Un pianista noveldense en Dallas

Carlos Santo (17) estudia con el afamado pianista Joaquín Achúcarro en la Universidad Metodista de Dallas gracias a una beca que le permite formarse en el difícil mundo del piano. Un mundo al que accedió cuando prácticamente no andaba y del que se enamoró desde sus inicios. Ahora, y a pesar de su juventud, combina sus estudios musicales en una de las universidades más prestigiosas del mundo con el Bachillerato a distancia, además de con conciertos en prestigiosas salas de todo el mundo, como el Royal Albert Hall (Londres) o con la Sumy Symphony Orchestra en Kiev (Ucrania). Todo un reto para un joven estudiante que se está abriendo un camino prometedor en el mundo de la música y con el que hemos querido compartir un rato para saber más sobre él.

Pregunta.- ¿Cómo llega un joven de Novelda a estudiar con Joaquín Achúcarro? Respuesta.- Un día vi un documental de TVE en el que contaban que estaba dando clases en la Universidad Metodista de Dallas. Me puse en contacto con él y al tiempo me contestó para ofrecerme una beca con la que estudiar en su universidad.

P.- ¿Qué crees que vio en ti? R.- Lo que más le gustó era la seguridad con la que me veía tocar. Me decía que transmito mucha tranquilidad. Además, se impresionó con una parte del concierto en el que me vio en el que tocaba las octavas de una sonata de Bethoveen con una sola mano, cuando la mayoría de pianistas lo hace con dos.

P.- ¿Cómo comienzas en el mundo del piano? R.- Con un año mis padres me regalaron un órgano de juguete. Un día, cuando tenía año y medio, estaba en la cama jugando con él y toqué la canción de «Los Teletubbies» de oído. A los 4 años pedí que me apuntaran al conservatorio de Novelda, pero allí me dijeron que era muy pequeño para empezar, ya que la edad mínima son 8 años. Al final, y después de mucho insistir, mis padres consiguieron que me aceptaran con 5 años, y pedí en seguida el piano como instrumento. Con 10 años empezaron los problemas para seguir avanzando en este centro, así que me trasladé al Conservatorio José Tomás de Alicante, donde terminé el grado medio. El problema es que no puedo acceder al grado superior mientras no tenga el Bachillerato aprobado, por lo que ahora tengo que combinarlo con mis estudios en la universidad de Dallas.

P.- ¿Qué haces en Dallas? R.- Aquí estudio en la Universidad Metodista del Sur el máster de piano con el profesor Joaquín Achúcarro. Es extraño que esté estudiando a este nivel y en España no me dejen avanzar porque me falta el Bachillerato.

P.- ¿Cómo viviste los primeros días en Dallas? R.- Llegué asustado, ya que vivo solo, sin mis padres. Al principio me preocupaba el idioma, pero en dos semanas estaba perfectamente adaptado, e incluso aprendí las tareas de la casa como planchar, cocinar o lavar la ropa. Creí que iba a ser más duro, pero me encuentro muy a gusto.

P.- Lo puedes hacer gracias a la beca que te concedieron. R.- Así es. Un jurado de la universidad es el encargado de decidir quién tiene y quién no tiene beca. De hecho, de los 9 alumnos que disfrutamos de ella, yo soy el único español, pero además el único que la tiene al 100%. La parte más difícil es que, para mantenerla, tengo que tener una media de 10. A esto hay que añadir que tengo que estudiar el Bachillerato a distancia para examinarme en Alicante, por lo que me levanto a las 7 de la mañana y acabo de estudiar a la 1 de la noche.

P.- ¿Merece la pena? R.- Ya lo creo. Solo diré que poder dar una clase con Achúcarro es comparable a que un futbolista pueda trabajar con Messi.

P.- ¿Cuántas horas dedicas al piano? R.- Menos de las que me gustaría. En España estaba alrededor de 10 o 12 horas diarias, pero aquí tengo que combinarlo con otras clases, por lo que solo puedo dedicarle una media de 6 horas al día.

Dar una clase con Achúcarro es comparable a que un futbolista pueda trabajar con MessiP.- Has sido invitado a dar un concierto junto a la Orquesta de Sumy (Kiev). R.- Sí. El organizador del Festival Internacional de música clásica de Sumy se puso en contacto conmigo a través de Facebook porque había oído hablar de mí y me invitó personalmente para que tocara el concierto número 1 de Chopin junto a la Sumy Symphony Orchestra. Fue una gran experiencia para mí porque había otros invitados de la escuela Chopin de Varsovia, de la escuela Manhattan de Nueva York y del conservatorio de Dresden, Alemania.

P.- ¿Cuál es tu futuro más próximo? R.- El año que viene participaré en el concurso Schumann de Alemania y el concurso internacional Johan Sebastian Bach de Nueva York. Además, en diciembre del año que viene tocaré de nuevo en el ADDA con la Orquesta provincia Alicante y en julio comenzaré una gira por los países bálticos.

P.- ¿Qué es lo que más te gusta del piano? R.- Es extraño, porque cuando tengo un concierto o proyecto, justo antes del concierto todo el mundo se pone nervioso, y a mí últimamente me pasa lo contrario, estoy demasiado tranquilo. Esa emoción y esos nervios me gustan.

P.- ¿Con qué composiciones te sientes más a gusto? R.- Mi compositor favorito ha sido siempre Bach. Es el que más toco. Para mí tocar Bach es como jugar. Cuando dices Bach en un conservatorio todos te miran muy raro, ya que muy pocos buenos pianistas se atreven con él. Es difícil de entender la música de Bach, y el público busca que sea espectacular y llamativo, y Bach es todo lo contrario.

P.- ¿Te planteas pasar a la composición? R.- De momento no. Lo que yo quiero hacer es dar conciertos. Creo que ya hay suficiente repertorio como para ponerte a componer. Si no haces música para película, en la música clásica, hagas lo que hagas, siempre te van a decir que estás copiando algo de alguien.

P.- ¿Se puede vivir del piano? R.- En esto interviene mucho el factor de la suerte. Hay muy buenos pianistas que han ganado los mejores concursos de piano del mundo y nadie los conoce. O hay gente que solo tiene un cuarto premio y son mejores pianistas que otros. Creo que encontrar un manager que quiera llevarte es fundamental. Llegar a ser concertista internacional reconocido es muy difícil, pero el que lo consigue puede vivir de sobra. Uno de los más famosos, Daniel Borembain, cobra por concierto 70.000 euros.

P.- ¿A quién admiras? R.- Mis pianistas favoritos son Arthur Rubinstein, András Schiff, Murray Perahia, Maurizio Pollini, Krystian Zimerman y, cómo no, mi profesor Joaquín Achúcarro.

P.- ¿Qué es para ti lo más importante en un pianista? R.- En mi caso, tengo la suerte de contar con lo que se llama «oído absoluto». Yo puedo escuchar seis notas distintas sonando a la vez y saber cuáles son sin mirar el piano. Esto es un don, algo que no se entrena. Solo una persona de cada 20.000, sea músico o no, tiene oído absoluto. Esto me permite escuchar una obra una o dos veces y prácticamente aprenderla, por lo que no necesito pasar por la fase de memorización de la obra.

Joaquín Achúcarro

En 1951 Joaquín dio su primer concierto con tan solo diecinueve años, después de ganar el concurso de Vercelli, interpretando el Concierto para piano y orquesta en Re menor de Wolfgang Amadeus Mozart acompañado por la Filarmónica de Bilbao.

Tras realizar sus estudios musicales en los conservatorios de su ciudad natal (Bilbao) y posteriormente de otras ciudades de España como Madrid, ganó varios premios en España.

 

Desde 1990 imparte clases en la Universidad Metodista de Dallas, dedicándose también a la grabación de discos y a dar conciertos. En el año 1992, el Gobierno de España le concede el Premio Nacional de Música, y cuatro años más tarde la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. En el año 2000 la UNESCO le nombra Artista por la Paz, por sus contribuciones a la causa. En el año 2003 presentó en la editorial Alpuerto una biografía desde el piano, en forma de diálogo, en la que colabora también el profesor y pianista Luciano González Sarmiento.Es comendador de la Orden de Isabel la Católica, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y académico honorario de la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias de Granada.

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