Art. de opinión de Juan G. Olivares

Nació en el 27

Daniel nació en el veintisiete del siglo pasado. O sea, pasó la guerra en los tiempos de jugar con espadas de palo. No pasó hambre, no le faltó trabajo, pero vio morir antes de la veintena a quien escogió para comerse el mundo junto a él. La tuberculosis hacia estragos antes de que llegara la penicilina y se llevó a su novia. A él, como a tantos le tocó ver morir gente joven.

Cuento esto para situar a nuestro valiente mozo en su encrucijada vital, tan vital como lo es para nuestro relato tenerlo situado en espacio y tiempo.
Hijo de carretero, carretero de profesión, no desperdició la oportunidad que le dio Franco cuando decidió quitarse lastre y vender los camiones de su inflado ejército. Total, ya los había matado o expulsado a casi todos. Sí, he dicho casi, porque de esos “casi” vamos a hablar.

Tomás “Plantapalos”, amigo de Daniel, aunque de más edad, compró un viejo GMC con cabina de lona y con más kilómetros que el hilo de Ariadna usado por rompetechos.

En esa época, un camionero era un pirata de secano. Se salía hacia no se sabe donde y de allí, con una especie de suerte desconocida de antemano, se viajaba de norte a sur y de este a oeste una vez tras otra, hacia donde había algo que llevar.

Un día pasabas cerca de casa y parabas a ver la familia para volverte a ir.
No se si ustedes han pasado alguna vez por el puerto de despeñaperros. Se dice que recibe ese nombre porque desde ahí, Alfonso VIII, arrojaba a los infieles tras vencerlos en la batalla de Bailen, fiel y cristiano que era el hombre.

Pues bien, no nos desviemos. Es una zona agreste, de cuestas empinadas y altas sierras a un lado y otro, puro monte español. Por allí hubieron de pasar “Plantapalos” y Daniel “Pelos” cargados de patatas allá por el año cuarenta y bastantes, con la mala suerte de que se les rompiera la transmisión. Tiene nombre de algo serio ¿Verdad? Pues lo es. Lo es ahora, pero en aquel entonces, cuando los camiones se contaban por docenas en la vida civil, los repuestos se fabricaban a mano.
Y así hubo de solucionarse el problema, a mano.

Con el camión ladeado en un “reancho” de la estrecha carretera, uno se subió a un autobús a buscar un pueblo con herrero y el otro, Daniel, se quedó a dormir en el camión.

Hasta aquí poca cosa, lo sé, pero llegó la noche. Y durmiendo, como toca a esas horas a quien ha desgastado el cuerpo trabajando, estaba Daniel cuando oyó una potente voz.

– ¡Ah del camión!- .
Así me lo contó, que no es cosa de invención.
– ¡Quien va!, ¡Quién vive!
– Unos partisanos, si sales no te vamos a hacer nada.
Así hizo nuestro joven protagonista, salir para que nada le hicieran, y nada le hicieron. Eso a pesar de ir unos diez hombres y mujeres armados hasta los dientes en bando y en posición de prevengan con el seguro quitado.
– Que llevas en el camión.
– Patatas
– Nos vendría bien que nos dieses un saco, ya que un caldo con sustancia siempre es mejor que un caldo sólo.

Habrán imaginado que Daniel no lo dudó, y han hecho bien si eso les ha indicado su capacidad de inventar soluciones. Cogió un saco, mejor tres, y se lo dio a aquel grupo de desmarañados con fusiles.

Nervioso, nuestro amigo Daniel se tumbó a dormir con el frío de las montañas de fondo y el del miedo de acompañante, pero no había llegado el sueño cuando sonó la misma voz.

-¡Jefe! Le hemos traído un poco de potaje que con este frió el cuerpo lo agradece.
Y alzando un cuenco, le dieron el guisado a cenar. Y, gustoso, lo cenó nuestro Daniel.
No hubo más interrupciones al sueño, que tardó en volver tras el susto, esa noche, Daniel durmió hasta el alba, que es la hora a la que se despierta ese tipo de hombres. Y ya estaba alto el sol cuando recibió la segunda visita de su estancia.
A media mañana pasaron a saludarle otros hombres armados, estos, de uniforme y dos Guardias civiles.

– Buenos días ¿Le ocurre algo?
– Sí, se me ha roto el camión y llevo aquí desde ayer, mi compañero no tardará en volver, ha ido a hacer la pieza que nos falta al herrero.
– Bien, pero no se queden por aquí que este es terreno peligroso, por aquí dicen que se han visto maquis. ¿Ha visto usted a gente por esta zona?
– Quien ¿Yo? Que va, a nadie- mintió nuestro protagonista, sabedor de que al buen callar le llaman sabio.
-¿Y qué llevan en el camión?
-Patatas
-¡Ah!, pues lleve usted cuidado que esa gente es peligrosa, son guerrilleros rojos, maquis.
Y se marcharon.

Y tarde por la tarde, llegó Tomás con la pieza, demasiado tarde para colocarla antes de la noche, por lo que hubo que acomodarse de nuevo con los referentes que ya hemos explicado y que nuestro hombre contó a su amigo y compañero Tomás. Malos para dormir como supondrán, pero los referentes no los escoge uno, estos le escogen a él.

Esa noche volvieron los maquis, con otra olla de potaje y con la petición, (llamémosla así, que robo es otra cosa aunque sea la misma), de llevarse cuatro o cinco sacos de patatas más, que el hambre aprieta y los días son largos adujeron.
No se muy bien si con intención de amedrentarlos para parar la sangría de sacos de viandas o con la de advertirles, les dijo nuestro joven Daniel.

– Ha estado aquí la guardia Civil y ha preguntado si hemos visto a alguien, pero no hemos dicho nada.
-¿Y por qué no habéis dicho nada? Ellos saben perfectamente que estamos allí, al final del desfiladero, detrás de los pinos de la derecha, en las cuevas de las agujas. Si no vienen es porque no tienen lo que tienen que tener. Decírselo mañana que volverán a pasar, decírselo.

Dicho esto cargaron su nuevo botín y marcharon en dirección a la oscuridad.

-¿Y estos por qué están aquí Tomás?- preguntó Daniel-.
-Porque son unos muertos de hambre, y los muertos de hambre quisieron dejar de serlo y acabaron a tiros en la guerra.
-Pero aquí no están mucho mejor que antes.
– Pero por lo menos están de pie, pensarán ellos.

Acabada la conversación se acurrucaron en el nimio espacio de la ahora, con dos cuerpos cansados en vez de uno, menguada litera.

Durmieron rápido, sí, rápido se duerme cuando en vez de en descansar piensas en levantarte. Porque antes de que hubiera luz ya estarían dispuestas las piezas y las herramientas para arreglar el camión, ni un minuto se habría de perder pudiendo aprovecharlo.

Y así amaneció el día, con nuestros héroes con grasa hasta en el cimborrio de la cabeza y atareados con hierros y empujones.
No había alzado mucho el sol su planta cuando volvieron a ver armas. Ellos estaban acabando la reparación y vieron, carretera abajo, llegar a cuatro guardia civiles a caballo. No vamos a negar que sintieron un escalofrío por imaginar si era ese el día escogido para un tiroteo entre unos y otros, que la suerte la tenían, pero no mentiremos si decimos que toda mala.

-Buenos días.
-Buenos días señores guardias.
-¿Qué tal la noche? ¿Han visto a alguien por aquí?
-No, a nadie, aquí no ha aparecido ni Dios, si es que este ha dejado alguna vez de estar con todos nosotros claro -contestó Plantapalos con lengua de carretero y agilidad mental para solucionar los problemas que esta le causaba tan a menudo-.
-Mejor, ya les dijimos ayer que es gente peligrosa la que por aquí anda. Estábamos pensando si no serían ustedes tan amables de darnos unos sacos de esas patatas, lo cierto es que nos vendrían muy bien, somos muchos y todo escasea.
-Claro señor guardia, estábamos pensando en ofrecérselo- mintió prudente y sabedor.

Dicho y hecho, cargaron cuatros sacos de patatas a los caballos y se volvieron por el camino por el que vinieron.

No se volvió a hablar hasta que no se acabó el arreglo del camión. Una vez arrancado y en marcha preguntó el joven Daniel a su compañero.

-¿Nos han robado?
-Sí.
-A mi estos me han parecido también unos muertos de hambre, con uniforme pero muertos de hambre.
-Lo son.
-¿Pero no han ganado la guerra?
-Las guerras no las gana nadie de los que lucha en ellas. Las ganan otros. En las guerras los muertos de hambre son los soldados, el fusil, la bala y el muerto. Se lanzan muertos de hambre contra muertos de hambre. Pero vamos a darnos prisa que llevamos dos días de retraso y nos faltan diez sacos.

Recuerdo a Daniel con nitidez, con setenta años y bebiendo cerveza y salpicándome panchitos masticados en el bar. Muchas horas a su lado. Mi “plantapalos” particular. Si estas en el infierno, viejo, espérame que allí nos veremos.

Daniel nació en Novelda en 1927 y murió en Novelda en el 2010.

Daniel Crespo Gómez «El Pelos» fue mi jefe durante 20 años. Esto es un homenaje a él y a tantos de su generación

Otras noticias de interés

9 COMENTARIOS

  1. Sr Olivares,historias como esta my padre nos la contaba todas las noches,todavia me parece escucharlo el fue un sobreviviente de las encarnisadas batallas del ebro.
    Bonita historia y bonito homenaje.
    Las guerras siempre han sido asi los pobres siempre an puesto los muertos ,los politicos sus palabrerios y los mmilitares sus galones,en fin el mundo sigue su marcha igual que siempre y los(pobres)seguimos discutiendo que si los (republicanos)o los (nacionalistas)fueron malos o buenos,y listos para salir corriendo a cojer las armas para volver a repetir otro capitulo de la absurda vida politica Espanola….

  2. Vislumbro a través de tu historia contada una imagen que suena que tiene aroma y color. Describes los personajes que, desde luego, no me son extraños. Las vicisitudes por las que tuvieron que pasar y las grandes calamidades. Digo que no me es extraño,porque mi padre solía contarnos historias de este color y parecidas, por las que tuvo que pasar. Y,¿qué le voy hacer? me conmueve.
    Decir, que sí, me ha gustado esta narración.
    Un saludo.

  3. Magnífico recuerdo a tu ex jefe Daniel el Pelos. Allá donde esté, que seguro que no es el infierno, estará orgulloso de tí por este hermoso relato.

    Lo he leído de tirón, como esperando el final. Me ha gustado mucho tu apunte: la guerra no la ganan estos ni los otros de los que luchan en ellas. Las ganan otros. Estos son todos unos muertos de hambre.Sabias palabras las de Tomás «Plantapalos», ellos sí sabían.

    Yo conozco muy bien Despeñaperros, pero no ahora, que es autovía, sino hace 40 años y efectivamente, aquello era un tormento. No quiero ni pensar con aquellas camionetas de la guerra. Tengo otra versión del origen del nombre de Despeñaperros, pero eso es superflúo. Ya nos veremos.

    Me ha gustado mucho tu relato. Y una observación, tú al infierno, ni harto de vino. No te admiten.

    Un abrazo, amigo.

  4. Que bonito Oli!!!
    Que grande es el oficio de «carretero», tu bien lo sabes…..
    Pero más grande es recordar a quienes en su día te contaron sus batallitas, como héroes, porque eso fueron, los héroes de una generación……..

  5. Muy buenas, Juan:
    Un relato situado en una época difícil y con las circunstancias tan particulares que nos relatas, y que como bien apuntas al final «tantos de su generación» vivirían de una u otra manera.

    Me ha encantado el tono con que has desarrollado el tema. El texto se lee de un tirón; en algunos pasajes, con verdadero gusto y con un interés creciente conforme vas desmenuzando las anécdotas (podría llamarse así con la ventaja de la distancia) que nos cuentas de un modo casi intimista.
    Además, y creo que te lo dije, contiene un componente emotivo, de reconocimiento e incluso de admiración, realmente notables.No es ésta una tarea fácil de desarrollar cuando, aquel de quien hablas y de quien cuentas cosas, ocupa en tu corazón un lugar tan distinguido.
    Precioso relato, en definitiva.

    Me ha gustado mucho, Juan. Mi felicitaciones.

    Un abrazo.

  6. Conocí a Daniel en persona y tuve la oportunidad de compartir tertulia con el en algunas largas noches de verano en las que desmenuzaba sinfin de anécdotas de su etapa de camionero.
    Este relato de corte berlanguiano( podía ser perfectamente una escena de la película la vaquilla) es ujna pincelada retrospectiva casi en blanco y negro de aquellos tiempos de zozobra y hambre en que el ingenio era el motor de la supervivencia en una España desangrada por los todavía rescoldos calientes de la guerra civil
    Estoy con Claudioi en que hay un cierto componente emotivo y de admiración en el texto para estos hombres y su circunstancia en momentos verdaderamnete amargos para toda una generación.
    Les llamas héroes con grasa y realmente fueron unos valientes circulando por aquellas viejas carreteras polvorientas expuestos a mil peligros y en cuyas cunetas se cercenó en muchas ocasiones el destino de muchas vidas inocentes . Excelente trabajo Juan, un cordial saludo

  7. Juan, bonito y emotivo tu relato, conocí a “Pelos” a través de mi padre “Marcha” también camionero, los dos con muchas cosas en común, entre ellas esos APODOS que les daban personalidad y que les aportaban una seña de identidad añadida y entrañable.

    Cuando relatas que se les rompió el palier del camión y tuvieron que quedarse en la carretera, pasando todo tipo de avatares, y acercarse al pueblo más cercano para buscar un herrero, me pasa por la memoria cuando se juntaba con mi padre, en San Roque, en casa del mecánico “ Quitet “ y allí hacían piezas para los vehículos.

    Siempre la historia se repite, las guerras, las declaran los egoísmos, las envidias, los deseos de poder, las ambiciones personales, y al final pagan las consecuencias este tipo de personas, que solo pretendían llevar el sustento a casa, poniendo en peligro sus vidas, por tanto Juan, felicidades por tu historia, y no te preocupes el infierno no existe, el infierno lo pasamos en esta vida.

    Un saludo.

  8. Gracias a tod@s sin excepción, son cosas que se nos quedan.
    Wifredo, el origen del nombre tiene varias leyendas, y ninguna verdad, de hecho esto no es más que un relato basado, sin más.
    Mira, esta es una.
    «El Despeñadero de los perros
    Pero por Despeñaperros también planea el estigma de la guerra. Batallas como Las Navas de Tolosa o Bailén resuenan en el aire. Contiendas que parecen dar origen al nombre de este extenso lugar. Para unos Despeñaperros procede del término despeñaderos, por las escarpadas formas de su desfiladero. Otros aseguran que, tras la batalla de Las Navas de Tolosa en la que Alfonso VIII derrotó a los almohades, los invictos precipitaron a los agarenos por el desfiladero. Los no cristianos eran calificados en esta época perros. De ahí Despeñaperros»
    El enlace
    http://www.revistaiberica.com/iberica_natural/despenaperros/index.htm
    Te lo digo porque no eres el primero que me habla de eso , me gustaría oír la versión que tu sabes.
    Lo dicho, muchas gracias a tod@s

Los comentarios están cerrados.

7,727FansMe gusta
2,647SeguidoresSeguir
2,764SeguidoresSeguir
4,470SuscriptoresSuscribirte

últimas noticias

COMENTARIOS RECIENTES