La Vuelta Ciclista a España; nuestra Vuelta
Lo prometido es deuda y hoy, voy a relatar algún tema sobre su presente y su historia. Inició su camino hace ya muchos años (en 1.935) y en su devenir se dan toda clase de variantes: inicios difíciles; una guerra fratricida; el estraperlo para avituallamientos; la interrupción durante algunos años (11) por falta de dinero; el pago de premios con retraso; el desinterés por parte de las grandes figuras extranjeras; incluso, presiones y dos atentados por parte de separatistas vascos…; de todo. Pero ha ido consolidándose en el calendario ciclista internacional y hoy es una de «las tres grandes», junto a Giro y Tour.
Su nacimiento se debió, principalmente, al prestigio que iban consiguiendo algunos ciclistas españoles en el extranjero: Salvador Cardona (1.929) fue el primer español vgencedor de una etapa en el Tour. Mariano Cañardo acumuló 7 Voltas a Catalunya en su palmarés y en 1.934 fue un aspirante a ganar el Tour, pero participó a título individual («isolé») y sin colaboradores, fue imposible soñar con el amarillo. Vicente Trueba (1.933) fue Rey de la Montaña en la ronda gala. También sonaban por entonces el vasco Federico Ezquerra, gran escalador; el valenciano Antonio Escuriet; el madfrileño Luciano Montero e incluso otro madrileño, Manuel Candela, tío materno de los hermanos Manolo y Paco Toledo Candela, que en Novelda han ejercido como mecánicos en el taller de Candela.
La ilusión por ver en España algo similar a lo que se leía desde Francia o de Italia, hizo que un pequeño grupo de entusiastas del pedal, liderados por don Clemente López Dóriga le presentasen el proyecto al gobierno republicano de la época, que bastantes problemas tenía con la situación: desempleo masivo, sin nada para los desocupados; huelgas y manifestaciones a diestro y siniestro; los militares, descontentos por falta de expectativa de ascenso, etc.
Sí; la idea de que un espectáculo deportivo por todo el país colaboraría a hacer más llevadera la situación era buena. Pero la antigua norma de los césares romanos para contentar al populacho («pan y circo»), aquí sólo se pudo parchear con unos «mendrugos» (25.000 pts. de la época, como subvención). Le llevaron al diario Informaciones el proyecto, cuyo director. don Juan Pujol se sintió fascinado por la idea, quizá con la ilusión de aumentar mucho la tirada de su periódico.
Sólo dos meses antes del inicio de la primera Vuelta, le bastaron para encargar hospedajes, transportes, avituallamientos… casi todo, excepto el cáculo del importe total del evento, pues al acabarse el montante inicial, el Sr. Pujol hubo de hacer frente a casi otro tanto de dinero, empobreciendo su patrimonio periodístico. Los premios de la segunda mitad de la Vuelta tardaron unos meses en cobrar los ciclistas españoles; había que quedar bien antes los foráneos, quienes cobraban al contado.
Se corrió la voz que algo así podía suceder, antes del inicio (el 29 de Abril), entre las figuras extranjeras de la época: los belgas Maes, o Aerts, o los franceses Magne, Vietto, Leducq o Speicher. Y sólo vinieron desde más allá de nuestras fronteras 18 ciclistas y no de los mejores, quienes junto a 32 españoles, iniciaron la ruta por la piel de toro… Y así, hasta hoy.
Sinceramente, la Vuelta no ha conseguido la estabilidad ni el carisma del Tour, aunque ha igualado al Giro, pues nuestra Vuelta ha soportado toda clase de bandazos: cambios en la época de su celebración; diversidad de colores para vestir al líder (naranja; blanco; banco con franja roja; amarillo; butano; amarillo, de nuevo; oro y desde 2.010, rojo, por la «marea roja» futbolística)
Otro tema desfavorable es la fecha de su desarrollo. Casi siempre se corría entre Abril y Mayo, pues las otras «dos grandes» al haber nacido antes, tenían y conservan, prioridad en el calendario. Abril es el mes de las clásicas, pruebas de un día que se celebran en algún caso, desde finales del siglo XIX y entre gastar aquí sus fuerzas o ir a ganar dinero y fama en las clásicas, muchas figuras extranjeras preferían los pavés del Norte al sol hispano y hubo casos de figuras foráneas que vinieron a la Vuelta para tenerla en su palmarés, pero si lo conseguían, no volvían; caso de Anquetil, Pingeon, Janssens o Merckx. Otros volvieron tras su triunfo, casos de Altig, Poulidor o Gimondi. Incluso hubo casos de ases foráneos que vinieron y no lo consiguieron, sin volver después: Bobet, Rivière, Coppi, Nencini…Por supuesto, para los españoles era un honor participar en su Vuelta y hubo entre los nuestros quien venció en más de una ocasión, demostrando su amor por nuestra Ronda; por ejemplo Berrendero, Fuentes, Delgado o Heras.
La Vuelta fue afianzándose y aproximadamente, a finales de los años 70, ya figuraba entre el proyecto de muchas figuras, españoles y estranjeros y ya se ven a vencedores foráneos con más de un triunfo: Rominger, Hinault, o Vinokourov.
En cuanto a vencedores de la Comunidad Valenciana hubo cuatro: Bernardo Ruiz (1.948), de Orihuela; Angelino Soler (1.961), de Alcasser; Angel Luis Casero (2.001), de Albalat dels Tarongers y Aitor González (2.002), de San Vicente del Raspeig. Por cierto, con el padre de González (Manolo, «el Vasco») participé en alguna carrera de veteranos en los años 80; entonces, Aitor comenzaba en carreras infantiles. Les envío un abrazo para toda la familia: a Manolo; a su esposa,Emilia y a los hijos. El día del homenaje a su hijo, en el Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig, Manolo se había tintado el pelo de amarillo y aquel día «flotaba entre lágrimas».
Antes hablé de los atentados que sufrió la Vuelta: en 1.968, un artefacto explosivo rompió el asfalto en la bajada del puerto de Urbasa, entre Vitoria y Pamplona, anulándose la etapa y sin desgracias personales. Y la segunda ocasión, en 1.978 con la recién estrenada democracia, había una parte de la población para la cual un espectáculo que representase a «España» y transitase por aquellas carreteras, no les gustaba. Por lo que prepararon sigilosamente, algo propio del cine tipo Far West; previamente, serraron troncos de árboles, formando una empalizada puntiaguda y sujeta por cuerdas, que lanzaron sobre la carretera, poco después de pasar los motoristas que abrían la carrera y a unos 300 m. delante de los ciclistas. Ante lo inesperado, se anuló la etapa.
El periódico organizador («El Correo español – El pueblo vasco») cedió a las amenazas que ya venía recibiendo desde años atrás y retiró su apoyo definitivamente; pero el irrepetible don Luis Puig Esteve la sacó adelante… y hasta este año, en que aseguran que el próximo (2.012) atravesará de nuevo aquella Comunidad Autonónoma, sin duda de las más destacadas a nivel mundial en organización, afición y desarrollo del ciclismo. De allí eran algunos de los vencedores de la Vuelta: Langarica (1.946); Loroño (1.957) y Gabica (1.966).
Por otra parte, desde 1.995, en que se disputa en Septiembre, hay quien opina que «a la Vuelta sólo vienen los que sobran o fracasan en el Tour» y no lo comparto. El Tour se disputa siempre en Julio, mes de vacaciones, para que se acuda en masa a verla en persona. Es mucho más veterano en organización que la Vuelta y la experiencia del organizador hace que corrija posibles errores, mejor que quien llega el último a organizar. Los franceses están orgullosos de su «Grand Boucle», emblema del deporte galo y nosotros, los españoles (yo, me excluyo), sólo nos interesamos por la rivalidad Barça – Real Madrid y poco más, si bien creo que en fútbol, disponemos de mejores equipos, con presupuestos extratosféricos, que los franceses. El paisaje ¿qué les voy a decir?, tras los Pirineos hay más bosques; los helicópteros graban cualquier paisaje, río, castillo o iglesia que se pueda ver, para difusión de su turismo y sobre todo, esas masas humanas en las subidas y que aquí, tanto en Abril como en Septiembre, es menor. El paisaje hispano tiene mucho de «secarral» y a pesar de todo, muchos acudimos a verlo en directo cuando pasa cerca. Ya ni me acuerdo del número de veces que la he visto circular por nuestra provincia, desde que en 1.964 fui a ver el inicio de aquella Vuelta en Benidorm, igual que dentro de pocos días. Recalco, la Vuelta no es comparable al Tour, pero es la que tenemos y me siento orgulloso porque mi país también esté entre los grandes del pedal.
Y ahora, les relato la parte menos afortunada de los dos primeros vencedores de la Vuelta a España:
1º) El belga Gustav Deloor consiguió el puesto más alto del podio en las dos primeras ediciones (1.935 y 36). Su principal rival, el navarro – catalán Mariano Cañardo no consiguió transmitir su experiencia internacional al resto de españoles, quienes, a título personal, cada uno luchaba en solitario y por su cuenta; lo contrario que los extranjeros, quienes traían años de experiencia en pedalear colaborando unos con otros y repartirse el botín.
Bien, pues Deloor, por la Guerra Civil española, no pudo repetir triunfo y el resto de su corta carrera deportiva le deparó algún triunfo menor en los velódromos. Al ser invadido su país en la II Guerra Mundial, escapó y llegó como inimgrante ilegal a los EE.UU., donde en Nueva York consiguió empleo como conserje en un casino, durmiendo los primeros días sobre una mesa de billar americano.
2º) El madrileño Julián Berrendero, natural de San Agustín de Guadalix, venció en la 3ª y 4ª ediciones de la Vuelta (1.941 y 42). El director del Tour, Henri Desgrange, acostumbrado a endosarle apodo a cualquier persona, le colgó el sobrenombre de «le Noireaud» («el Moreno», en cristiano). Berrendero fue Rey de la Montaña en el Tour de 1.936 y por aquellos día comenzó la Guerra Civil española y Berrendero hizo algún comentario en la prensa gala sobre su desacuerdo con el golpe militar. Total, que «se la guardaban» y se quedó en Pau, donde siguió corriendo y abrió una tienda-taller. Incluso venció en una etapa en el Tour de 1.937.
Finalizada la contienda española, regresó en tren y en la misma estación fue detenido. Trasladado a un campo de concentración, no logró convencer a sus captores sobre que él ni siquiera estuvo en España durante la guerra. Allí podrían hacer con él lo que quisieran; no había Libro de Reclamaciones, ni Defensor de lPueblo, o similar.
Pocos días después, tras el trabajo forzoso y la instrucción, estaba sentado en el suelo intentando comer al bazofia que le daban como rancho. No se apercibió que alguien estaba de pies, junto a él. Volvió la cabeza y vió unas botas de uniforme y de repente, sintió miedo. Levantó la vista y era un capitán del bando vencedor, quien, casi gritando, le dijo: «¿A usted no le han enseñado disciplina? Levántese y sígame». Como un cordero camino del matadero, obedeció. Llegaron a la cocina, entraron y tras cerrar la puerta y ya solos, pensaba el exciclista: «Hasta aquí he llegado».
El capitán cambió completamente de semblante y de tono de voz y le preguntó al prisionero: «Julián, ¿es que no te acuerdas de mí?» Berrendero, asustado y confuso, sólo pudo balbucir: «No, mi capitán, perdone pero no le ví antes…» El militar le puso la mano sobre el hombro y decía, intentando sonreir: «Si yo sé quién eres. Ciclista. ¿No recuerdas una carrera, antes de la guerra, en Bilbao, en la que tú participaste y casi fuiste de los primeros? Pues en esa carrera yo tomé parte, pero me retiré…» Julián no podía rcordar a todo aquel ciclista del montón con los que coincidió en su época anterior (similar a las carreras «Open» actuales), por lo que para no desairar a su interolutor, de vez en cuando contestaba: «Sí; ya hace años…», o algo similar. Total, que el capitán fue su salvador, pues le «enchufó» en la cocina, donde pudo sisar algo para calmar el hambre y poco después, consiguió la libertad, previa recomendación y garantía del capitán.
Se casó con su novia de siempre, Pilar y se reincorporó de nuevo al ciclismo, muy distinto al actual; entonces, era practicamente imposible vivir de la bicicleta.
Como ya dije, venció en dos Vueltas (1.941 y 42), en plena época de las cartillas de racionamiento. Los controles de avituallamiento, relataba él en sus memorias, los encargaba y pagaba la organización a ciertos estraperlistas (vendedores de géneros requisados, o de contrabando) quines se colocaban en los puestos acordados, con una carreta, en la que cada ciclista al llegar allí, bajaba a toda prisa de la bici, recogía una manzana, un plátano y dos bidones; de agua y de leche y… a continuar pedaleando.
El padre de Julián había trabajado como vigilante en el Canal de Castilla y le conocían por «el tío Martín de la garrota». Esa fue su compañera y herramienta, además de saber lanzar piedras con bastante acierto.
Ya jubilado y con su hijo famoso, «el tío Martín» le seguía en cada etapa y a veces, utilizó su garrota, para alejar a los seguidores del rival, Cañardo, quien en sus postreros lances sobre la bici, no le gustaba la idea de dejar de ser el ídolo nacional.
Y por hoy, basta ya. No me atrevo a pronosticar quién puede estar en el podio este año (me inclino por el vasco del Euskaltel, Igor Antón, para vencer). Quizá la ausencia de figuras de relumbrón, pueda equilibrar el interés, sobre todo si hay continuo cambio de lider. No obstante, estará en la salida un vencedor de la Vuelta: Vincenzo Nibali (del año 2010), así como otros con cierto nombre, como Luis León Sánchez, Oscar Freire o el irlandés Nicolás Roche y falta pr confirmar a otro vencedor de la Vuelta: Denis Menchov. Pronto sabremos quién se lleva el maillot rojo.
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