La psicóloga Rosa Mary Rizo Martínez analiza el problema del acoso escolar y sus consecuencias en quienes lo sufren.
En los últimos tiempos los medios de comunicación nos informan de noticias referentes al llamado “acoso escolar” que llaman nuestra atención, además de preocuparnos, por lo que resulta interesante conocer las características de este tipo de maltrato.
El acoso escolar es la intimidación y el maltrato que se produce de manera repetida y mantenida en el entorno educativo, con intención de someter y humillar a la víctima, situación que generalmente permanece oculta a los adultos. Como consecuencia el alumno acosado se ve afectado psicológicamente, lo cual interfiere en muchas esferas de su vida. El acoso puede ser físico o psicológico, y provoca en la persona que lo padece, miedo al rechazo por parte del grupo de iguales o compañeros.
Los lugares en los que se suele producir el acoso escolar son en el patio durante el recreo o en las entradas y salidas al centro escolar, en la fila, en los baños o pasillos, en el aula durante el cambio de clase, etc., siempre a escondidas de los adultos. Recientemente, además, somos testigos de un nuevo tipo de acoso que también consideramos acoso escolar, y que denominamos ciberacoso. Consiste en agredir a la víctima a través del móvil, de las redes sociales o del correo electrónico, traspasando el maltrato de esta forma el entorno escolar. En estos casos, la víctima se siente agredida e intimidada, incluso cuando ya no está en el colegio.
En el acoso escolar concurren tres roles: el agredido, el o los agresores y los observadores. No es fácil detectar una situación de acoso cuando la víctima o los observadores no denuncian los hechos, por lo que debemos estar atentos a ciertas señales que pueden disparar nuestras alarmas. En la persona acosada podemos detectar faltas recurrentes de asistencia al centro, descenso del rendimiento escolar, que el alumno se muestre irritable o apático, o incluso que muestre síntomas de ansiedad. En el acosador o acosadores se pueden apreciar comportamientos agresivos, dificultad para autocontrolarse, abuso de poder, etc., pero sobre todo debemos estar atentos a mensajes no verbales que pueden ser muy sutiles, pero que nos aportan mucha información, como miradas, gestos de rechazo, comentarios inapropiados que persigan poner en evidencia a otro u otros alumnos, etc. Por otra parte, no debemos perder de vista la figura de los observadores de los hechos, porque refuerzan con su presencia las conductas de los acosadores, y en ocasiones aíslan al acosado o realizan grabaciones de las agresiones, colaborando así en el acoso de forma no directa, aunque igualmente grave.
La solución a este problema social, como en cualquier tipo de maltrato, pasa por una educación en el respeto hacia uno mismo y hacia los demás, tanto en el centro escolar como en el hogar, puesto que todos somos responsables de inculcar en niños y jóvenes estos valores. Sólo si les ayudamos a crecer en una sana autoestima, lograremos erradicar comportamientos de sumisión o de agresión al otro, lo cual fecundará en una sociedad cimentada en el respeto entre sus miembros.
Rosa Mary Rizo Martínez
Gabinete Psicológico
607 683 714
Pues me parece que el instituto del vinalopo ni lo miran,porque chavales haciendo vídeos de peleas con los móviles han habido muchos casos ahi y hay también un alto índice de fracaso escolar