Art. de opinión de Luis Beresaluze Galbis

DIOS PROPIO

Me refiero a mi Dios, al Dios mío, particular, si esto no es una aberración. Yo solo puedo hablar de mí, del Dios mío, desde mi yo. Como en virtud de una teología amateur, (nunca mejor dicho) singular, individualizada, doblemente individualizada, por mi y por ÉL. Teología de aficionado, si es que el interés por Dios y su amor, puede ser eso que en español decimos, tener afición. Para nuestra gente del dorado siglo, “afición” era amor. Teología confidencial, doméstica, literaria, habitual y, en cierto modo, apeada.

Como rebajada o atenuada. Nada técnica. La técnica es algo para hacer algo. Y el amor, solo lo hace Dios. Sin ninguna ”bachillería” que diría el clásico, por mi parte, es decir, a pelo. Dios como una definitiva costumbre, como un modo y razón de vivir, del orden del respirar. Así de natural. El Dios de un cristiano que escribe, de un filósofo aficionado que razona amando, que piensa amor. “La razón es un pasión tranquila” según Hume. Desde una suerte de religión (eso que alguien ha llamado, Spinoza, nada menos, “metafísica del vulgo”,) lírica, ética y estética, cristianismo que ora amor, que quiere hacer del amor una plegaria profundamente hermosa. Porque la belleza es un presupuesto de Dios. “La belleza es energía estética” según Rodríguez Jiménez. Dinamismo plástico. . Dinamiza el sentimiento. Moviliza el alma. La paz, por ejemplo, es una suerte de dinamismo estático. Equilibrado. Prácticamente, la mas bella actividad del alma. Algo parecido al silencio en la música.

Dios es el escenario múltiple de lo bello. La hermosura es una religión. La religión de las religiones, yendo al ponderativo hebraico. La iglesia católica, debe parte de su éxito social bimilenario, a la impronta artística de que se rodeó desde sus inicios. En la Edad Media y el Renacimiento, todo el arte trabaja para Dios. La fe se alía con la hermosura. Se sirve de ella. La fe en Dios de los católicos llega a convertirse, también, en una cuestión de buen gusto. De clase plástica. De selección intelectual, lírica, artística. Una religión que religa a Dios por amor a lo perfecto, lo bueno, el primor de lo moral, la libertad, la esperanza y la paz. El mundo de las cosas hermosas. “La religión es poesía práctica” ha dicho alguien. Aunque la hermosura, según Ovidio, sea “un bien muy frágil”. Hasta su fragilidad es bella. Una densa hermosura pesaría, tal vez, en el ánimo. Hermosa la fragilidad hasta por elegancia mental.

Dios es una verdad universal. La verdad universal por excelencia. La mas universal de las verdades. Yo la he particularizado. La he hecho mía y privada. Mediante la sensación de evidencia. Puede haber una evidencia superior que me obligue a cambiarla. No la conozco. No me niego a ella. Es que no se me presenta como posible. ¿Cómo garantizar mi verdad, la verdad de mi Dios, algo que se me hace sagrado mas allá de lo profano o religioso? Además de que hablar de garantías tratando de Dios me parece una blasfemia. Dios no es una cuestión de crédito. ¿Garantías para la máxima y mas solvente fehaciencia? Dios tampoco es un tema. Una cuestión a debatir o que plantearse. Es un asunto presente en la finitud humana, dándole sentido. Una realidad. La realidad de las realidades. El tema por excelencia. Tillich dijo que “es tan ateo afirmar la existencia de Dios como negarla”. Tan de ateo, diría, porque ateo es un adjetivo personal. Yo no me niego ni me afirmo. Yo soy. Me constato. Me siento y percibo. Tengo absoluta constancia de mi. Dios es. Se es Dios y en Dios. Dios es para el hombre como una manera de verse desde dentro. Yo me siento la parte de fuera de Dios. Dios mi almendra y yo su corteza. Pero el, a su vez, mi entorno y contorno. Algo que me envuelve. O sea, que me tiene en medio. Dentro y alrededor. Yo, pobre de mi, esta miserilla humana, su centro. De ninguna manera puedo verme como el desguace de una carrocería divina. Las cosas son una costumbre de Dios. Y yo soy mucho mas que una cosa. Y que una costumbre.

La vida es Dios. Dios existe porque la muerte es absurda. Dios es porque existe la vida, un poco menos absurda que la muerte, porque ya me dirán (y este es el grandísimo misterio de Dios haciéndose y hasta haciéndose como nosotros), qué sentido humano, mínimamente trascendente, puede tener este proyecto tan a corto plazo, como dicen los economistas. Esta provisionalidad con el fin tan cerca del principio. Sin perjuicio de esta consideración interpolada, existen las vidas de la vida. Mi vida es Dios. Dios es la vida. Y Dios está en la vida de la muerte, en la segunda y definitiva vida. En la llamada eterna. Para que todo tenga sentido. Porque la vida es breve y la muerte larga. Sin Dios, para empezar, la vida no tendría autor. Además de corta, un suspiro, prácticamente, a nada podría referirse, a cosa ninguna resultaría atribuible. Sería por sí. Y eso es no ser. Nada es por sí. Todo es por algo. No es admisible vida sin fundamento. Sin razón legitimadora. Sin razón de ser y de ser vivida. Sin verdad, como vida. No ya por generación espontánea sino por degeneración ontológica conceptual. La vida, que es toda acción, no habría sido hecha por nada ni por nadie. Pero estaría ahí, actuando, sin razonabilidad. Como una vivencia en acto, una vivencia viva y no hay paradoja, una existencia existiendo, actuando, haciendo acción y siendo actuada. Sin un por qué ni un por quien, no superando el carácter de una acción y un acto, para nada. Sin producto. Un actuar sin mas fundamento que su mecanismo. Las cosas no son y ocurren porque sí. Hasta la Termodinámica lo dice. No puede obtenerse nada a cambio de nada. Según yo pienso, puede obtenerse Dios. Solo Dios. Nada, absolutamente nada, se da porque sí. La encantadora hermosura, tranquila y pura como cae cada copo de nieve, suavemente, en su sitio, obedeciendo a una disciplina universal, es tan importante como la fuerza de la gravedad. Ese copo como pelusa de ángel, es un prodigio integral. Es una inercia de la hermosura. Un episodio de Dios.

Yo me amo. Y no quiero morir, Yo quiero vivir por algo, además de para algo. Y vivir después de morir. Se muere mi vida, no yo. Vivir por algo, por alguien, para un fin grande y una verdad metafísica, por una causa ajena y exterior a mi, que es, por otra parte, la que mas tengo interiorizada. Sin Dios, la vida, la mía, sería invivible. La mía, por lo menos, no sería vida. Tal como entendemos o yo, siquiera, entiendo la vida. Yo quiero vivir mi vida. Como una grandísima ocasión trascendente. Lo que mas amo, mi gente y yo mismo, en la cumbre de todas las cosas, yo, en absoluta primera persona, apenas una ilusión física. Llena de urgencias, preocupaciones, quiebras de salud, desilusiones y sufrimientos, sin la alegría compensadora, traducible en esperanza, de que en Dios, con Dios, por Dios, voy a ser siempre, y estoy siéndolo, conmigo y con Él, yo, sería una angustia puesta de pie. Yo soy una parte de Dios. Por eso me amo y lo amo tanto.

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9 COMENTARIOS

  1. Hoy, querido Luis, hablas de tu Dios, del mío. Del hecho a mi medida, a la tuya. Del Dios que yo amo, al que le rezo, al que le cuento mis penas, mis alegrías. Al que le pido por aguien querido por mí, claro, ese es mi Dios. Hecho a mi imagen y semejanza, dicen los Evangelios, pues ese. No el oficial, en ese me cuesta creeer, quizá por comodidad, no lo sé, pero ese es el Dios en el que creo y al que amo.

    No creo en el de la Iglesia Católica, lo he hecho, como he dicho antes, a mi imagen o semejanza. Mi madre, tan católica ella, me diría, has hecho un Dios a tu conveniencia, a tu gusto.Pues sí, lo confieso, mi madre, como siempre, tiene razón.

    Y nadie, querido Luis, quiere morir. Nunca he visto a nadie tan creyente como a mi madre, y, sin embargo, no quiere morir, pese a que su máximo deseo es encontrarse con mi padre, su marido, el que tanto la amó, para estar, junto a Dios, eternamente juntos. Que paradoja.

    Y perdona, querido amigo, pero hoy tengo el día flojo, y hablar de mis padres me emociona demasiado, quizá mucho. Un abrazo y gracias por emocionarme.

  2. Se supone que Dios nos hizo a su imagen y semejanza. No quiero objetar nada sobre esto, puesto que me desviaría de la opinión que quiero aportar, con todos mis respetos al artículo de Luis y a los comentaristas.

    El problema deviene precisamente, cuando la humanidad a lo largo de su existencia, ha tenido la soberbia de crear dioses al revés, es decir, a imagen y semejanza del hombre, incluyendo a vuestro Dios.

    Los hombres son los que erigieron templos y colocaron la imagen de Dios, los que mataron y matan en nombre de Dios, los que justifican guerras, los que cometen pecados con la garantía de la confesión y el perdón, los que oprimen y atormentan al diferente, los que acumulan riquezas y hacen uso del poder de la iglesia, los vanidosos que presumen de su aureola frente al desgraciado. Hombres que han pisoteado a Dios, jactándose de adorarlo.

    Hombres a imagen y semejanza del hombre, no a semejanza de Dios, ese Dios misericordioso, compasivo, humilde y agradecido distorsionado por lo hombres en el trascurso del tiempo. Dios no quiso siervos, quiso amigos que lo comprendieran, lo siguieran, lo defendieran y lo amaran.

    Cada cual es libre de creer en el Dios a medida que quiera, si creer le otorga sentido a su vida, le alivia de los pesares, y lo convierte en un hombre de bien, como es el caso de Luis, Wifredo y el resto de gente buena. Pero cuando la defensa de esa libertad ferviente, hostiga la libertad de los demás, entonces no actúa la bondad de Dios, actúa la arrogancia del hombre.

    Cuando la semejanza cae en manos de hombres justos, comprometidos y nobles, no hay nada que temer, pues irradiaran paz y justicia. Pero cuando la semejanza cae en manos de seres vanidosos, con ansias de poder e intereses egocéntricos, trasforma la semejanza en un horror social malversando el mensaje originario y ocasionando desolación a su paso. Hombres vanos que distan mucho de la imagen de Dios, aunque se vanaglorien de su semejanza.

    Cabe preguntarse:
    ¿Somos hombres a imagen y semejanza de Dios, o hemos creado un Dios a nuestra imagen y semejanza?

  3. He manifestado ya alguna vez mi opinión acerca de Dios y, como indiqué en artículos tuyos anteriores, no quisiera repetirme. Además, mis creencias, mías son, y no tienen por qué ser compartidas ni deseo pontificar sobre ellas; el tema de la fe es algo que me sobrepasa y acerca del cual sólo puedo aportar creencias personales… y siempre con extremo respeto.
    Aclarado este punto, sí quisiera reconocer tu maestría, Luis, para tratar el tema y desarrollarlo con tu estilo habitual. He vuelto a disfrutar de tu literatura, y con eso me quedo.
    Un abrazo.

  4. Sr Galbis, resulta imposible comentar la conveniencia o acierto de las creencias personales deun articulista y escritor tan profundamente creyente como usted , las bondades o no de su Dios personal, de su fe inquembrantable que le guia en este valle de lágrimas .La vida es Dios y usted la hace girar constantemente sobre el y sus artículos son buena prueba de ello. Como le dije en otro de mis comentarios usted nunca saca a Dios de la ecuación porque para una persona de fe, Dios es una verdad universal que no pasa nunca por el tamiz de la razón.
    Yo creo tambien en un Dios personal,en un Dios más humano, menos espiritual, más cercano a los hombres, menos oficial como dice Wifredo,el de las buenas obras, el de los sentimientos generosos y altruistas hacia los demás que deben guiar nuestras acciones en esta vida.,el de la solidaridad universal,en el Dios de los misioneros y de quienes se juegan la vida por ayudar a salir de la pobreza y de la miseria física e intelectual a las gentes. Un Dios al que no hace falta adorar en las Iglesias ni contemplar en el Arte y que vive en el interior de todos nosotros.el Dios de nuestra propia conciencia.
    No se si mi idea de Dios coincide con la suya ,seguramente no, tampoco me importa demasiado. a todos nos rendirán cuentas de nuestras acciones en su momento. Como dicen en mi pueblo,en cualquier caso Sr Galbis !Vaya usted con Dios! y Buenos días.

  5. «¿Es que Dios quiere prevenir la maldad, pero no es capaz? Entonces no sería omnipotente. ¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces sería malévolo. ¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De donde surge entonces la maldad? ¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios?»

    Diálogos sobre la religión natural (1779), David Hume

  6. Muy querido Luis: en tu artículo te muestras como un teólogo-poeta, por tu amor a Dios, sobre todas las cosas y por tu poesía congénita, quizás influida por la contemplación aristotélica: llegar a las cosas por sus últimas causas.
    Me gustaría que tu prosa-poética llegara a millones de personas, empezando por aquellas de nuestro entorno que repiten el topicazo de que creen en Dios pero no en la Iglesia, olvidando aquel «ubi Petrus, Ecclesia est et Deus est».

  7. Yo creo en el Dios creador de todas las cosas, el Trascendente, el Inmanipulable (por más que lo intentemos), también el que nos creó a los seres humanos ‘a su imagen y semejanza’ (Gn 1:26), lo cual es el fundamento de la dignidad humana inviolable, por cierto. Creo que si es ‘a nuestra imagen’, no es el Dios vivo y verdadero, sino un ídolo, un excusa para legitimar nuestra autoidolatría, nuestro en-diosamiento, nuestros pecados… Y la dignidad humana pierde peligrosamente suelo…

    Creo que el Creador de la lengua, el oído y la inteligencia es capaz de comunicarse con el Ser Humano, de hacerse entender, al que quiera entender… POR ESO CREO QUE EL DIOS ÚNICO, VIVO Y VERDADERO ES EL DIOS DE LA BIBLIA: el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob-‘Israel’; el Dios de Moisés, del rey David y de todos los profetas;

    el Dios y Padre de Jesús Nazaret (Ef 1:3), porque el Dios de la Biblia es el Padre, el Hijo y el Espíritu, el cual Hijo Jesús se hizo hombre para autocomunicarse personalmente a nosotros (Jn 1:18), salvarnos de nuestras rebeliones, idolatrías y pecados muriendo en nuestro lugar (Is 55), y traer la Vida en abundancia para todos los que creen (Jn 3:16);

    el Dios de los apóstoles, los compañeros de Jesús en su andadura terrenal, testigos de su muerte, su resurrección y su entronización como Señor y Rey (Cristo) de universo (Hch 2:36), bajo cuya autoridad está reuniendo Dios todas las cosas (Ef 1:9-10), y ante cuyo nombre se doblará toda rodilla (Flp 2:9-10).

    Creo en este Dios por mi experiencia subjetiva, por la mera contemplación del macrocosmos y del microcosmos, porque los testigos de estas cosas me aparecen dignos de fe, porque la fiabilidad histórica de los hechos que se proponen a la fe están más allá de toda duda razonable, accesible a una razón no prejuiciada por intereses creados, avalada por la arqueología, la crítica textual y los descubrimientos científicos seguros (desde luego no por pseudoconclusiones derivadas de presupuestos ideológicos o filosóficos de ciertos cientifistas).

    Yo creo que el hombre Jesús de Nazaret es Dios, por eso el único Camino de acceso al Dios único, vivo y verdadero (Jn 14:6). «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El. El que cree en El no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas» (Jn 3:16-18).

    Presentándoseme así este Dios, no puedo plegarme a la pseudotoleracia políticamente correcta del ‘es mi Dios particular’, ‘mi fe privada’: YO CREO QUE EL DIOS Y PADRE DE JESÚS ES EL ÚNICO. Fe que no me impide ‘tolerar’ que otros se hagan sus ídolos, sus dioses falsos, y crean lo que quieran creer, me permite incluso amarlos, pues el Dios único lo tolera y los ama!… Y porque los ama hace todo lo posible por atraelos al Camino de la Vida: Jesucristo.

  8. Al comentario del Sr. Pellin-Muñoz:

    ¿quién tiene la culpa de que se su topicazo sea un realidad constatada y cada vez haya más gente que no cree en la iglesia?

  9. los curas por ejemplo tienen la culpa que muchas personas no queramos irala iglesia porque todo en ella es una mentira

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