OTOÑO ATARDECER TIERRA Y NOCHE
De los otoños quizá lo mejor sean sus atardeceres; Son aquellos en los que la luz es especialmente poética e inspiradora de deseos y sueños.
Sin embargo parte de mis deseos nacen con una profunda desconfianza de que se cumplan, por lo que yo, uno de los tantos escépticos que somos conscientes de lo difícil que es, que las cosas cambien para bien, quiero aprovechar el OTOÑO, para disfrutar más de mi refugio particular. A él llevare mi sombrero de paja, un botijo de barro, y una hamaca de madera y lona de varios colores, de aquellas tan cómodas. Y allí entre otras cosas, podré vivir parte de mis sueños, sentado bajo una morera escuchando el canto de los pájaros y notando en mi cuerpo, ese espontaneo reflejo del viento fresco del ATARDECER, que tanto anhelábamos después del verano.
Echando una mirada a las ramas de las palmeras que aletean como si te saludaran, espero a que llegue la noche, notando relajado como el sonido del campo baja de volumen en paralelo a la llegada de la oscuridad, viendo atento y con emoción, como la tierra cambia de color. Ella la TIERRA, no es sino, paisaje que descansa, esperando agotada a veces durante cientos de años a recuperarse, para transformarse otra vez, en: Lugar de siembra, camino, o montaña.
Entre el monótono ladrido de los perros todo se va apagando, lentamente la noche llega. Es la noche que espero / Esa oscura hechicera poseedora ella sola / Del secreto de los sueños.
La luna llena se ve ya, con toda su luz en el horizonte, blanca, redonda, con manchas de un gris claro, conforme oscurece brilla más. Todo se apaga, la oscuridad cubre con su manto los objetos.
Y renacen otros perfumes campestres, que ahora son; a frutas que maduran en su árbol, fragancias de flores que están ocultas y que al olerlas sientes esa enigmática sensación de no saber, de que minúsculo paraíso te llegan, sus nocturnos y poéticos aromas.
Amigo Paco, tu descripción de la naturaleza otoñal, me es conocidísima porque vivir en el campo tantos años te hace que su lectura te sumerja, más si cabe, en esa belleza que nos rodea, y que muchos se paran poco a percibir, a sentir y a escuchar sus susurros y sus caricias, y sin embargo la tenemos ahí a nuestro alcance, creada para nosotros sin pedirnos nada más que un poco de respeto.
Un saludo Paco.
Amigo Penalva, te muestras como un pintor impresionista deslizando su pincel envuelto en palabras para dar vida a los atardeceres otoñales. La finura y simpleza con que evocas ese atardecer nos ayuda a comprender más la belleza de uno de los momentos espectáculares de una estación única en el que la suave nostalgia y una sensación de pèrdida nos invade.
Contemplar un atardecer otoñal en el campo es algo maravilloso, el cielo adquiere un cromatismo de tonalidades lilas,rojos y amarillos incomparable, mientras la luz va mermando poco a poco y envolviendo con su manto los árboles como si no quisiera despegarse de ellos.
Desde la paz y la tranquiilidad que el descanso campestre ofrece se nos anuncia la brisa del viento fresco que va deshojando las hojas muertas y podemos ver las nubes en el horizonte,presagio de las incipientes lluvias que vendrán cargadas de la musicalidad que produce su contacto con la tierra. Despertamos nuestros sentidos a nuevas fragancias naturales como el aroma a tierra mojada mientras la noche cae sobre nosotros.Los dias se acortan, la noche invita a soñar y el paisaje dibuja a lo lejos el cántico de despedida de los pájaros.Un requiem triste que anuncia la soledad del frío invierno.
Un cordial saludo.
Un artículo que extrae la esencia de las cosas; ya sea de un libro, una estación, un paisaje o un estado de ánimo. Una visión admirable que se agradece.
Convivimos inmersos en la búsqueda de la estabilidad perdida, y parece ser, que la naturaleza de las cosas, deja de ser importante.
Gracias Sr. Penalva por este paseo otoñal.