LA FAMILIA
La familia la de verdad, ese grupo de personas emparentadas entre si por lazos de sangre o apellidos, que tienen rasgos de carácter similares, además de costumbres en común tradiciones, defectos o virtudes. Afortunadamente para nosotros los españoles, la tenemos muy presente en las relaciones de convivencia en nuestra vida cotidiana, y nos ayuda a vivir.
Vemos, e incluso presentimos porque muchas veces se lleva oculto, que gracias al apoyo y ayuda de los familiares, muchos parados pueden subsistir. Los padres ayudan económicamente a sus hijos, e incluso los abuelos hacen lo mismo con los suyos. Hay casos en los que malvive un matrimonio solo con su jubilación. Y a su vez los hermanos con posibilidades económicas, auxilian a los que lo están pasando mal. Y gracias a todo ello, el dramático problema de estar parado se palia en parte.
Quererse los familiares es estar ahí, al lado de los tuyos en penas, desgracias, alegrías y celebraciones, o sea con las personas con las que te sientes compenetrado de una forma natural, y tus más íntimos sentimientos te llevan a ello. Su núcleo central en afectos personales, está en primer lugar en los padres, que en ocasiones -no siempre- son como un faro para su hijos, al trasmitirnos la luz de sus deseos, ideas, aficiones, formas de ser….
A unos les gustaría que fuésemos ingenieros o médicos, o tal vez abogados. A otros futbolistas, deportistas famosos, o artistas; y que ganemos mucho dinero. Los hay mas realistas y sensatos, que simplemente quieren que seamos felices y procuremos ser: Racionales, honrados, sencillos, y tener el máximo respeto y consideración hacia las demás personas. Después están los hijos: Sus primeros días de vida son tan importantes para nosotros padres, que vivimos para ellos y atendemos con preocupación casi siempre exagerada, los a veces solo aparentes, gestos de dolor. Quisiéramos que no lloraran nunca y que la sonrisa, esa por la cual nos los “comeríamos”, iluminara siempre su rostro. Pero son bebes y se crían entre alegrías y tristezas.
Van cumpliendo años en su proceso de crecimiento, y surgen problemas, contratiempos, que a veces los vemos más graves de lo que son. Y cuando llega el tiempo de ir al colegio, la principal preocupación es; si serán listos y aplicados para aprender, atentos y obedientes a las cosas buenas que les enseñen los maestro/as, que continúan en paralelo a nosotros la labor educativa que iniciamos.
Finalmente están los abuelos/as. Se es aunque seas joven, al tener el primer nieto y empezar a disfrutar de él/ella, observando atentamente y con mimos, como crece. Debe de ser sin duda, una gran felicidad. Aunque solo sea por eso a los abuelos hay que quererlos, mimarlos como hicieron con nosotros y estar a su lado pues aunque estén rodeados de gente a veces se encuentran solos. Mirándole a los ojos lo notareis.
Debemos tener hacia ellos esos gestos tan humanos, tiernos; de besarlos, estrechar sus manos con las nuestras, y escucharles con atención que nunca noten que no le hacemos caso cuando nos cuentan sus cosas, vivencias o “batallitas”, casi siempre repetidas, pero que lo hacen con sumo interés, y son felices. Con los abuelos se tiene a veces tanta complicidad que se han compartido secretos inocentes. Como donde teníamos escondido algo que no queríamos que nuestros padres se enteraran. O que chica o chico nos gustaba.
De nuestras confidencias han sido fieles guardianes y al preguntarles nuestros padres sobre las mismas, sonreían pícaramente, pero sin decir ni una palabra. Quien no tiene guardado junto a objetos muy personales, algo del abuelo o la abuela. Del mio, Pepe, el único que conocí, aun conservo un paquete de tabaco de los que él fumaba, marca “Rumbo”, de cartón duro y color amarillo igual que el papel aromático de los cigarrillos. Y su viejo reloj con correa de piel. Y que mujer no guarda de sus abuelas, algún pendiente o broche, o algo que le hizo de Randa para la “Chova”.
Qué entrañable e importante es en la vida, la fraternal relación familiar.
Bienvenida, como siempre, tu pequeña dosis de nostalgia, que nos ayuda a valorar todo eso que la vorágine del actual ritmo de vida nos hace olvidar por momentos. Un abrazo fuerte.