La indumentaria tradicional como seña de identidad local y regional «mistificada y distorsionada a lo largo de los años»

‘Vestirse a la antigua como nuestros antepasados’, conferencia realizada por Nieves García García

La Casa Museo Modernista ha acogido la conferencia «Vestirse a la antigua como nuestros antepasados. Indumentaria tradicional«, llevada a cabo por la aspense Nieves García García, profesora, indumentarista, escritora e investigadora de la cultura popular.

El acto ha sido introducido por José Luis Pellín, director de Museo, quien ha introducido a la ponente, resaltando tanto la implicación como la emoción en su obra, subrayando su utilización de fuentes primarias para la consecución de la información para esta conferencia.

Por su parte, Nieves García ha relatado cómo los cambios, que transformaron a la sociedad noveldense en el último tercio del siglo XIX y comienzos del siglo XX, también afectaron a la vestimenta de la ciudadanía. El crecimiento de las ciudades, el auge de la industria textil gracias a la revolución industrial o el cambio en las tendencias artísticas cambiaron a la sociedad noveldense.

Pese a ello, la ponente señala que el interés de «vestir a la antigua» para la celebración de fiestas o las ocasiones de diversiones surgió a mediados del siglo XIX con la aparición de la moda internacional en la sociedad española.

«Se sentía la necesidad de recuperar ese traje popular de la historia reciente como seña de identidad», ha asegurado, resaltando que el uso de estas vestimentas en los actos de las danzas reforzaban su identidad local o regional, «pero al mismo tiempo las aleja de la realidad actual, algo alejado de lo que actualmente vivimos».

Con todo, ha recordado que las vestimentas populares se confeccionaban en la propia casa en un tiempo donde las ropas se heredaban de padres a hijos. Sin embargo, Nieves García subraya que estas prendes se fueron «desvirtuando, mistificando y degradando» a lo largo del tiempo, debido a los múltiples vaivenes sucedidos en la historia reciente de España.

Asimismo, recuerda que dicha identidad regional y artística a través de la vestimenta data por primera vez en nuestro país de 1777, en la colección de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla de grabados representando trajes. En los grabados, indica, se mostraba un rico abanico de identidades locales «cuyo sabor local radicaba en su indumentaria».

Décadas más tarde, a mediados del siglo XIX, Nieves García explica que el uso de esta indumentaria en la ya sociedad urbana era más un traje regional representativo para diversos actos que una realidad social. Siendo un legado que fue reflejado tanto en los inicios de la fotografía como a través de los cuadros costumbristas de la época o en la primera exposición del traje regional realizada en 1925.

La distorsión de la dictadura

Pese a ello, argumenta que con la llegada de la dictadura franquista la representatividad de estas vestimentas abandonó cada vez más su uso para eventos sociales, relegándolas a su utilización para posados o modelos «con una falta de formación básica del personal encargado de la recogida de datos en las comunidades locales», propiciando así un folclore «mistificado y distorsionado, reproducido a través del tiempo hasta el día de hoy en la mayor parte de los territorios españoles».

Los vestidos cotidianos y sus particularidades tradicionales de la vestimenta, asegura, «cayeron en el olvido al estar adaptados al trabajo diario» no siendo, por tanto, especialmente ricos ni en joyas ni en adornos. Los cambios fueron múltiples y las nuevas creaciones olvidaron partes fundamentales de la identidad de las vestimentas regionales.

Por ejemplo, señala la creación a mediados del siglo XX del vestido de novia alicantina, creado por Tomás Valcárcel, donde desaparecía el pañuelo de cuello, «primordial hasta mediados de los años 20», con peinados que no corresponden con las épocas anteriores y con una mantilla de blonda con forma de media luna «que no tiene relación con el resto de las piezas del traje».

En los últimos años de la dictadura y los inicios de la Transición, Nieves García asegura que la tendencia fue «continuista«, representando a buena parte del folclore tradicional con recreaciones estilizadas y transformadas de la realidad, distando de las primeras representaciones de las vestimentas populares legadas en azulejos, grabados o fotografías.

Con todo, indica que en algunos territorios vestirse a la antigua sí que se mantuvo para bailar las danzas, sobre todo en Navidad, ya que en épocas anteriores se ajustaban a los tiempos de la agricultura, siendo en dicha época cuando se paraban los trabajos agrícolas y la gente disfrutaba de los bailes y los cortejos en los pueblos. El principal exponente en Novelda es la celebración en enero del Rei Paixaró.

Por ello, para vestir a la antigua Nieves García ha concluido su conferencia enumerando y explicando las prendas más representativas de la vestimenta tradicional valenciana, desde la ropa de interior, hasta la saya, la basquiña, los guardapiés, los justillos y jubones, los pañuelos de cuello, los delantales, las mantillas o mantelillas.

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