la parte nueva de la ciudad y afirma que siempre hubo de desplazarse por medio mundo para instalar, montar o reparar toda clase de máquinas industriales.
Sus inicios en el deporte le llevaron al motociclismo como mecánico a diversos campeonatos, tanto de Ferias como incluso de España. Era el más solicitado por los motociclistas de la marcas Ossa, Suzuki, Yamaha… y recuerda a muchos de aquellos pilotos: Ricardo Tormo, quien fue su gran amigo; al alicantino Pedro Cegarra; o al noveldense Francisco Davó, quien aún conserva su taller y a otros muchos pilotos.
Pero al acabar la temporada de motos 1981, en Octubre en el circuito del Pilar en Zaragoza pensó en dejarlo, pues le llevaba algún tiempo atrayendo el paracaidismo y para ello, en Muchamiel había mucha actividad de esta modalidad deportiva. Aunque vino por delante la desgracia, pues aquel mismo día, falleció un paracaidista, al que no llegó a conocer. Hasta averiguar las causas, la Guardia Civil procedió a cerrar aquel club.
Pero ya enganchado con lo de imitar a las aves, se apuntó al curso de avionetas (año 1988) también en el mismo club muchamelero anterior, ya reabierto. El monitor, Manolo, hombre mayor, ya fallecido, le enseñó lo básico: pilotar la avioneta; saber lo que es el rumbo; la meteorología; el despegue y aterrizaje… Inicialmente, se comienza con monitor y tras 10 a 20 horas de prácticas, en general, ya se «podría dar la suelta», como dicen al que deja al monitor en tierra y comienza como el polluelo que aprende a volar por sí mismo.
Afirma que en su primer vuelo sintió soledad absoluta, pues eres dueño y responsable de ti mismo; ya todo depende de uno mismo, sin ayudas ni consejos. Ha habido personas que no lo consiguieron nunca, pues el miedo o inseguridad los bloquearon y lo dejan.
A él le gustaron más los ultraligeros (ULM). Una avioneta de entonces podía pesar hasta 1.500 kgs.; hoy las hay de fibra de carbono, con sólo 500 kgs. Y podía llevar hasta 6 personas, aunque lo normal suele ser de 2 a 4.
Hay varias modalidades de ultraligeros: ala rígida de 2 ejes, así como también de 3 ejes. Y los autogiros con alas rotatorias. También están los pendulares con desplazamiento por el centro de gravedad y afirma que son los que mejor vuelan.
José calcula que tiene superadas las 2.000 horas de prácticas (o vuelo) por toda España, e incluso en Portugal. José prestó el ala delta a su amigo Joaquín Orts Cañizares para participar en el Campeonato Mundial ULM 1993, en Turquía, consiguiendo un octavo puesto; magnífico resultado. Hacia los años 1995 ó 96, se celebró un Campeonato Autonómico o Regional en la ciudad de Catral y consiguió el tercer puesto. Y detalla cómo se puntúa la actuación.
Tras el orden de salida, la organización marca el recorrido, con giros programados a ambos lados o costados: (babor y estribor; o izquierda y derecha, como diríamos en tierra), hasta que el piloto encuentre un punto o lugar determinado. Se pesa o mide el combustible antes de despegar y tras el aterrizaje y puntuará mejor quien más se acerque al consumo previsto o calculado. Otro aspecto en las puntuaciones es que se penaliza al que no pase por los puntos o lugares establecidos, así como el tiempo previsto para ese recorrido. Está prohibido comunicarse por radio, salvo en caso de emergencia.
Volando, todos los objetos van atados: pizarra, bolígrafo, cámara fotográfica, cronómetro. Incluso el GPS, que años atrás se usaba una brújula. El piloto ha de calcular la deriva al trazar el rumbo, por la fuerza y dirección del viento. También está prohibido volar a más de 300 m. de altura sobre el relieve que le toque. Todos estos detalles aumentan o disminuyen la puntuación recibida.
Desde lo alto, a José Rico le gustaba ver los castillos a vista de pájaro y ha sobrevolado, sin competir, donde nadie controla la altura ni la dirección que realizas, diversos monumentos medievales o castillos, como los de Toledo, Sigüenza, Guadalajara, Segovia, Villanueva del Pardillo, el Escorial…y tantos otros. Guarda un buen recuerdo de una travesía maratoniana que hizo desde Novelda hasta Argamasilla de Alba (Ciudad Real); por carretera habrán unos 300 kms. y bajaron a repostar en la provincia de Albacete y en el regreso, visitaron La Gineta. Entre las fotografías aportadas hay dos de nuestra ciudad: en una de ellas desde muy alto, se ven los edificios allá abajo y la otra, algo más cercana se observa la avda. del Cementeri Vell y en el centro, la rotonda conocida como Cruz de los Caídos.
En cualquier situación, competitiva o turística, hay que evitar por su prohibición, el aeropuerto militar de Los Llanos en Albacete, así como cualquier campo de tiro militar; o aglomeraciones de público; tampoco pueden arrojar propaganda, etc.
Al acumular experiencia, ha sido un referente o monitor para tres amigos; de Elda, de Monovar y de Albacete. Aprendió a llevar el ala delta en Granada, y recuerda especialmente a Julio López Ramos.
En Villena hay buen ambiente en este deporte y allí suele acudir para encontrarse los fines de semana con sus amigos y cónyuges. Tras la comida, aquello se convierte en un día en familia. No se hace el ánimo de dejarlo, porque se siente feliz y aplica el refrán aquel que dice: “Genio y figura…”
Emocionante ver el cielo o la ciudad y naturaleza desde estas fotos, pero yo por si acaso, me quedo en tierra.
las sensaciones a vista de pájaro tienen que ser preciosas pero me da bastante miedo subir a un aparato tan básico
Se le oía por La Estación y también que volaba. Me agrada que se hable de mi barrio.
de joven los amigos íbamos a un monte cerca de Agost donde se tiraban los aficionados al ala delta y era muy entretenido verlos. Me parece un deporte que hay que ser bastante atrevido para dejarte caer por esos acantilados al vacío.
Buen reportaje y buenas fotos. Mejor aún, a Rico
¿Para llevar un artefacto de esos hace falta algún carnet de piloto?
Lo mejor de estos escritos es que se lee de todos los deportes. Este me ha gustado, aunque no he visto ninguna ala delta por Novelda
Me gusta más el ping – pong, no se juega uno la vida. Enhorabuena por el artículo y por la valentia del deportista que se sube a estos artefactos
Gracias a los que aportan sus opiniones y a los lectores. Sigo buscando nuevas biografías. Hasta la próxima
Conozco personalmente a RICO, y me alegra mucho que se de ha conocer su pasión en este articulo.
Un abrazo ESTACIONERO