Art. de opinión de Luis Beresaluze Galbis

ENTRE DIOS

Soy un hombre de Dios y para Dios. Dios sale por en medio de todo lo que hago y parece que hay quien no comprende o acepta esta ideintificación (es un palabro, intencionado).Que le resulta hasta cansina.

No solo estoy en mi derecho. Y no es el caso de hablar de deberes. Dios, para mi, es una cuestión previa indeclinable y determinante.

No soy un misionero. Yo no hago apostolado ni catequizo a nadie. Soy un seglar como la copa de un pino. Pero estoy en el siglo, muy concernido por Él. No lo puedo ni lo quiero evitar. Muy al contario, me resulta de una habitualidad sagrada, que no consagrada. Los sacerdotes son ministros magistrales, ungidos sacramentalmente, profesionales de lo Alto, licenciados en divinidad. Yo soy un pobre aficionado a Dios. Un “amateur” en materia divina. Lo amo, lo pienso, lo siento, y ni siquiera lo procuro porque se diría que Él me procura a mi.

En todo lo que escribo o realizo, aparece Dios. Se hace presente en cualquier episodio de mi actividad. Como una mochila teológica que me acompañase, sin peso. Viático para el camino. Como un estilo de mi estilo y una proyección sobre mi inteligencia. Como una inspiración inspirada. Hablo de una presencia, un tacto, un impulso, un aliento que siento muy próximo a la nuca. Una compañía amistosa que me gana con su querencia. Y me dispone con su amor.

Como mas lo percibo es como amigo y compañero, sencilla y domésticamente, sin arrobo místico alguno y muy lejos de la menor disposición ascética. Soy un deista de andar por casa. Le tengo confianza y no querría que esto se entendiese como falta de respeto o veneración. Es una adecuación sencillísima entre lo mas grande y lo mas pequeño. Dios es Todo y yo no soy nada. Pero soy una nada llena de Dios. No se por qué. Y lo experimento como la cosas mas natural del mundo. Percibo a Dios sin aparato. Siento a Dios amigo, Hermano amable, Padre suave y Espíritu inteligente. Pero, sobre todo, amigo. Relacionado. Próximo. Dentro y alrededor. Y lo respiro y lo palpo y lo acarician mis dedos en el aire y lo ven mis ojos en la luz y lo palpita mi corazón traducido en mis pulsos.

Creo en nosotros. Es el título de un libro mío, dedicado a nuestra relación personal, que me publicó ECU, en 2004. Creo en Él y en mi, juntos, haciendo la vida, caminando la jornada, llenando la esperanza.

Yo escribo sobre lo que sea y se me cuela Dios. Y no lo voy a desahuciar por respeto humano alguno. Repito: Se me cuela en todo y yo le doy cancha. ¡Faltaría mas! La palabra, mi instrumento razonador, el alimento morfológico de mi expresión, es carne de Dios. De la Palabra que era en el Principio. Y si yo lo uso a Él, sirviéndome de la palabra, estoy comulgando, intelectualmente, en una eucaristía verbal, sobre el altar del folio o la pantalla. Participando de Él, ¿cómo me voy a sorprender de que Él participe en lo mío? Nada mas natural.

Yo entiendo toda mi vida como una oración a Él dedicada. Trabajo como si Él fuera mi jefe o empresario. Doy lo mejor que puedo de mi. Deseo gestionar muy bien los pobres talentos que el me dio. Y Él, como el señor de la parábola, no se va de viaje para preguntarme al regreso. Está conmigo y ve como los administro. Y mete baza y se compromete en mi compromiso. Yo así lo veo. Así de claro y sencillo. Así de grandiosamente hermoso. Sin espectacularidad ni deslumbramiento. Con la naturalidad y modestia con la que vendrá dentro de pocos días a nacer en una cuadra, entre el calor de dos animales, pobre de solemnidad.

¡Se lo debo y tanto a mi madre, además…! ¡Y le debo tanta madre, aunque la tuve poco tiempo, a Dios! Él me creó y ella, en principio, me dispuso a Él. Mi fe nació entre el cariño de mi madre. Luego, ya adulta, ha razonado a Dios por otros caminos intelectuales. Metafísicos, que diría el Padre Javier,
mi muy querido “Colmao”.

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5 COMENTARIOS

  1. Todos somos hombres de Dios y para Dios. Tu derecho, querido amigo, es hablar de Dios, faltaría más. Y el nuestro el de creer en Él, contra nuestra razón.

    Sí, querido Luis, admiro profundamente tu léxico, como admiro el de mi hijo, pero en Dios creo por tradición más que por convicción. Estoy sufiendo una crisis de fe, que deseo se me pase pronto.

    A tí se te cuela Dios en lo quen escribes, pues dale gracias porque todos no tenemos esa suerte. Yo, en ese sentido y en otros, te admiro, querido amigo. Que suerte tienes.

    Y sigo adimrando tu rica prosa, prescindiendo de Dios. Si no te parecciera un pecado, te diría, escribes como Dios.

    Un abrazo, querido amigo.

  2. Te leo y me identifico enseguida, tienes razón, Dios se nos cuela en el sentimiento más profundo de nosotros, de todos, aunque no se crea en El. Nuestro sentir y nuestro pensar no siempre son coincidentes, y cuado no lo son y nos decidimos por el pensamiento y dejamos al corazón, nos equivocamos (Cuando no sepamos por que camino andar, vayamos siempre por lo que nos marca el corazón, no nos equivocaremos) detrás está Dios, porque El es el sentimiento puro y noble, el de la solidaridad, el del amor fraterno, el del perdón, el de “Amar al prójimo como a ti mismo”, porque nosotros somos parte de El. Las equivocaciones se cometen porque nos dejamos llevar por lo fácil, lo que nos lleva al poder, a querer ser más que el otro, a la envidia, a la subordinación, a lo que más conviene a nuestros intereses sin mirar a quien se perjudica, sin embargo cuando esa es nuestra inclinación, (Seamos sinceros) nuestro corazón nos dice lo contrario, ese es el preciso instante en el que tenemos que pararnos y pensar en los demás que es lo que nuestra parte de Dios nos dice que hagamos.

    Cuando digo Dios estoy pensando en Jesús, lo tengo más cerca, más a la mano, es prácticamente de casa, es uno más de nosotros, me inspira bellas palabras y sentimientos nobles, siempre le pregunto por donde caminar y no me falla, solamente cuando tengo dudas entre lo que me dicta el corazón (El) y lo que me dice mi pensamiento y me inclino por este, siempre me he equivocado, y tengo numerosísimas razones a lo largo de mi vida que me lo han demostrado.

    Creo que Jesús está más cerca de nosotros, de lo que nos creemos, y ya no se trata de tener fe ciega en cosas de no se ven ni se perciben ni se sienten, sino en razonar sin predeterminaciones de ningún tipo lo que pasa a nuestro alrededor y por que nos pasa, siempre lo he dicho, miremos y escuchemos atentamente la naturaleza y conoceremos más a Dios.

    Es tan hermosa la razón
    cuando esta nace del alma,
    que nada la debe entorpecer
    porque Dios la expande,
    y viene a ser como el alba.

    Para recibir la luz de la razón
    no deben haber formulismos,
    ni cosas desacertadas
    en esta razón tan preclara
    que se desarrolla en el alma.

    Debemos ser monitores
    de esa razón acertada,
    por eso debemos estar dispuestos
    y manifestar nuestra fe en ello,
    para que se identifique,
    la vida espiritual del alma.

    Un abrazo Luis.

  3. Por fin Sr Galbis!!. ¡ albricias!, un texto que reafirma lo que este humilde comentarista ha venido recordándole a lo largo de múltiples comentarios sin ánimo de reproche, sino como una indicación a los lectores de lo que es la característica fundamental y esencia de su literatura. Que su vida es Dios,que es un hombre de Dios y para Dios, un deísta de ir por casa y que en cualquier cosa que escribe se le cuela Dios y no lo puede remediar.

    No Sr Galbis , no me interprete mal, no critico que sea malo o no tenga derecho a exponer una Fe que es creencia personal arraigada y que se vive con la intensidad que uno desea a través de la palabra. Pero precisamente por ser creencia se transmiite a los demás y ese es el verdadero sentido de su Literatura.
    Perdone que le diga que usted si ejerce de apostolado,si tiene una vocación evangelizadora en su literatura,es un apologista de lo divino .Quiere que le recuerde su visión cosmológica creacionista sobre la que tanto ha escrito,, su manejo de la religiosidad y su visión espiritual de muchas de las bellezas de la naturaleza ,la defensa de las doctrinas agustinianas en sus artículos ,su opinión sobre los ateos o su dificultad intrínseca para aceptar en muchas ocasiones que el mundo puede existir sin tener a Dios como referencia.
    No Sr Galbis , puede que no lo quiera reconocer, pero cuando Dios se sumerge con total integridad en la vida de uno y le identifica como persona, cuando le habla directamente al corazón y se le puede oir como a ese amigo que nos acompaña en nuestros pasos, no se puede evitar la tentación de querer transmitir su mensaje porque en su pensaniento a ese Dios no se le puede cuestionar desde la inteligencia ni desde la razón.
    Al contrario es la propia razón de uno la que sustenta y alimenta su Fe. Usted mismo lo avala cuando dice que entiende su vida como una oración dedicada a El. Pues esa oración en forma de artículo es la que comparte con todos nosotros semanalmente en un ejercicio literario maestro y enriquecedor para los que gustamos de la palabra.
    Sabe cual es el problema D Luis que cuando uno se identifica tanto con Dios, participa tanto de EL,de su esencia, puede acabar creyéndose que uno mismo es DIOS y eso ha dado muy mal resultado en la Historia. Un cordial saludo.

  4. “Y lo respiro y lo palpo y lo acarician mis dedos en el aire y lo ven mis ojos en la luz y lo palpita mi corazón traducido en mis pulsos.”

    Con esta sola oración habría tenido más que suficiente, hoy sábado que tengo más tiempo para meditar.
    Al principio pensaba que te justificabas ante los que te reprochan que metas a Dios en tus reflexiones (cosa que te iba a decir que no merecía la pena, pero qué decir yo que tú no supieras a este respecto), pero a media que avanzaba el texto me esperaba algo mejor: una declaración del amor que te dejó tu madre. Y para mí eso lo explica. En aquel pequeño gran regalo ya lo tenías todo. Por lo poco que sé a través de tus artículos, debió ser una mujer extraordinaria.
    Feliz día a todos.

  5. Querido Luis. tú haces el apostolado de la vida corriente; tú cantas -y catequizas- con el Dios de la vida ordinaria. Sin pretenderlo, ese es tu apostolado y tu catequesis; a través de ellos oirás el «Venid a mi, benditos de mi Padre…todo lo que hicisteis con mis hijos más pequeños, conmigo lo hicisteis». Y tú, con tus escritos nos animas a ser santos, como Él es santo.

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