A veces, mejor no “MENEALLO”A todos nos pilló de nuevas, eso de que Milagrosa dejara Les Corts, nada menos que la presidencia, para volver al hogar que la impulsaría políticamente, a sus orígenes, y lo hace para enlucir unas paredes y ordenar un salón que no parecían demandar jornadas atrás lustre tan distinguido. ¿Era precisa su vuelta? ¿El PP de Novelda gana, se fortalecen sus músculos y agrandan sus posibilidades con la caída de este meteorito de postín? A veces uno tiene la sensación de que, dadas determinadas circunstancias, lo mejor es estarse quietecito, no “menealllo”, continencia, oiga, no sea que un movimiento de eslora, por ínfimo que sea, pudiera desestabilizar lo que por pura inercia aparentaba sentido y apuntaba éxito. Porque tras la marimorena de Compromís, esa tríada de pseudo amores imposibles que mantenían El Bloc, EU y Els Verds, unida a la epifanía salvadora de otros grupos, más enclenques, que arriban a estas orillas “zurdas”, algunos ciertamente con la credibilidad del acartonado Stallone en Rocky VI, no hacían sino dibujar un escenario de maravillosa división y desnutrición del voto de izquierda, por lo que no parece que hubiera resultado miope el haberse dejado conducir por la corriente sin apenas aspavientos hasta que mayo abriese las urnas.
Pero hete aquí que cuando
José Rafael Sáez apuntaba al entorchado, saliendo por vez primera en su longeva trayectoria desde la pole con el ímprobo esfuerzo de los cuatro años anteriores en la oposición y buscando su primera alcaldía sin “entregas” previas o herencias aceptadas, cayóle desde el Séptimo Cielo María Milagrosa Martínez, ahí es nada, la mega presidenta de Les Corts, a modo de un chuzo que te abre en canal, para decirle: “Hola, Rafa: vengo para quedarme. A ver… hazme hueco”, que no es poco mensaje, oiga, en todos los sentidos. Y mire que me cuesta a mí creer que una presidenta de Les Corts, quizá el rango de mayor simbolismo en una comunidad, regrese a su pueblo de veintitantos mil vecinos para encabezar una alcaldía, por muy alcaldesa a que aspire. Me recuerda a esos futbolistas que conocen glorias y que en su prejubilación retornan al campo de tierra que le acunó cuando aún no era conocido. La diferencia estriba en que Milagrosa no está para la prejubilación, mucho menos en política, lo que abre el melón de las interrogantes de si su llegada lo es para barrer en las elecciones y volar a latitudes acordes a su rango, simplemente cumpliendo órdenes de estrategia, o si regresa como purga por los yerros cometidos en la ciudad de los circuitos y la muda que trae es de suficiente hechura como para asentar aquí su carruaje. Sólo ella, y el de los trajes, sabrán si se trata de un señuelo o de un castigo. Y en junio, al poquito, nosotros.
De momento, el concejal popular
Ramón Martínez ha sorprendido recientemente al efectuar unas declaraciones en las que, palmariamente, se desmarca de toda lista que venga encabezada de Milagrosa Martínez, aunque sin aportar excesiva luz acerca de los motivos, es cierto, y que quedan básicamente comprimidos en un lacónico: “No acabo de acostumbrarme a esta forma tan “curiosa” de elegir candidatos que se viene repitiendo en el seno de este Partido”. En todo caso, el meteorito de la presidenta ha hecho temblequear el patio político noveldense, en todo su abanico, sus efectos son imprevisibles, y hasta estructuras no anquilosadas del PP, en cierto modo aperturistas y poco conservadoras, al estilo Ramón Martínez, que por momentos me traslada al Gallardón de Madrid, no parecen expresar un fervor entusiasta, inicialmente, sino más bien recelo y expectativa neutra ante este fichaje a lo Florentino que a día de hoy nadie se aventura a pronosticar cómo rendirá en el campo en esta segunda entrega. Ese regusto a pasado que la acompaña, por muy de ex presidenta que una se vista, unido a la degradación del hasta ahora número uno popular, abre nuevos y seductores escenarios a la aritmética política.
Con lo bien,
que para la derecha, lo estaba haciendo la izquierda, ¡y ahora este aldabonazo! Veremos si termina cumpliéndose aquello de “a veces, mejor no meneallo”.