EL FINAL DEL VERANO
Es de sobra conocido por todos que el final del verano conlleva, en la mayoría de los casos, cierta tristeza y melancolía. El cambio de estación, de ritmo, de cantidad de tiempo dedicado al ocio, provocan estas emociones y algunas otras.
Por otra parte, además, la vuelta al trabajo también provoca en ocasiones ciertas reacciones, lo que se ha denominado el síndrome postvacacional.
El síndrome postvacacional se define como una incapacidad de adaptación de la persona al trabajo, posterior a un periodo vacacional. El síndrome se caracteriza por una serie de síntomas que suelen remitir en pocos días:
-Físicos: cansancio, fatiga, falta de apetito, somnolencia, falta de concentración, taquicardia, dolores musculares, molestias en el estómago sensación de falta de aire e insomnio.
-Psicológicos: falta de interés, irritabilidad, nerviosismo, inquietud y tristeza.
La posibilidad de sufrir este síndrome es mayor en personas que no están satisfechas con el trabajo que desempeñan, con sus relaciones con los compañeros de trabajo o con ambas cosas, aunque si bien es cierto que puede suceder a cualquier individuo, sea cual sea su situación laboral.
¿Cómo podemos evitar el síndrome? Una buena prevención siempre es el mejor remedio, y como ya dijimos en otro artículo, no idealizar las vacaciones como el estado de bienestar absoluto, ayudaría. Pero además de esto, también resulta provechoso volver a la rutina laboral con una actitud positiva, aceptando sus momentos buenos y malos, sin focalizar nuestra atención únicamente en la parte negativa de la situación, y aceptando el malestar vivido como algo pasajero, propio del proceso de adaptación al ritmo de trabajo.
También resulta útil planificar la vuelta al trabajo un par de días antes de la incorporación, adaptando horarios y material de trabajo por ejemplo, o incluso poniéndonos en contacto con compañeros de trabajo. Así mismo, incorporar tiempo de ocio en la jornada laboral también ayuda a mitigar los efectos del cambio. Si es posible, los primeros días trataremos de que el ritmo de trabajo sea menor, aumentando progresivamente según vaya pasando la semana.
Este síndrome puede durar de 7 a 10 días. De prolongarse más en el tiempo ya no hablaríamos de síndrome postvacacional como tal, y convendría acudir a un especialista para consultar el caso concreto.
Aprovechar cada momento con realismo, aceptando lo positivo y lo negativo de cada situación siempre es una buena estrategia de afrontamiento del día a día.
Rosa Mary Rizo Martínez
Psicóloga
Nº col.: PV-6025
C/ Maestro Segura, nº 1, Novelda Tf. 965 606 044 / 607 683 714