Mª Isabel del Val centra su ponencia en el intercambio comercial en la Edad Media

La Casa-Museo Modernista ha retomado el ciclo de conferencias ‘Hispania de Atapuerca a nuestros días’ que se enmarca en la Obra Social de la Caja Mediterráneo. El coloquio ‘La Edad Media I’ ha sido impartida por la Catedrática en Historia, Mª Isabel del Val Valdivieso, compañera de departamento de Julio Valdeón, quien en un principio debía ofrecer la charla

La tercera conferencia ‘La Edad Media I’ ha sido impartida por la Catedrática en Historia, Mª Isabel del Val Valdivieso, compañera de departamento de Julio Valdeón, el ponente que estaba previsto que dirigiese el coloquio y que por motivos ajenos a su voluntad le ha sido imposible desplazarse al municipio noveldense. Con esta charla la Casa-Museo Modernista ha retomado el ciclo de conferencias ‘Hispania de Atapuerca a nuestros días’ que se inició el 29 de octubre y que se enmarca en la Obra Social de Caja Mediterráneo.

La directora de la Casa-Museo, Mª José Azuar, ha presentado a Mª Isabel del Val Valdivieso, quien ha dado un repaso de las actividades comerciales que se desarrollaban durante la Edad Media, momento en el que “no se puede concebir una ciudad sin mercado”, hasta el punto de “llegar a ser imprescindible en el siglo XIV”, ya que si un núcleo urbano no tenía mercado “se refundaba la ciudad”, ha explicado la Catedrática. A continuación Mª Isabel del Val ha comentado que “entre los siglos XIV y XV el comercio activo en los reinos de la Península Ibérica desencadena las relaciones económicas de las ciudades con su entorno, originando el mercado internacional, así como las ferias que tenían lugar una o dos veces al año”. Al parecer, los propietarios que tenían un comercio debían pagar tributo a la municipalidad para que ésta les permitiera ejercer la actividad comercial.

La importancia del mercado radica en que “proporcionaba los alimentos cotidianos para abastecer de forma diaria a la población, teniendo en cuenta que no existían condiciones de conservación de los productos”, ha señalado del Val. Así, la historiadora, ha hecho manifestado que “la actividad comercial era tan absorbente que la Iglesia prescribió un día de descanso en el que no se trabajaba ni tampoco se compraba, y con ello pretendía que los ciudadanos dedicasen esa jornada al Señor, la sociabilidad en torno al núcleo cristiano”.

Los vendedores

Mª Isabel del Val ha hecho referencia a la carne, que ocupa un lugar importante, ya que constituía la base de la alimentación, salvo los días de abstinencia. El gobierno de la ciudad establecía que la carne que se consumiera fuera de la mejor calidad. Las tablas de la carne y del pescado pertenecían al ayuntamiento, que los arrendaba. El oficio del carnicero no estaba especializado pero el del vendedor de pescado, sí. Los varones pescaban y las mujeres comerciaban el producto. Las sardinas era un producto a parte del resto de pescado y se vendía por las sardineras.

El acto ha contado con la presencia del concejal popular Valentín Martínez.

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