Art. de opinión de Francisco Penalva Aracil

UN VIAJE DE IDA Y VUELTA

En una de mis visitas a la playa al atardecer, me encontré semienterrada en la arena una cartera, dentro habían varios bolígrafos, folios en blanco, y un sobre, y en su interior cuartillas, en las que estaban escritas con letra clara y bien trazada, varias historias; al empezar a leerlas me introduje en la vida de Elpidio Escribano Góig, pues así se llamaba su autor, según el nombre que costaba en la primera hoja. Decía en ellas:

“Nací en Almazul un pueblo de la provincia de Soria donde también sigue naciendo el río Henar, gracias a los manantiales de Deza, que lo alimentan. Mi infancia fue de niño pobre. Mi madre enviudo joven y yo hijo único, me crié pegado a ella, que trabajaba en las tierras regadas con la abundante agua del rio, como el mas bravo y valiente de los agricultores, por lo que casi siempre estábamos labrando, en la siembra, o recogiendo la cosecha, con frío casi constante en el cuerpo. Para paliar su intensidad, encendíamos fuego en los marjales secos, que cuando se hacia de noche era nuestra única luz.

Hasta que un mal día falto mi madre, y yo con 16 años desolado por su perdida me vine a Alicante, donde vivía mi primo Nicasio, que me cobijo en su casa.
Mi llegada a esta calida y bella capital marítima, fue como descubrir otro mundo, donde las gélidas temperatura y las lóbregas nieblas, de las que estamos rodeados los que vivimos en las tierras Sorianas, no existían. Mi estancia aquí, fue para mí, vivir en un paraíso, incluso mi carácter introvertido se abrió como una almeja, e hice grandes amigos. Los alicantinos son simpáticos y afectuosos, y con ellos tuve una comunicación cordial y amena. En este lugar tan luminoso en el que quizá sea la luz, el símbolo más importante de su identidad, pase momentos muy felices.

En ocasiones añoraba mi lejano Almazul, un nombre de origen árabe que quiere decir; “Gran Manantial”; como son también los de: Benisa, Guadalets, Benimantell… Y mi consuelo era, observar durante largas horas el mar, un encuentro único, soñado al ver las fotos que enviaba mi primo bañándose en la playa del Postiguet. Y al cabo de los años, con parte de mis ahorros le compre a un amigo una pequeña barca, y con ella disfrute de largos días, e incluso noches, pescando, y bañándome en alta mar, en esta aguas calientes para uno de Soria.

Pero el paso del tiempo que todo lo cambia, me llevo a tomar la decisión de regresar a mi pueblo. La nostalgia eso que con tanta fuerza lleva al ser humano a volver, me empujo a ello, y de forma cada vez mas fuerte sentí la atracción de introducirme de nuevo en la vida que deje hace tanto tiempo. Disfrutar al rencontrarme con su sus gentes, costumbres y paisaje, que echaba de menos, ser otra vez un Almazuleño de pura cepa. Bebiendo de la fuente del antiguo molino, quedando en mi boca el sabor a talquín. Recoger entre los sembrados y acequias, hierbas como el “rabo de gato”, que se usa en infusión para curar el padrastro, calmar los hinchazones y hacer la digestión. Probar después de tanto tiempo las auténticas trufas. Hablar con los viejos, recordando anécdotas del pasado. Y también entretenerme volviendo a hacer escobas de ontina, una mata que se cría en las tierras yermas del Campo de Gomara”.

Así terminaba, este entrañable relato de pasajes de la vida de Elpidio Escribano. Llevado por la curiosidad de conocerlo y devolverle cuanto antes la carpeta con sus escritos, que seguro que echaría de menos, me fui a buscarlo a Almazul.

Al llegar y preguntar por el, enseguida me dieron su dirección. Vivía en el campo y allí según me dijeron, se dedicaba al cultivo de girasoles y a la cría de vacas, con cuya leche elaboraba mantequilla. En mi caminar hacia su encuentro, pensaba en este hombre sencillo y singular, que se sentía atraído de forma apasionada a tener vivencias tan sugestivas como estar en el mar, quedándose asombrado ante la luminosidad del mediterráneo y disfrutar en sus aguas, con la intensidad solo propia de una persona nacida en la árida meseta castellana. Y después volver a su lugar de origen para dedicarse a las tareas agrícolas. O ser feliz elaborando escobas de ontina.

Al verlo le salude explicándole el motivo de mi visita, y al entregarle la cartera con sus escritos, emocionado me invito a almorzar, ofreciéndome dos grandes rebanadas de pan tostado a la braza, untadas de mantequilla y un vaso de vino, contándome mientras tanto, que la cartera se le había extraviado en la playa en su ultimo viaje a Alicante, a donde suele ir a menudo. Elpidio para mi, será para siempre un amigo, porque fue un hombre que vivió dos vidas.

Esta historia de ficción, podría ser la metáfora de lo que le ocurre a muchas personas hoy en día, que vuelven al pueblo donde nacieron, muchas veces no solo por nostalgia, sino porque al no tener trabajo esperan encontrarlo allí, junto a sus padres y familiares.

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4 COMENTARIOS

  1. Esta historia de ficción, construye una vida cercana, si no idéntica a la real.
    La cartera que hallaste semienterrada, te ha permitido viajar desde la fina arena de la playa alicantina, a la tierra tórrida y fría a la vez de la meseta castellana.
    He visitado en dos ocasiones, la bonita ciudad soriana. Recuerdo que nos adentramos, en un precioso pueblo que nos pareció medieval. Tan sólo habitaban siete personas muy mayores y con la piel muy curtida.
    También recuerdo las ruinas de Numancia que me dejaron embobada…¡Uy, que me estoy enrollando demasiado.Perdón.
    Bonita historia: me ha permitido recordar tiempos pasados, bonitos ,preciosos vividos con mis dos hijos y mi esposo.
    Enhorabuena, tu escrito me ha relajado.
    Un saludo, Francisco.

  2. Bonita metáfora, sí. Pero además de esa conculsión que extraes, de tu artículo se pueden sacar, leído con atención y con un mínimo de reflexión, varias moralejas encaminadas todas a hacernos mejores personas, más comprensivas, sencillas y flexibles. Cualidades que nos ayudarían mucho a todos en cualquier situación, y especialmente en tiempos difíciles. y esa filosofía que intuyo en tus artículos, demuestra la coherencia de tus ideas en todos los terrenos y me siento identificado. Gracias amigo, de corazón.

  3. Bonita descripción; sea verdadera o inventada. Me ha gustado mucho. Enhorabuena, amigo Penalva.

  4. Amigo Juanjo; si todos fueramos como dices, mas comprensivos y sobre todo más sencillos. Las cosas nos irian mejor.

    Amigo Vicente, celebro que te gusten tanto mis articulos.

    Angeles, que mi historia te haya hecho recordar tiempos felices vividos con tu familia. Es uno de los motivos por los que escribo, para que mis lectores tengan buenas sensaciones al leer mis articulos.

    Gracias a los tres por vuestro comentario, un saludo afectuoso.

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