DISCURS DEL MOLT HONORABLE PRESIDENT DE LA GENERALITAT, CARLOS MAZÓN, AMB MOTIU DEL 9 D’OCTUBRE

Hui fa just un any, a esta mateixa hora, les meues primeres paraules en este acte van ser per a acompanyar en el dolor a les famílies de ferits i morts en els atemptats terroristes que, dos dies abans, havien sacsejat Israel, i per a condemnar la desraó de qualsevol fanatisme.

Tots som conscients de les conseqüències d’aquella acció i fins a on han arribat a projectar-se les seues derivades, que arriben a este mateix moment, on el terror de la guerra i la mort de milers d’innocents continua commocionant-nos.

Encara hui, a les portes de la vella Europa, un poble com Ucraïna -que tanta empatia i afecte va despertar i desperta entre moltes famílies d’esta terra des de fa anys- patix i lluita contra l’expansionisme rus.

No podem oblidar tot eixe horror, especialment en una jornada com la de hui, marcada per la reivindicació de valors com la llibertat, la solidaritat i la pau.

El nostre món no acumula més incerteses o pitjors de les que van poder afrontar les generacions anteriors, cada una en el seu moment i en els seus recursos i possibilitats que tenia al seu abast.

Cada generació és filla del seu temps. Si ens definixen els reptes que afrontem i l’actitud amb la qual ens encarem a ells, podem dir que som la suma de les lliçons –algunes molt amargues– que aprenem per a superar-los i que ens permeten avançar cap a nous horitzons.

Fa poc més de quatre dècades, amb la recuperació de les institucions d’autogovern, es va obrir un camí que va iniciar Josep Lluís Albiñana i que ens ha portat fins ací: a l’obra col·lectiva d’un poble que ha anat superant els reptes que la Història li ha plantejat i que cada Nou d’Octubre, es para per a mirar el camí recorregut, contemplar el present i alçar la vista cap al futur celebrant que continuem construint eixa mirada comuna que és capaç de vore per damunt dels desafiaments.

Celebrem que, alçats i en peu (com canta l’himne del mestre José Serrano) la nostra vista es dirigix cap avant.

Sempre cap avant.

En peu i cap avant.

En una celebració d’alegria, de respecte cap als nostres símbols, la nostra història, les nostres tradicions, la nostra cultura, el nostre autogovern i les institucions que emanen d’ell.  Alegria i respecte que hui es manifesta als carrers de Castelló, d’Alacant i de  València.

Carrers a on les valencianes i els valencians portem segles construint un espai per a l’enteniment. Una unió de drets i deures que ha de preservar la llibertat de ser i sentir-se valencià des d’eixa pluralitat que atresorem, i que és un valor que enriquix i no un motiu de discòrdia.

És el Nou d’Octubre de Borriana, de Sant Vicent del Raspeig i de Carcaixent;

Y también de Segorbe, de Gestalgar y de Villena, del Grao de Castellón, del Cabañal de Valencia y del Raval Roig de Alicante.

Es la fiesta de todos, en toda la Comunitat Valenciana: desde Vinaròs a Pilar de la Horadada y desde Tabarca a la Vall de Almonacid. La jornada en la que se entiende que la valencianía es un puente y no un muro, en la que se exhiben nuestras señas de identidad como ejemplos de amor por lo propio y no como odio a lo ajeno.

El Nou d’Octubre no es un examen para ajustarse a un determinado patrón. Lo bueno es que en cada valenciano y en cada valenciana, este día fluya y confluya en la concreción de lo que aporta al progreso y a la cohesión de una sociedad más justa y equitativa.

Cuanto mejor entendamos que hay espacio suficiente para ser y sentirse valenciano en libertad, más estaremos fortaleciendo ese vínculo histórico que nos une y que es resultado de la alianza de todos los esfuerzos que muchos y muy distintos entregaron para hacernos como somos porque, siguiendo a Juan Luis Vives, “la verdadera libertad consiste en ser dueños de nosotros mismos”.

Por eso mismo, esa identidad no puede ser una etiqueta al servicio de ninguna ideología ni, por supuesto, un motivo de enfrentamiento en el que se enarbolan vetustas ofensas –reales o, normalmente, imaginarias– porque nuestra identidad como pueblo no ha crecido a fuerza de confrontarla con otras.

Tenemos un pasado que compartimos, un presente que nos compete a cada uno y un futuro en el que, para que sea de todos y para todos, hemos de seguir avanzando juntos.

La defensa de nuestro autogobierno, en ese sentido, no puede ver agotada su vigencia, y menos en jornadas como las de hoy en la que hay que recordar las décadas de estabilidad, progreso y bienestar que la Constitución de 1978 y el Estatut d’Autonomía de 1982 ya ha proporcionado a todos los valencianos. 

Es un recorrido brillante que muchos territorios querrían para sí, pero nuestro pasado no es esa joya que se exhibe en ocasiones contadas, ni tampoco la coartada para demorar nuestra acción de futuro, esa mirada hacia adelante. Sobre el pasado, pero hacia adelante.

Es tiempo, pues, de enterrar para siempre los antiguos conflictos y mirar a un futuro que no espera porque cabalga a lomos de una realidad que tampoco lo hace: la de la inteligencia artificial, la de la biomedicina, la de los nuevos nichos de empleo relacionados con la revolución digital, la de la oportunidad histórica de una nueva movilidad que puede cambiarlo todo, o la decisión estratégica de ser energéticamente independientes.

Hemos de ser capaces de dibujar un horizonte de oportunidades. Y apostar por ello sin complejos, sin añadir más incertidumbres, conscientes de que lo hacemos en un momento que enfrenta no pocos desafíos inéditos a nivel social y económico, junto a tensiones geopolíticas y comerciales de impacto global.

El nostre autogovern no és lletra morta. Al contrari, hui més que mai, és realitat viva,  referència intacta, i garantia de llibertats, drets, lleis i deures.

I volem que continue sent així.

El nostre autogovern –el de tots els valencians– ens l’hem guanyat amb una història, una llengua, una cultura, un poble, unes tradicions i, per què no dir-ho, un dret civil propi que vam tindre i que recuperarem, li pese a qui li pese.

El nostre Estatut no només definix i dona nom als nostres símbols. És el resultat de l’esforç de moltes generacions de valencians que van dedicar temps i energia per a construir una societat avançada, democràtica, tolerant, diversa, pròspera i solidària.

Perquè això som.

Eixe esforç de generacions sempre va tindre sentit, per això hui continua tenint valor. Partint d’eixa premissa, qualsevol intent de desfigurar la nostra norma bàsica implica una voluntat de desfigurar-nos com a societat i com a poble, per intentar convéncer-nos que la nostra autonomia política sempre va ser un simulacre del que reconeix la Constitució.

El nostre Estatut és font i base de les nostres lleis, de normes que es responsabilitzen de qüestions transcendentals per a la vida dels valencians, normes que regulen la realitat d’ací, que ens permeten desplegar les nostres competències amb rigor, amb lleialtat i coherència, i en el marc que se’ns permet.

Només en eixe marc, però en eixe marc tot: Des de la nostra capacitat normativa i en autonomia…

En la nostra autonomia.

Porque, como dejó escrito Juan Luis Vives, -nuestro filósofo y humanista más universal y que padeció en carne propia el fanatismo y la intolerancia- “debe ser particular desvelo de los que gobiernan cuidar, y poner todo esfuerzo en que unos sirvan a otros de socorro, nadie sea oprimido, nadie injuriado, nadie reciba daño injusto, y que al que es más débil asista el que es más poderoso”.

Por eso, nuestro autogobierno no sólo es una cuestión identitaria, sino útil y práctica que sirve, sobre todo, para avanzar:

  • Hacía unos servicios sociales que protejan a los más vulnerables y que cuiden, de verdad, de las familias y de los profesionales que les cuidan;
  • Hacia una política de vivienda que no cierre el paso a miles de personas -especialmente los jóvenes- que hoy no pueden tomar decisiones cruciales en cualquier vida como emanciparse, vivir en pareja o formar una familia;
  • Hacia una política educativa donde prime la calidad y la libertad por encima del dogma.
  • Hacia una política sanitaria en la que la excelencia esté al servicio de las personas.
  • Hacia una política agrícola que tenga voz propia y singular en todos los centros de decisión, desde Valencia a Estrasburgo y…
  • Hacia una política fiscal justa y autónoma, no sometida a chantajes, que sirva para garantizar los servicios públicos y espolear la economía.
  • Políticas, en suma, que los valencianos refrendaron mayoritariamente con su voto y que la Generalitat –el autogobierno de los valencianos– tiene el mandato y las competencias para llevar a cabo.

Son, como he dicho, cuestiones trascendentales para el día a día de cientos de miles de ciudadanos, que necesitan seguridad y confianza para crear empleo como nunca se ha hecho en las últimas décadas, lo cual permite obtener los recursos para sostener nuestro sistema educativo, hoy ya universal y gratuito de cero a tres años, acometer el cuidado de los que más lo necesitan, mantener nuestras infraestructuras y fomentar nuestra ciencia y nuestra cultura.

Son derechos y protección para las víctimas de la violencia de género; proyectos de nuestros emprendedores y de nuestro tejido industrial que necesitan garantías y seguridad y el apoyo de una administración más ágil y con menos burocracia; y objetivos en materia de independencia energética y lucha contra el riesgo de desertificación, la crisis climática global y el agua que nos corresponde con rigor.

Son derechos, proyectos y objetivos que tenemos planteados como ese pueblo que apuesta por:

  • El desarrollo de todos los sectores y, de manera equilibrada, en las tres provincias…
  • …La defensa de la igualdad real y efectiva de todas las personas y sus derechos sociales, vivan donde vivan….
  • …y el respeto al marco constitucional autonómico y a las instituciones que lo conforman.

La Comunitat Valenciana es una nacionalidad histórica, al mismo nivel que las otras que reconoce nuestra Constitución. No somos una región de segunda, que deba pleitesía a unos u otros o que tenga que pedir permiso -ni disculpas- por desarrollar las competencias que por ley le son propias. 

Perquè, al poble valencià, ningú fa baixar la cara.

Mirarem cap avant, cap a eixe horitzó de tots.

En peu i cap avant.

Des d’un profund compromís amb els valors de lleialtat, solidaritat i igualtat, principis que sustenten la fortalesa de qualsevol estat de dret i democràtic.

Des d’un compromís inequívoc amb el projecte conjunt d’Espanya. El nostre model és el d’una Espanya d’equilibri i en equilibri, un model de sensatesa que protegisca el valor del que és comú a tots.

Per això, el debat sobre assumptes com la urgent actualització del model de finançament, l’impuls a les infraestructures o la redistribució dels recursos hídrics hauria de transcendir qualsevol aproximació partidista i afrontar-se com el que són: qüestions d’Estat.

Perquè, el què és de tots es discutix entre tots, en  llum i taquígrafs, no en taules a banda, no en despatxos tancats.

El que és de tots no pot gestionar-se entre uns pocs. En la gestió de la riquesa d’Espanya i en el seu repartiment equitatiu no caben privilegis, bules ni xantatges.

La interlocució quan és efectiva – és a dir, real, en una taula, amb propostes- afavorix l’estabilitat.

El menyspreu, no.

I l’incompliment, tampoc.

Des de la Generalitat, continuarem insistint en eixa senda que hui permet pensar en una solució per a la supervivència immediata de l’Albufera, per als agricultors que estan patint els efectes de la sequera, per al sector de l’automòbil valencià, per a la ceràmica de Castelló i la seguretat jurídica que tant de temps venen reclamant, per als veïns d’Alfafar, Sedaví i Benetússer i l’atenció i tranquil·litat que es mereixen.

I ho farem perquè parlar no és de covards, ni ho és ser pragmàtic quan toca ser-ho, i perquè en nom dels més de cinc milions de valencians la Generalitat exigirà que es complisca amb la paraula donada, com complix la Generalitat quan li pertoca.

La conversa al voltant d’estes qüestions només pot tindre un to: el del rigor.

El diàleg per a trobar les solucions que puguem trobar i acordar només pot tindre un fons: la igualtat de tots.

Igualtat per a tots, igualtat de tots, igualtat en tots.

La España con propósito es la España de la igualdad, la justicia y la equidad, pilares maestros de esa democracia que siempre ha de ser conversación y debate, intercambio y diálogo, construcción y reconstrucción de acuerdos, que no están reñidos con la firmeza y merecimientos de un pueblo: el valenciano.

Porque la idea de escrutar el sentido de una propuesta en función de su origen no construye buena democracia. No hay que preguntarse de dónde viene esta iniciativa o aquella, sino hacia dónde va. No se trata de empezar viendo quién la defiende, hay que ver qué nos aporta, qué propone, cuál es su impacto real en el interés general.

No existe ese voto de más que justifique la ruptura de un consenso amplio en torno a cuestiones centrales para el desarrollo económico y el progreso social del país al que pertenecemos.

Por eso, es imperativo que entre todos seamos capaces de recuperar esa generosidad y esa empatía en el debate de lo público. Es necesario regresar a las coordenadas donde mejor fluye la conversación democrática: la serenidad y el diálogo.

Tenemos que mirar y saber mirarnos en el espejo de quienes han sido generosos y solidarios al compartir tanto talento, tanta creatividad, un compromiso con la sociedad que hoy reconocemos en los premiados de este año, en sus trayectorias diversas, en sus miradas plurales, en sus aportaciones que han cristalizado desde diferentes espacios de pensamiento y acción.

Su talento y compromiso ha sido energía transformadora, su determinación ha hecho que las cosas cambiaran, buscando y abriendo caminos al mismo tiempo, como hacen el viento y el agua.

Os miramos a vosotros, queridos premiados, y a través vuestro miramos hacia delante, con la misma determinación, compromiso y talento que vosotros habéis tenido y que forma parte ya del patrimonio colectivo de los valencianos y valencianas como guía y ejemplo para ser mejores.

Para ser como vosotros. Para ser como María Zamora, como Miguel Falomir, como Gustavo Pascual Falcó, como los miembros de la Asociación Raíces del Reino de Valencia, como Ferrán Torrent, como Paco Torreblanca, como los deportistas Enrique Alhambra, Abel Ruiz, Cristian Andrey Mosquera, Vega Gimeno, Sandra Ygueravide y Sara Sorribes.

Para ser como los miembros del Valencia Club de Hockey, como Jose Manuel García Margallo, como los responsables de la Asociación Afanías de Castellón, de la Federación de Familias Numerosas de la Comunitat Valenciana, de CaixaLaVall y la empresa Stombi Instrumentos Musicales.

Para que sirvan de ejemplo los profesionales de los Servicios de Emergencias que participaron en la extinción del incendio de Campanar y el héroe de aquella jornada, Julián García Antón, el científico Luis Guanter Palomar y, por último, la galardonada con la Alta Distinción de este año: Amparo Cabanes.

Todos esos valores, tan vuestros y ahora tan nuestros, los necesitamos para poder seguir avanzando sin temor.

Y, hacerlo, como decía Juan Luis Vives, “Sine querela” –sin querella, en latín–, que, por supuesto, no significa acallar nuestra voz, ignorar los conflictos, ni mirar hacia otro lado ante los problemas, sino, con la paz como eje, trabajar para el bien común desde la voz de la libertad, la diversidad y el diálogo.

La voz que reúne a los que se sienten hermanos. Una voz de todos, una voz en pie.

MUCHAS GRACIAS / MOLTES GRÀCIES

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